
El Diccionario Oxford ha decidido que la “palabra del año” de 2016 es postverdad, que tiene un cierto tufillo a aquello de “la peor medicina con azúcar pasará”, solo que esta “medicina” es de las que no curan (placebo, me temo). Si, como su propio prefijo indica, la post-verdad es lo que viene detrás o después de la verdad, ¿qué es, una especie de novísimo para tragar lo intragable?
Si van al diccionario de la RAE, milonga es una “composición musical folclórica argentina de ritmo apagado y tono nostálgico, que se ejecuta con la guitarra”. Unas cuantas acepciones después vemos que -cuando no se canta sino que se cuenta-, también significa “engaño, cuento”. La postverdad debe ser a la verdad lo que la postmilonga a la milonga.
Este cartel está en la puerta de una iglesia no recuerdo de qué confesión. No invita a buscar la verdad, sino que ofrece conocerla. Se ve que la tienen allí guardada. Cada cual con su postmilonga.
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