Monseñor Santiago Agrelo, obispo de Tánger emérito desde finales del pasado mes de mayo, siempre se ha caracterizado por su visión crítica en la gestión de las migraciones desde el África Subsahariana hacia Europa. La mirada llena de justicia y misericordia de este franciscano, así como su acción comprometida le han caracterizado durante los 12 años en los que ha estado desarrollando su labor al otro lado de la frontera Sur.
Hace cuatro años pudimos entrevistarle durante un viaje a Madrid y allí sus palabras fueron muy claras: «El Señor no vino a enseñarnos un credo, sino que nos ha dado una palabra de salvación para llevar a los pobres».
Pese a haber sido relevado como obispo en la ciudad marroquí, su voz sigue siendo de denuncia y de anuncio. Buena muestra de ello son sus palabras ante el tratamiento informativo que la Cadena COPE está ofreciendo sobre la situación del barco de la ONG Proactiva Open Arms, uno de los temas que están marcando la actualidad este verano y que es muestra de la inoperancia de los gobiernos europeos, que se van pasando la «pelota» sin caer en la cuenta de que esa «pelota» lleva vidas humanas en su interior.
Compartimos las palabras de Monseñor Agrelo, escritas el pasado 21 de agosto, llenas de elocuencia y sentido crítico hacia lo que debería ser un medio vinculado a la Iglesia Católica:
Esta tarde, de camino para Cuntis, por el diálogo que en la Cope se traían con alguien que parecía una autoridad en la materia, vine a saber que el Open Arms estaba realizando actividades ilegales en el Mediterráneo y que capitán y personal de la nave en cuestión, seguramente sin caer en la cuenta de ello, son colaboradores necesarios de las mafias que se hacen de oro traficando con emigrantes.
No sabía yo que la Cope fuese un tribunal con capacidad para determinar quién está o no está haciendo algo que viola las leyes vigentes en el mar.
No puedo saber tampoco con qué criterio determinan en la emisora de la Conferencia Episcopal Española dónde termina la solidaridad humana y dónde empieza la colaboración con las mafias.
De lo que sí hube de tomar conciencia en ese momento -porque en ese programa me abrieron los ojos- es de que yo, durante doce años, no hice otra cosa que colaborar con mafias: eso de dar pan a los habitantes del bosque, llevarles mantas para abrigarse, llevarles plásticos para repararse, no podía ser otra cosa que colaboración necesaria con las mafias.
Curiosamente, estos ¿periodistas?, ¿expertos?, ¿entendidos?, pagados por la Conferencia Episcopal Española, hablan del Open Arms y de la legalidad o ilegalidad de su actuación, hablan de política y utilizan el episodio para darle en el carnet al señor Pedro Sánchez, hablan de mafias como si las mafias fuesen la madre del cordero en todo este asunto… y no dicen una palabra -una sola mísera palabra- sobre el atropello continuado y criminal que se comete contra los pobres por parte de todos los Gobiernos y en todos los caminos.
Los Gobiernos son los colaboradores únicos de las mafias. Son las políticas de fronteras de los Gobiernos el vientre de alquiler de todas esas mafias explotadoras de emigrantes.
Y periodistas o expertos o entendidos como los de esta tarde en la Cope, son los palmeros de esa política criminal y gesta mafias.
Y mientras tanto, los emigrantes continuarán muriendo a centenares sin que la Cope les dedique un minuto, sin que los obispos consideren durante un minuto qué es lo que desde sus medios de comunicación se está haciendo con esta humanidad en la que Cristo muere.
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