Ahora es Cáritas Europa la que nos da el aldabonazo, en un informe que habla sobre el impacto social generado por las medidas de austeridad aplicadas por la Unión Europea a los países en crisis.
11’7 millones de personas (3’8 millones de hogares) sufren en España distintos procesos de exclusión social, que es exclusión severa para cinco millones (aumento del 82’6% con relación a 2007). Están en riesgo de pobreza o exclusión social quienes disponen de solo un 60% del ingreso medio del resto de la población; quienes disponen entre el 50 y el 40% son catalogadas como «pobres»; y quienes disponen de menos del 40% se encuentran en situación de «pobreza extrema».
Los hogares sin ningún ingreso son ya casi 700.000 (aunque unos 200.000 de ellos están acogidos a un programa de renta mínima). Más de seis millones de personas no tienen trabajo y el 12% de quienes sí lo tienen no gana suficiente para escapar de la pobreza. El desempleo juvenil está en torno al 53%. Muchos jóvenes no llegarán a recibir una pensión adecuada, por no haber trabajado el tiempo suficiente… Es una «generación pérdida».
España es el segundo país de la Unión Europea con el mayor índice de pobreza infantil, sólo superado por Rumanía; nos siguen Bulgaria y Grecia. Un 30% de los menores de 18 años (nueve puntos por encima de la media de la UE) está en riesgo de pobreza. Tenemos la mayor tasa de abandono escolar prematuro (25% frente al 12’7% de la UE).
El 10’6% de las personas mayores viven en pobreza. Y en muchos hogares son las pensiones de los abuelos y abuelas los únicos ingresos de la familia. A nadie podrá extrañarle el notable aumento de los trastornos depresivos, de los problemas con el alcohol y los suicidios.
El informe de Cáritas Europa critica la disminución de las prestaciones sociales por parte del Estado, lo que ha llevado a las organizaciones no gubernamentales a redoblar sus esfuerzos para intentar paliarla. Lamenta, en especial, los recortes en el sistema sanitario español, pese a tener uno de los gastos más bajos de la UE. Y recuerda que España es una de las sociedades más desiguales de Europa, a lo que contribuye el aumento de los impuestos indirectos, que no discriminan en función de la renta.
«La gente más vulnerable es la que está pagando las consecuencias de la crisis», destacó Jorge Nuño, secretario general de Cáritas Europa. “Las medidas de austeridad han fallado a la hora de solucionar los problemas y generar crecimiento… Las prioridades económicas están por delante de las sociales, de las personas».
Cáritas Española, por su parte, emite otro informe a través de su Fundación Foessa, en el que retoma algunos datos Cáritas Europa. La pobreza y la falta de acceso a derechos sociales (educativos, laborales, de vivienda o sanitarios) conforman una situación de exclusión severa para 1’5 millones de hogares españoles. “Es ya una minoría la población que no tiene ningún problema de exclusión”, comenta Guillermo Fernández, uno de los responsables del informe.
Caritas reclama la puesta en marcha de un sistema de ingresos mínimos para los 500.000 hogares en pobreza severa. Costaría unos 2.600 millones de euros, menos del proyectado rescate de las autopistas. Otro informe, éste de la Asociación de Ciencias Ambientales, habla de que el 16’6% de los hogares españoles (unos siete millones de personas) sufren “pobreza energética” (en 2010 eran el 12%). La pobreza energética es la incapacidad de un hogar de satisfacer una cantidad mínima de servicios de la energía para sus necesidades básicas, como una iluminación o una climatización adecuadas; ello ocurre cuando los hogares deben destinar más del 10% de su renta al pago de la luz y el gas. Las causas de esa precariedad energética son el aumento de la factura de la luz en un 60% desde 2007 y la disminución de las rentas en un 8’5% en el mismo período; otros factores son la mala calidad y el precio elevado de las viviendas.
En 2012, el 9% de los hogares no podía mantener su vivienda a una temperatura adecuada. En el mismo año, 1’4 millones de hogares sufrieron cortes de electricidad por impago (más del doble que en 2006). La pobreza energética afecta de diversas formas al bienestar de las personas. Las temperaturas inadecuadas en la vivienda inciden sobre la salud física y mental. Unos 7.200 fallecimientos en cada invierno podrían deberse a la insuficiente climatización de espacios interiores. La dedicación de un elevado porcentaje de su presupuesto a la energía implica disponer de menos dinero para satisfacer otras necesidades básicas.
Hay quien habla de la luz al final del túnel, de que lo peor ya ha pasado, de que estamos superando la crisis… Y ello es cierto si se asume que los indicadores macroeconómicos son más importantes que las personas. Las empresas del IBEX 35, en efecto, ganaron en 2013 más de 50.000 millones de euros. Pero la realidad es tozuda. Y la realidad es que el Tercer Mundo ya está entre nosotros…
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