Una fiesta en familia

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Ayer celebramos la fiesta de los Premios alandar 2011 y fue una auténtica gozada. El patio de butacas del Chaminade lleno a reventar de buena gente, de familia alandariega, de energias positivas y de muchísima fuerza. «Para mí los premios alandar cada año son como la Nochebuena», me comentaba un compañero del equipo. Otra me decía que, viendo enfrente a todas esas caras de gente tan fantástica, era imposible que no saliese bien.

Fue todo un gusto tener y felicitar a familia de Eclesalia, Arregi, la HOAC y el ECOE, que recibieron sus tortugas y diplomas.

Quiero compartir desde este blog, con el resto de la familia de alandar, que no pudísteis venir al acto, mis palabras de inicio y agradecimiento. La crónica de los premios llegará en el número de septiembre, donde podréis enteraros de todos los detalles de la ceremonia. A mí ahora mismo, solo me sale una palabra: Gracias.

Aprendizajes

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Gracias por acompañarnos un año más en esta fiesta que es como estar en familia, entre hermanos, en torno a la misma mesa.

Es un gusto encontrarnos aquí cada año, personas que lleváis desde el principio apoyando y siguiendo a alandar. Y también cada año personas nuevas que os incorporáis a la familia. Tanto unas como otras, sed bienvenidas.

Desde la última vez que nos vimos en este mismo escenario, para mí ha sido un año especialmente bonito. Mi primer curso como directora de la revista.

Ha sido un año, sobre todo, de aprendizaje. Porque, ya llevaba muchos años formando parte de la familia de alandar, pero asumir el servicio de dirigir la revista me ha hecho ver muchas perspectivas nuevas.

He aprendido lo importante que es aceptar las críticas, saber escucharlas y acogerlas con serenidad, conscientes de que no siempre todo gusta a todo el mundo, más bien nunca. Y eso es bueno.

He aprendido mucho sobre la importancia del humor, porque si algo ha sido clave en estos meses para la revista ha sido eso: saber reírnos. Saber criticar desde la sonrisa fraterna o incluso desde la fina ironía. Ha sido todo un reto.

Y, en ese mismo sentido, he aprendido que cada persona tiene un sentido del humor distinto, que para cada uno y cada una los límites están en un punto. Y que es muy difícil sortearlos sin pisar la raya. Y creo también he aprendido a pedir disculpas cuando esa raya se pisa.

He aprendido también mucho de esta Iglesia nuestra. De sus dinámicas y sus ritmos. He reforzado la conciencia de que alandar es PLENA Y RADICALMENTE PARTE DE LA IGLESIA CATÓLICA y que, como tal, tenemos que desempeñar un papel crítico, necesario y arriesgado.

Aunque también he tomado conciencia de que a la jerarquía le importa bastante poco lo que escribamos y publiquemos (o más bien que sí les importa pero que prefieren callar, para no darnos eco, para que sigamos siendo pequeños). Pequeños, pero con mucha libertad, mucho orgullo y mucha fuerza.

Porque he aprendido, sobre todo, que alandar es posible gracias a la entrega gratuita de un montón de gente. Un equipo fantástico en el consejo de redacción que trabaja desde la militancia, el compromiso y la entrega, con los que es una gozada compartir debates, puntos de vista… a veces incluso discusiones. Una pequeña comunidad a la que es un gusto pertenecer.

Lo mismo el equipo del día a día de alandar: Ana, Charo, Salvador, Pilar, Javier… sin cuya entrega incondicional la revista se caería a pedazos.

También, más amplio aún, el equipo de colaboradores y colaboradoras, con los que siempre se puede contar. En el mundo de hoy es muy difícil contar ciegamente con la gente… ¡y con tantísima gente podemos contar en alandar! Para escribir, para dibujar, para sugerir, para echar una mano, para lanzar una idea. Todos y todas, a lo largo de este año me habéis enseñado la importancia del valor de la gratuidad. Gracias, muchas gracias.

Esos han sido algunos de mis aprendizajes, porque hay muchos más. Aprender dónde están los límites de mis energías, aprender a respetar los ritmos de unos y otros, aprender a aceptar un no por respuesta, aprender a ir poco a poco… Pero lo mejor de todo es que todavía me queda mucho por aprender y que esta tarea de alandar es apasionante.

Hoy celebramos nuestro 28 aniversario. Llegaremos a los 30, de eso no hay duda. Y apuesto a que muchos más. Que como escribió Jeremías, conozco muy bien los planes que tengo proyectados para vosotros –dice el Señor– son planes de paz y no de desgracia, para daros un futuro y una esperanza.

Por eso… ¡hasta el año que viene!

Cristina Ruiz Fernández
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