El pasado 18 de noviembre fue un día importante: decenas de mujeres de la Revuelta de mujeres en la Iglesia, con sus mascarillas y pañoletas moradas, ocuparon el salón de actos del Colegio Mayor Chaminade de Madrid para recibir el Premio Alandar 2021. Al fin volvimos a encontrarnos físicamente, después de casi dos años.
Fue una jornada de fiesta y celebración, emotiva, entrañable. Mujeres de la Revuelta, algunas venidas desde distintas partes de España (Galicia, Andalucía, Cataluña, Cantabria…), subieron al escenario para recibir el premio. Trajeron su “atrezzo”: llenaron el espacio con grandes fotos de mujeres (genealogía de mujeres, las llaman ellas) que han sido decisivas en la historia y en los cambios de la Iglesia de todos los tiempos…y que, tan solo por el hecho de ser mujeres, han quedado relegadas o invisibilizadas en la Historia.
«Es uno de los movimientos eclesiales más importantes de los últimos años en España», reconoce públicamente el acta consensuada por el Consejo de Redacción de la Revista y la Junta Directiva de la Asociación.
«Más allá de la reivindicación feminista, la Revuelta es un movimiento profético que apunta hacia la utopía de otra Iglesia posible y necesaria. Una Iglesia menos jerarquizada y más Pueblo de Dios, más horizontal y menos vertical. Una Iglesia verdaderamente sinodal, en la línea de la reciente convocatoria realizada por el papa Francisco a un Sínodo global para reflexionar sobre esta cuestión». Así anunciaba el secretario del Jurado, Juan Ignacio Cortés, el acuerdo que expresa los méritos de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, Premio Alandar 2021.
La Revuelta es un movimiento profético que apunta hacia la utopía de otra Iglesia posible y necesaria
También se destacaron los «espacios de coordinación, confluencia y acción conjunta con movimientos similares en Europa, América Latina y Norteamérica» como Tras las Huellas de Sophía. Voices of Faith o Le Comité de la Jupe, «aunando las voluntades y carismas de grupos de mujeres creyentes verdaderamente diversos».
En la Revuelta hay mujeres vinculadas a la pastoral diocesana, activistas sociales, teólogas, miembros de movimientos eclesiales, de comunidades de base y grupos parroquiales, laicas y religiosas… que articulan su reflexión y su acción hacia una Iglesia otra, evangélica e inclusiva, en torno al lema que eligieron desde el comienzo, como herederas de tantas otras mujeres que, desde hace décadas, trabajan y luchan por la Igualdad como ciudadanas y como mujeres creyentes: “Hasta que la Igualdad se haga costumbre”.
En la misma jornada, la Junta Directiva de Alandar hizo público el nombramiento como Socio de Honor de Carlos F. Barberá. Alandar reconoció su incansable labor, vinculado al proyecto de la revista, como voluntario, director, miembro del Consejo de Redacción y siempre con una vocación de servicio infatigable.
En la fiesta se hizo público el nombramiento como Socio de Honor de Carlos F. Barberá, por su incansable labor vinculada al proyecto de la revista
El acuerdo de nombramiento fue leído por Araceli Caballero en nombre de la Junta Directiva, y Lala Franco, miembro del Consejo de Redacción, recordó la figura de Carlos F. Barberá y su compromiso con Alandar y, más aún, con una Iglesia evangélica y renovada, a lo largo de más de tres décadas. A continuación recogemos las palabras de Inmaculada Franco en el momento de otorgarle a Carlos este reconocimiento:
“Nací el año antes de la guerra y en esta larga vida he tenido mucha suerte y hecho muchas cosas. He sido párroco, laborterapeuta, traductor, director de revistas, autor de libros, presidente de una ONG, dibujante de cómics, pintor a ratos… Todo a pequeña escala: parroquias pequeñas, revistas pequeñas, libros pequeños, cómics pequeños, cuadros pequeños, una ONG pequeña… He oído que de los pequeños es el reino de los cielos. Como resumen y copiando a Eugenio d’Ors: Mucho me será perdonado porque me he divertido mucho”.
Voy a ampliar un poco esas notas… Creo que tanto sus actividades como sus publicaciones reflejan una doble atención al mundo y la necesidad de transformarlo y, a la vez, a la realidad espiritual que nos hace ser, nos da una mirada trascendente y nos impulsa precisamente a hacer del mundo un lugar mejor.
Dirigió Cuadernos de oración… y Alandar. Y ha publicado “Pequeña Teología”, recopilación de artículos y reflexiones. Y otros dos libros, “Soy lo que hago” y uno dedicado a los santos de hoy: “lFuente que mañana y corre: 50 testigos fascinantes”. El primero denuncia que, frente a la acción transformadora, el mundo religioso, el mundo católico, ha primado con frecuencia lo teórico y especulativo. Y el segundo lo dedica precisamente a esa gente que pueden ser inspiración para nosotros porque son personas que , desde su fe cristiana, se comprometieron y arriesgaron para cambiar el trozo de realidad que les correspondía. Ambos libros reflejan esa doble dimensión, esa tensión entre la espiritualidad y la acción.
Él, Carlos, dice que se ha ido volviendo más contemplativo… pero todavía hoy encuentra tiempo para ir a echar una mano a un comedor social. Y continúa con un esfuerzo permanente de pensar la fe. De ahí sus artículos, su contribución a las reflexiones del Grupo Erasmo, preocupado por el diálogo de la fe y el mundo contemporáneo: reflexiones que tratan de explicar qué es eso de la fe, qué es y para qué sirve la religión, o para qué necesitamos a la Iglesia; reflexiones cristianas que no dan por supuesta la fe y sus respuestas, sino que tratan de entender y responder a las preguntas de los que no la tienen.
Carlos es también polemista y provocador. Como lo demuestra el debate apasionado que mantiene actualmente con algunas de las llamadas nuevas espiritualidades, con su crítica al no dualismo, en concreto, frente al que defiende el encuentro personal con el Misterio, lo que implica reconocer que hay un Otro separado de mí al que me puedo dirigir… O su última carta a Redes Cristianas, recordando que no basta con criticar la realidad sino que los cristianos debemos de hacer lectura creyente de ella, encontrar la trascendencia y la presencia de Dios en la vida y proponer y actuar desde ahí.
Y le quedan ganas para enredarse con este proyecto de Alandar digital. Después de haber sido su director, en esta nueva etapa se ha comprometido con el Consejo de redacción y sus tareas, con el esfuerzo de ponerse al día de las nuevas herramientas que tanto nos cuestan a los que no somos nativos digitales.
Hay que agradecerle que sea escritor brillante y también provocador, atreviéndose a cuestionar no solo los comportamientos e ideas de los sectores más tradicionales de la Iglesia, sino también muchas afirmaciones de las organizaciones y personas que nos son más cercanos. Es de agradecer porque, estemos o no de acuerdo con él, nos ayuda a no refugiarnos en lo ya sabido, en la última moda o lo políticamente correcto en nuestro entorno.
Pero sobre todo es de agradecer en su trayectoria —y muchos se lo agradecemos—que con su trabajo y su pensamiento haya acompañado la fe de tantos, desvelando el modo en que el Dios de Jesús se hace presente en el mundo, e invitándonos a seguirle, porque vivir según Él es tener vida abundante.
Ese fue el final de una jornada festiva en la que celebramos el reencuentro y el abrazo que teníamos pendiente desde hace tantos meses. Pero antes de la fiesta de los premios, la Asociación Alandar había celebrado su primera Asamblea General Ordinaria, expresión del compromiso y rendición de cuentas a las socias y socios que conlleva esta nueva etapa como revista digital.
La asamblea acordó el objetivo de llegar este año a tener 200 socias y socios, a fin de alcanzar una base social estable que permita la viabilidad del proyecto. ¡Te esperamos para hacerlo posible!