7. “Católicos” = Universales

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Somos la primera generación de terrícolas en más de dos millones de años que ha podido ver su propio planeta desde fuera, desde el espacio. También somos los primeros que sabemos científicamente que la Tierra es solo un granito de polvo perdido en un cosmos de millones de trillones de estrellas, nebulosas, galaxias, cúmulos, polvo estelar, agujeros negros, energías desconocidas, materia oscura… dentro de otros universos posibles y que, además, está en meteórica expansión hacia no sabemos dónde.

A la luz de esta realidad (que es la realidad), nuestra óptica religiosa debe cambiar: no puede seguir siendo la del dios artesanal del trueno; pero tampoco la del dios partidista de una facción (Israel, el islam, el catolicismo); y ni siquiera la de un papá bueno que está “en los cielos”, atento a las súplicas que le llegan desde este insignificante planeta (“Danos hoy pan”). El Dios del universo no se adecúa a la mente humana.

Nuestra moral no puede consistir en un infantil reparto de castigos y recompensas a lo Hammurabi; ni nuestro culto en el apaciguamiento de un infinito cósmico a cambio de degollar una vaca; ni nuestra teología puede limitarse a desarrollar los postulados de teólogos medievales que pensaban que la Tierra era el indiscutible centro de todo y que Dios existía solo para nosotros. El ser humano no se adecúa al modelo religioso.

Es tanto lo que hay que volver a pensar que hay que volver a pensarlo prácticamente todo.

Esta vivencia religiosa es, desde luego, menos “cálida” (ya no hay un papá que nos arropa y nos defiende de los monstruos); menos segura (hay que volver a plantearse qué son en sí el bien y el mal, el orden y el caos); más inquietante (todo lo que teníamos por certeza se relativiza: la flamante estrella Polar podría estar ya apagada desde el siglo XIV y nosotros seguiríamos recibiendo su luz hoy)… pero es adulta: nos hace más autónomos, sin atajos y sin revelaciones providencialistas.

Este es hoy el verdadero desafío religioso, el de colocarnos ante el misterio con una perspectiva cósmica. No el seguir luchando por un celibato opcional o por la conversión de Asia a una Iglesia cuya estructura es puro anacronismo.

NB. Esta óptica se aplica a todo, naturalmente, también a la política. Si pensamos que solo en nuestra galaxia “casera” (la Vía Láctea) existen más de 300.000 millones de estrellas como nuestro Sol, ¿qué significa la independencia de Cataluña?
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