Pilar Barbazán o la fuerza de la vida

El pasado mes de abril tuvimos que lamentar el fallecimiento de una de las pioneras de Alandar, Pilar Barbazán, una gran amiga y, entre otras muchas cosas, autora de los dibujos que han dado vida a la tortuga que es símbolo de la revista. Queremos recordarla a través de sus distintas facetas: en familia, como teóloga, como artesana, como activista… como la gran mujer que era. Y, para ello, hemos contado con la colaboración de su gente, personas que la querían y que compartieron con ella el camino de la vida.

Pilar Barbazán junto a su marido, Pepe.

En familia (Pepe, Ainhoa y Pepe)

En tu casa, en la de tus hijos, en la de tus padres… has sido un referente para todos. Comidas, celebraciones, aprendizajes, malos momentos, palabras duras y no tanto y un sinfín de ratos que nos has aportado y hubiéramos alargado unos años más. Tu esencia, tu , ahora es un yo; en cada uno de nosotros, en cada una de nosotras, has conseguido que tengamos un poco o un mucho de ti.

Trabajadora incansable hasta el final. Te has disfrazado de profesiones tan variopintas como: escaparatista, secretaria, periodista, educadora infantil, trabajadora social. Sola o con compañeras, siempre tuviste claro que lo importante eran los demás y no lo que pagaban por ello. Siempre luchando por un mundo más justo. Creadora nata con tus manos, corazón y cabeza, desde angelitos pintones, hasta osos, tortugas, hadas, velas tarjetas y un sinfín de recuerdos que has dejado entre nosotras y nosotros.

No nos dejas ni casas, ni coches, ni un dúplex en la playa… Eso sí, nos has dejado una tienda de campaña, millones de valores y kilos de enseñanzas.

Siempre has estado en la brecha, incluso cuando no has podido ir a alguna mani o evento, nos lo has pedido u ordenado. Brechas políticas, religiosas, sociales… Del mundo, de la gente, de los que hoy estamos aquí. De un mundo que te encanta y un sistema que no tanto.

Tu buenagente, que también es la nuestra, la has cuidado. Te has reído, llorado y acompañado, has vivido y crecido con ellas y ellos. Desde amigas del colegio, hasta del facebook. De los trabajos, vecinas, de rezos y compartir panes y peces, de viajes con corazón y con el bañador, de tantas y de miles de historias. Has superado tu timidez con creces, tu sola -como autodidacta que has sido- y eso ha hecho que lograras tejer miles de vidas a la tuya, algunos tramos más cortos y otros más largos.

Como dice tu Pepe: eres una mujer grande y una gran mujer, entera, increíble, teóloga, feminista, luchadora, cercana. Como nos decías siempre: “Yo no me preocupo, me ocupo” y te has ocupado de tanto, hasta el último día, construyendo antes que nosotros aquello que empezamos a ver ahora y nos toca continuar.

Nos has querido tanto y lo has hecho tan bien… ¡tan bien! Hasta el final, hasta un final, un final que es un principio, un principio de otra historia que seguiremos escribiendo contigo.

Amiga y artista (Mayte Ayllón)

Compañera del metal, tengo la casa llena de ti, la de paredes duras y la de carne y hueso y aunque se multiplican a la vista tus pequeñas-enormes obras de arte tengo la sensación de que todo sigue como si no te hubieras ido, como si no nos hubieras dejado en la orfandad tremenda de tu ausencia… ¿Ausencia?

Una angelota rosada, regordeta, cuelga de mi armario y pienso que lo hiciste para mí porque lleva un picardías provocador y más que volar parece saltar al vacío cabezonamente.

Me visto frente al árbol de tronco robusto y ramas como tu pelo, con frutos de fantasía y de colores, raíces no las tiene a la vista, están enterradas en quienes quieres. Me lanzo al café mientras me mira esa rubia gordita con corsé… la muy lagarta está sentada con sus muslazos cruzados sobre una de mis tazas favoritas, ¡cuánto sabe de la vida! (…), dejo las carpetas sobre un echarpe que llevaste durante años (“tiene tu color y el mío, quédatelo”, dijiste cuando me marché a la emigración). La sacerdotisa mitad chamán, mitad hada que me llama con su cascabel… Todas las habitaciones tienen como una luz tus razones. Teorías, teologías, curaciones del alma y del espíritu que escribes con letras humanas, animales y vegetales… El cestito con tapa de flores que me confeccionaste para los malos ratos –lecciones para simples: “Busca tu yo auténtico hasta encontrarlo; saborea la belleza; aléjate de las personas negativas; cultiva la gratitud; crea unos límites; no te cargues de trabajo; goza con tus sentidos; comienza y termina la jornada con una oración, meditación o reflexión; no temas tus pasiones; sustituye la seguridad por serenidad…”.

Querida amiga, cómplice, consejera, incansable buscadora de sujetos de ayuda, poeta gráfica y danzarina de la vida, sabia, ingeniosa rebelde, crítica de cuerpo entero, madraza de 24 horas, amiga inquebrantable, amiga, amiga, amiga… ¿Cómo se atreve el universo a fingir que no ha pasado nada?

Teóloga (Pilar Yuste)

Pilar fue una mujer inmersa hasta el desfallecimiento en la construcción de un mundo mejor y de una Iglesia más justa.

La memoria de la mayoría de las mujeres se teje de testimonio oral y no hay títulos ni estatus que reconozcan toda una vida de entrega. Su inteligencia e inquietud intelectual y teológica le hacían saber más que muchas letradas –y, desde luego, letrados- y elaborar mejor y más horizontalmente su saber y sabiduría.

Buceaba en toda novedad teológica -sobre todo feminista- y era única en metodología creativa y participativa. Lo suyo era sembrar y abrir caminos que otras recorrerían: cooperativas de mujeres, espacios comunitarios, incluso durante el comienzo de nuestro querido alandar.

Fuerte, valiente, insumisa, divertida, radical, amiga sin fisuras. Una raíz que, como la rotunda primavera, seguirá dando abundante fruto. Como me dijo en nuestra despedida sobre mi bebé, «seguiré cuidándoos desde el Cielo»… y desde lo más profundo de la Tierra, compañera.

Tejedora de redes (María Luisa Paret, Mujeres y Teología de Madrid)

En Mujeres y Teología hemos compartido tanta vida, encuentros, a veces discrepancias, pero en lo esencial, intentamos hacer del seguimiento de Jesús el germen y la praxis de nuestras vidas. Compartimos formación, acogida, otra forma de decir nuestra experiencia de fe, de celebrar y de seguir rompiendo moldes, tabúes y mandamientos anacrónicos, hipocresías del patriarcado.

Se me conmueven las entrañas, Pilar, cuando pienso en tu denuncia profética de lo que nos aleja del Reino y el anuncio de la Buena Noticia en el aquí y ahora. “No podemos meter el vino nuevo en odres viejos”, como te gustaba recordar. Admiramos especialmente a lo largo de tu enfermedad tu celo en cultivar tu espacio interior, tu templo sagrado donde tú y tu Dios os sentíais uno, fruto de un itinerario espiritual, personal y comunitario (Mohernando, CEMI…), profundo y rico.

Supiste aprovechar esos espacios laicos para dar nuestra visión y experiencia como mujeres de fe pero “descontentas” en una Iglesia que tiene que devolver a las mujeres el protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús. Como hijas de Dios, bautizadas y ungidas con el mismo Espíritu-Ruah que “nos sostiene, nos mueve y nos conmueve”.

Contemplo una Pacha Mama que me hiciste. En su regazo unas flores y un tronco florido, pascual, como símbolo de tu propia Pascua, alegre, resucitadora, que prende fuego en los corazones de quienes tuvimos la suerte de compartir contigo un trocito de cielo aquí en la tierra, en tu tierra.

Gracias, Pilar: discípula, profetisa, compañera, amiga, teóloga de la vida, subversiva, apasionada, comunicadora, esposa, madre, abuela…

Autoría

  • Alandar

    Algunos artículos son escritos por personas ajenas a Alandar a quienes pedimos colaboración por su experiencia, conocimiento de la materia, etc...

1 comentario en «Pilar Barbazán o la fuerza de la vida»

  1. Soy Oriana Toledo de Chile, tuve la suerte de conocer a Pilar y a Jose, en el año 1974 los busqué incansablemente por mucho tiempo , no teníamos la tecnología actual. Mi tristeza fué mayor cuando logré saber de ella por este medio. Pido saber de Jose u sus hijos por lo que dejo mi correo.
    oriana.toledo48@gmail.com
    Gracias

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