Hay mujeres en el ámbito de la teología y el compromiso cristiano cuyo nombre destaca en nuestro país. Es el caso de Isabel Gómez-Acebo, con una larga trayectoria de trabajo tanto en el ámbito teológico y feminista como en el de las entidades que ayudan a las personas que sufren, como la Fundación Sagrada Familia, que ella dirige en la actualidad. Isabel presentó recientemente el libro Francisco, el pañero de Asís y, con esta excusa, hemos charlado con ella para profundizar en su trayectoria personal.
¿Quién es Isabel Gómez-Acebo?
Me casé muy joven y tuve un marido y unos hijos maravillosos que me hicieron retrasar mi primera carrera, de ciencias políticas, porque estudiaba en el parque y pude ir poco a clase. Cuando la pequeña se quedó a comer en el colegio me sentí más libre y, acabada la licenciatura anterior, empecé a estudiar teología, ya que las mañanas eran mías. Me ha gustado siempre leer y estudiar y he tenido ayuda en casa, lo que me ha permitido seguir estas aficiones.
Es usted esposa y madre de seis hijos y no sé cuantos nietos, fundadora de la Asociación de Teólogas, entre otras muchas cosas. ¿Cómo ve a las mujeres teólogas en medio de un mundo teológico casi copado por completo por varones célibes?
Hay mucha diferencia entre las mujeres teólogas del mundo anglosajón y las de los países latinos. En las primeras hay una tradición consolidada por la que la teología se estudia en todas las universidades públicas y privadas, lo que abre una perspectiva laboral a la enseñanza femenina. También en esas naciones, de mayoría protestante, las mujeres ordenadas tienen acceso a ser párrocos o capellanes mientras que, en las naciones católicas, las salidas para las teólogas son mínimas, pues solo se estudia la materia en las universidades católicas. Tengo que decir que los jesuitas hacen un esfuerzo en las suyas por reclutar a mujeres profesoras.
¿Cuál ha sido su trayectoria intelectual desde que empezó hacer teología?
Yo empecé a estudiar teología sin ser muy feminista pero a lo largo de la carrera me di cuenta de que la teología se había utilizado para, en nombre de Dios y su revelación, fundamentar la subordinación femenina. Es algo que han hecho todas las religiones y que había que denunciar. El feminismo es algo que siempre está mal visto, pues achacan a todas las mujeres que lo defienden las políticas que impulsan las radicales, lo que es injusto y no verdadero. Lo que defienden las personas que son contrarias, muchas veces, son parcelas de poder que no quieren compartir con nosotras, aunque nunca lo reconocerán.
El pasado el mes de septiembre hubo un congreso de teología en Portugal en el que fue invitada. Usted era la única teóloga en una lista de ponentes todos varones. ¿Cómo se siente en ese conjunto? ¿Eran también varones la mayoría del público?
El público en las conferencias es siempre mayoritariamente femenino, como en las iglesias. Yo estaba muy cómoda con mis compañeros varones, pues siempre he estado rodeada de hombres, ya que tenía cinco hermanos y yo era la única mujer. Tampoco me parece que ellos se sintieron a disgusto. Pero creo -y así lo dije- que una entre doce no era una proporción correcta si se quería escuchar el genio femenino, que es lo que pretende el papa. Otro problema es que nos llaman para temas “femeninos”: la faceta maternal de Dios, la nueva María, la familia… pero hay muchas mujeres preparadas en otros campos, como la historia de la Iglesia, el derecho canónico, la ética, la espiritualidad… Hay que reconocer que algo semejante sucede en la sociedad civil, donde las mujeres copan el departamento de personal o de relaciones humanas aunque, gracias a Dios, va cambiando. También cambiará en la teología.
Usted ha estado ejerciendo como teóloga en la Universidad Pontificia de Comillas. ¿Es eso una prueba de estar reconocida dentro de la institución o hay que pagar el precio de dejar de decir muchas cosas que no son, como se dice, “políticamente o eclesiásticamente correctas”?
Yo no tuve ninguna cortapisa en la Universidad de Comillas. Claro que yo explicaba introducción a la Sagrada Escritura, que es una asignatura poco conflictiva. Donde me han puesto pegas es en mis afirmaciones sobre la ordenación de las mujeres, aunque es un tema que cada día me preocupa menos, porque vamos a ir a una desclericalización de la Iglesia. Veo que los católicos frecuentan poco los templos y hay que buscarlos fuera para compartir su fe, ya que las creencias son muy difíciles de conservar en soledad. Hace falta pertenecer a una comunidad y las habrá para el estudio bíblico, para rezar, para celebrar comidas en común… que serán lideradas por la persona que el grupo considere más idónea. Como hay pocos sacerdotes acabarán siendo sustituidos por personas no ordenadas, varones o mujeres.
Acaba de presentar el libro Francisco, el pañero de Asís, de la colección Religión Digital, publicada por Khaf y ya va por la tercera edición. Su entusiasmo por el pañero de Asís, ¿es anterior a su admiración por los gestos del papa Francisco?
He tardado en escribir este libro tres años porque, para que fuera verosímil, había que reflejar la vida del siglo XIII, algo que ignoraba por completo. El acceso al pontificado de un papa que ha escogido el nombre de Francisco ayuda al interés por la figura del santo y… a la venta de ejemplares. Hemos tenido mucha suerte al salir en este momento, aunque yo siempre digo que la suerte hay que buscarla.
En algún momento ha definido a Francisco de Asís como “poeta de Dios”. ¿Cómo es ese Francisco que no conocemos y que nos ha intentado presentar? ¿Cuál es su legado en la actualidad?
Los pajaritos, el lobo, el canto del sol son cuentos preciosos pero que nublan un poco la vida de este hombre que vivió en una época que tiene alguna similitud con la nuestra. El comercio enriqueció a su sociedad pero lo hizo de manera desigual, que es lo que Francisco veía, poniéndose a favor de los más desfavorecidos, haciéndose pobre él mismo. Criticaba esa desigualdad, una crítica que afectaba a la jerarquía eclesiástica pues, como algunos prelados actuales, los sacerdotes y los obispos “no olían a oveja”, sino que estaban más cercanos a los príncipes. Pero todo ello lo hizo con un talante esperanzador, sin acritud, cantando las maravillas de Dios por donde pasaba, de aquí su condición de poeta.
El libro es una excepcional novela histórica. ¿Por qué Francisco de Asís?
No sé quién dijo que Francisco de Asís es el cristiano que más se pareció a Jesús de Nazaret. Novelar su vida le acercaba a un número de personas que no leerían nunca una biografía del santo. Si los lectores son religiosos afianzarán su fe y si no lo son aprenderán sobre la época y sobre este italiano cuya personalidad forma parte de la cultura occidental. Valía la pena hacer el esfuerzo.
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