«Despertar sentimientos excluyentes en un mundo globalizado nos aleja de la fraternidad»

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El dibujante Peridis en su estudio en Madrid. Me encuentro con José María Pérez González, “Peridis”, cuando acaba de salir su libro Esperando al rey, que le ha valido el Premio Alfonso X el Sabio de novela histórica. Con el, consolida su fama de personaje multifacético: arquitecto, director de una Enciclopedia y de una serie televisiva sobre el arte románico, dibujante y autor de una tira diaria en El País que retrata al mundo político y promotor de iniciativas sociales como las Escuelas taller y las Lanzaderas de empleo. Y ahora, además, novelista.

¿Por qué este cambio?

Tenía muchas ganas de escribir desde hace mucho tiempo. Fíjate que mi primer trabajo en Madrid fue en una librería editorial, en la calle de Quevedo esquina Cervantes y tenía enfrente la casa de Lope de Vega; y luego tuve el estudio en la casa que fue de José Luís Sampedro. Una vez que hubo un homenaje a Sampedro, yo dije: “Vivo con el espíritu de José Luis, que todos los días me dice, ‘no pierdas el tiempo, Peridis, escribe, escribe…”. Luego, cuando acabé la serie del románico, mucha gente me preguntaba si no iba haber más y entonces pensé en un libro que contara cómo vivía la gente entonces. De modo que el libro sería como el broche de oro o la guinda de Las claves del románico.

A mí me ha interesado sobre todo el arte y quería contar cómo era ese monasterio arruinado que había al lado de mi casa y que yo enseñaba a los turistas con diez años, Santa María la Real, de Aguilar, que luego restauré. Y allí había un gran maestro, el maestro de Aguilar -que es el mismo de Carrión- y lo he convertido en uno de los protagonistas. Era zona feudo de la familia Lara. Los Lara y los Castro se enfrentaron en la minoría de edad de Alfonso VIII. Me di cuenta de que en ese sitio habían pasado muchas cosas, la historia grande de España había pasado por ese sitio donde yo viví de niño. Investigué los matrimonios, las luchas por el poder, el mecenazgo de los canteros, las luchas entre clérigos, un nuncio del papa que viene… y los almohades empujando a los reinos cristianos hacia arriba. Era impresionante descubrir que la reina era hija de Leonor de Aquitania (hermana de Ricardo Corazón de León) y que a Alfonso VIII le casan con una hija del rey de Inglaterra, es decir, estaban muy vinculados al corazón de Europa. Total, que vi que tenia una historia apasionante que contar. Y hacerlo me ha ayudado a entender mejor la relación entre el arte y la historia.

¿Cómo se alumbra un arte como el románico, que todavía nos emociona hoy, en una época, la Edad Media, que nos parece oscura y llena de limitaciones?

Viene del siglo anterior, de la influencia de Cluny. Alfonso VIII se casa cinco veces, siempre con princesas borgoñonas, por mediación de la Iglesia, que hacia de casamentera, porque, si no, en la península hubiera sido pura consanguinidad, algo prohibido por la Iglesia, probablemente con la idea de evitar la degeneración de la monarquía, que era la cúspide del poder. Pero uno piensa, con los medios que tenían y con todas las guerras en marcha ¡y qué cosas hacían tan impresionantes! En la novela trato de explicar el sentido que tienen ciertos monumentos como panteón real, la organización del tiempo a partir del monasterio con el “ora et labora”, etc. He pretendido deleitar aprovechando, es decir que la gente se enganche a leer la novela, se divierta y aprenda mucho sin darse cuenta. Es lo mismo que pretendía con la serie del románico, porque a mí no me preocupa para nada mostrar erudición: lo que uno sabe, lo disfruta, pero cuando lo cuentas tienes que hacerlo para que se entienda y para que se diviertan y procurando que se lea fácil, que tenga sus metáforas, que haya intriga. Lo que es una novela. Porque no es historia novelada, es una novela-novela, en el que la historia es el sustrato de unos personajes que sufren, mueren, luchan…

El románico se da en un mundo con mucha “capacidad de sagrado”.

Hoy el arte es muy conceptual y entonces era muy sensorial, sobre todo el románico, que es para mi el arte que tiene más mérito, porque el Pórtico de la Gloria, por ejemplo, lo analizas y ves que Isaías es igual que el Moisés de Miguel Ángel, ¡sólo que cinco siglos antes! O la sonrisa del profeta Daniel. Uno se pregunta: ¿cómo pueden hacer algo tan sublime? Por un sentido trascendente de la vida. Uno puede ser creyente de una manera o de otra pero hay elementos fundamentales: primero, lo más sagrado es el ser humano, una persona es algo irrepetible y sagrado y, si tu piensas que el ser humano es sagrado, tienes una visión trascendente, que quiere decir que no estamos aquí en vano, que están nuestros hermanos, que son exactamente igual que nosotros. Y en el románico lograron algo que no se ha dado nunca en la historia del arte, que es fundir lo sagrado y lo profano, lo sagrado es la trascendencia y lo profano es la carne que tenemos, porque somos polvo, “pero polvo enamorado”, somos polvo pero polvo trascendente y el elemento básico de la trascendencia es el amor, la comunicación, y eso es lo que pretenden el escultor románico y el arquitecto y el pintor. Colocan una iglesia en una colina, probablemente en un lugar sagrado previo, pero ellos lo sacralizan y, a la vez, lo humanizan. Es un arte que surca la historia, que navega por ella como un barco a través de los siglos, las epidemias, las guerras y ahí sigue, para decir que unas personas tenían fe -unas más y otras menos-, pero tenían una fe colectiva: el deseo de que ese ámbito trascendiera. Y por eso en esa época hay canteros, como el maestro Mateo, que comienzan a poner su firma, saben que eso perdurará.

Cambiemos de tercio. Hábleme de las Lanzaderas de empleo.

En el año 85 desde Aguilar pusimos en marcha las Escuelas-taller. Era algo tan sencillo como recoger a los chicos de la calle que no tenían trabajo y recuperar edificios históricos enseñándoles un oficio. Se lo enseñaban los viejos artesanos en paro y les dirigían los titulados en arte. Yo veía que había muchos monumentos que se estaban cayendo, civiles y religiosos, conventos, estaciones de ferrocarril, cuarteles. España estaba muy mal en conservación del patrimonio. Estábamos a punto de entrar en Europa y pensamos: si hay dinero para el paro, ¿por qué no cogemos ese dinero y lo empleamos en dar trabajo en ese campo donde está todo por hacer? Y ha habido 7.500 escuelas taller en todo el mundo, en Senegal, Palestina, Filipinas… Ahora, escuelas-taller no se pueden hacer porque no hay dinero; segundo, no vas a meter a más gente en el sector de la construcción porque está en bancarrota. El papa dijo una cosa que yo comparto: lo peor que tiene el paro es que quita la dignidad a las personas, lo más importante es devolver esa dignidad, con empleo o con ocupación. Y me planteé: ¿por qué los propios desempleados no se ayudan a sí mismos? Formemos equipos de desempleados, que sean voluntarios, visibles, activos y solidarios y que se ayuden unos a otros en su búsqueda de empleo. Tienen que estar profesionalizados, tiene que haber un coordinador que sepa de dinámica de grupo e individual, que les deje expresarse y ellos mismos busquen trabajo y se cualifiquen.

Yo le expliqué el proyecto a un Comisario Europeo y, como no hablo bien inglés, lo hice con cuatro viñetas: en la primera, hay gente que se está ahogando en el agua. En la segunda, viene uno con una barca, pero de remos y ahora ya están todos juntos remando hacia la orilla. En la tercera, llegan a la orilla pero es un acantilado, están ya en tierra pero hay que subir. Y en la cuarta, suben trepando el acantilado con cuerdas, ayudándose unos a otros. ¿Qué significa? Que primero hay que poner una lancha, algo que los saque del agua, que proponga una finalidad, remar juntos hacia la orilla. La cordada significa que hay que subir de nivel, lo que exige mejorar la actitud y la aptitud. Tienes que re-cualificarte pero sabiendo a dónde vas. Y arriba te están esperando solidariamente ONG, voluntarios, que van a ir a la lanzadera a apoyar. Todos buscan trabajo para todos. Los primitivos cristianos ponían en común los bienes; éstos ponen en común los afectos, los servicios y funciona de maravilla..

Comenzaron con cuatro, ahora hay casi cincuenta y el año próximo, el doble. ¿Cómo se financian?

Lo sostienen fundaciones, empresas y algunas comunidades autónomas. Es un proyecto de política activa que queremos no burocrático y privado-público, la animación y la gestión más privada y los fondos, en parte, públicos.

Parece un modelo de inversión en “el capital social” de los desempleados.

Es un modelo de crecimiento de las personas. El crecimiento de las personas lo ves inmediatamente. El equipo es mucho más que el grupo, porque un grupo es una peña pero un equipo tiene una finalidad. ¿De qué se trata? De pasar de lo asistencial a lo existencial. Yo no te doy, tú mismo lo vas a conseguir, pero en equipo; no es mío el mérito, es tuyo; la ayuda no va de arriba abajo, es horizontal. Y en segundo lugar, se basa en el esfuerzo, es decir, “arremángate”. Se trata de que sean mejores personas, todo lo buenas personas que puedan ser y todo lo buenos profesionales que puedan ser. Crecimiento personal en lo cualitativo, en lo que tenemos mejor, en nuestro fondo, que es la compasión, en el sentido etimológico de “padecer con”, es decir, la solidaridad, hombro con hombro.

¿Y da resultado?

Los resultados son sorprendentes. Ensayan las entrevistas, se organizan ellos mismos como una empresa por departamentos, aprenden a trabajar en equipo, a gestionar emociones, a gestionar el tiempo. Son habilidades que no se las dan en la escuela o la familia muchas veces, como ordenar la vida, ordenar la cabeza y apoyarse unos en otros.

Se trata, como decía antes, de que los parados lleguen al mercado de trabajo con otra “aptitud” o preparación, pero también con otra “actitud”.

Normalmente llegan “a que me manden algo”. Pero si una persona toma en sus manos su vida, cuando trabaja tiene otra actitud y tiene muchas más posibilidades. Y con esta crisis, el empleo lo puede perder cualquiera, por eso atendemos gente de 20 a 56 años. Y de todas las profesiones, secretarias, médicos, enfermeras, taxistas, ingenieros… Y allí son iguales. Y lo mejor es que todos ayudan y aconsejan a todos. Cuando un ingeniero simula una entrevista de trabajo, opinan todos. A veces van a la lanzadera los jefes de recursos humanos de algunas empresas… Es un gran proyecto. En Palencia, de 20 que empezaron, se han colocado 15, han montado negocio dos y los otros siguen estudios. Es decir, que todos han encontrado su camino. Y siguen en contacto, quedan a comer, están en redes sociales y han montado una red de afectos y apoyos imbatible.

Le iba a preguntar por los valores esenciales para fundamentar la convivencia, pero los acaba de apuntar: la solidaridad activa ante todo.

Es fundamental. Junto a los valores morales, el respeto, la buena educación, estar en la vida pensando que no estás solo, que no eres el centro del mundo y que a nada que nos ayudemos unos a otros un poco y saquemos lo mejor que tenemos -que lo tenemos-, pues seremos mas felices todos.

Este lenguaje que utiliza es muy católico. ¿Usted lo es?

Yo he sido muy católico, ahora lo que soy es un humanista: yo creo en el ser humano profundamente. Hay en el evangelio de Mateo la narración del sermón de la montaña y ahí está todo. Y eso vale para todos, seas creyente racional o sentimental.

Es decir, las Bienaventuranzas.

Y también la pregunta que Jesús les hace a los seguidores de Juan el Bautista: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?”. Es decir, en la vida tú tienes que tener una línea personal donde cuando te comprometes con algo te comprometes y lo haces y pones los medios para hacerlo con determinación. El proyecto de Lanzaderas es muy difícil porque lo cuentas y no se entiende, la gente entiende lo que ya ha visto. En España todo el mundo dice: “habría que hacer, no se puede hacer nada, que nos rescaten”. Pero, mientras tanto, ¿qué hacemos? ¿qué puedo hacer yo en mi entorno? Pues mucho. El que tengamos la coartada de que todo está muy mal es un pesimismo general que se propaga en los medios como si no tuviéramos salvación, pero ¿qué me dice usted? ¡si todos los días amanece! Hay que preguntarse: “¿Qué puedo hacer yo y cómo puedo poner los medios para conseguirlo?” Porque hay muchas ideas buenas, pero hay que llevarlas a la práctica, hay que buscar los fondos, hay que reunir a la gente. La experiencia puede fracasar, pero lo habrás intentado, al menos.

Hemos hablado de capital social, del esfuerzo que se necesita para mejorar nuestra convivencia. ¿Qué le pide usted a la Iglesia en esa tarea?

Los políticos son los que están en el fanal (a la vista) y de ellos depende mucho pero el cambio depende también de los intelectuales, de los profesionales y, evidentemente de las entidades sociales, como la Iglesia. Le pido un ejercicio de sinceridad y de autenticidad. Si los principios suyos son la pobreza y la caridad, que lo son, usted tiene que estar con los pobres. Y la Iglesia tiene que ser mucho más del perdón que de la excomunión. Vaya a los principios y sea coherente, usted tiene que ser el primero en dar testimonio de honestidad, de verdad. En ese sentido, tendría que haber una purificación, en el sentido de ser puros y limpios de corazón, como en las Bienaventuranzas. Ser coherentes todos con lo que se predica, porque una de las mayores denuncias de Jesús en su tiempo eran los fariseos. Y todos tenemos que ver qué tenemos de fariseos y de hipócritas en cada una de las instituciones. Tú no puedes hacer una promesa electoral o una movilización en la calle para sacar votos y al día siguiente donde dije digo, digo Diego. La honestidad es lo principal, siempre la “h”: humildad, honestidad, hermandad.

Le oigo hablar con esa pasión y me pregunto cuánto tiempo dedica a lo que le da de comer y cuánto a todo esto otro de lo que venimos hablando.

Mira, yo le dedico mi tiempo a “esto”, casi todo mi tiempo. Y el resto, a lo que me da de comer. A la tira, que me lleva poco tiempo. Y cuando he sido arquitecto, que ahora ya no tengo trabajo, tenía un equipo pequeño -siempre he trabajado en equipo- y , como he confiado en la gente, he conseguido grandes logros con poca gente. Ahí ves en la estantería la Enciclopedia del románico en la península ibérica, va por el tomo 48, han trabajado arquitectos de toda España en paro, fotógrafos, arqueólogos… Es decir, puedes hacer muchísimo, te lo pasas bien y la vida te lo paga. A mí la vida me ha pagado en fama, en amigos y, además, hago lo que me gusta, no me cuesta trabajo. ¿Hacer la Enciclopedia? Una gozada. Claro, tienes que buscar el dinero, tienes que hablar con el de arriba y el de abajo y con el que haga falta; es decir, tienes que poner todos los medios para conseguir una cosa que es buena para el país, para el románico. Entonces, ¿tiempo? El que haga falta, pero te lo pasas bien y merece la pena.

Hábleme de las viñetas que le dan de comer, de su tira diaria en el periódico El País.

Me gustaba mucho hacer caricaturas desde niño y cuando me enteré de que iba a salir un periódico liberal progresista pensé: “Ese va a ser mi periódico” y empecé a ejercitarme para hacer una tira, inspirándome en mis personajes favoritos, que son Carlitos y Snoopy y Mafalda. Empecé primero en Informaciones, fui muy amigo de Jesús de la Serna (que fue su director), al que he acompañado en sus últimos meses y fue un privilegio. Es una profesión que me encanta, porque somos pocos humoristas y hay una gente estupenda. He tenido la suerte de ser amigo de Chummy, de Mingote y de todos. Yo he venido haciendo política –porque soy muy político y me gusta la política- pero de otra manera, haciendo cosas en la sociedad, con personas y con sentido de la responsabilidad, como decía antes. Y en la tira diaria, pues me lo paso bien y me pagan y tiene repercusión, ¿qué más puedes pedir?

¿Se le enfadan los políticos?

No. Se enfadan si no salen. Yo cuento cómo veo las cosas, pero les trato bien. A lo mejor alguno se enfada. Yo sé que hay algunos que no les ha gustado cómo les trataba: Tierno en su tiempo, Anguita y Aznar tampoco; hay quienes piensan que no les haces justicia. Pero, simplemente convirtiéndoles en personajes de historieta, les humanizas, porque la historieta es benévola, es el milagro de la tira mía. Yo alguna vez he pensado: “Qué buen humorista sería si tuviera mala leche”, pero luego me dije: “Pero no sería yo”. Y si les tratas con ternura tienes más credibilidad, saben que les aprecio. Me dan de comer, fíjate si les apreciaré. Y cuanto más personaje, mejor. Mi personaje favorito era Fraga, era un volcán.

¿Eran más fáciles los personajes de la transición que los actuales?

Eran más fáciles, la gente les conocía mejor, duraron mucho. Y tenían una personalidad de la que era más fácil hacer el eco. En algunos tienes que hacer una recreación, porque Suárez, si le pones de pie, se le parece, pero si le pones encima de una columna, tiene mucha más fuerza. O Carrillo, si le metes en el agujero o Gallardón, cuando era el faraón, revestidos de un símbolo, como los dioses, los santos o los héroes, todos tienen un atributo, la gracia está en pillar ese atributo.

Su viñeta de hoy y la de muchos días va del tema catalán, del debate del referéndum. ¿Se atreve a hacer un vaticinio?

Esto tiene mala salida porque estamos movilizando sentimientos excluyentes. Eso que dicen de que nos roban… Oye, en todos los países tributamos las personas, los contribuyentes, no tributan los territorios. Entonces una persona que tiene más ingresos debe de tributar más porque el que no los tiene no lo puede pagar, es obvio. Entonces todo lo que sea despertar sentimientos excluyentes en un mundo globalizado, poner barreras y fronteras, ellos y nosotros, se aleja de la fraternidad, se aleja de la hermandad, nos separa tanto como la riqueza y la pobreza, la cultura y la incultura. Lo que tenemos que hacer es tender puentes. ¿Qué hace un creador?, poner su investigación al servicio de todos. ¿Por qué progresa la humanidad?, porque hay sabios, hay genios, hay poetas, pintores… que son como los manantiales, su razón de ser es sacar de sí y hacer que la vida mejore. No podemos hacer una sociedad que se repliegue, que diga “somos mejores”, porque cuando decimos que somos diferentes queremos decir que somos mejores o somos más ricos o más guapos o tenemos mejor historia. Yo creo que lo bueno de Europa es que ha ido tirando fronteras. Europa, que por unos metros de frontera se han matado diez o quince millones de personas en una guerra y ahora, ¿vamos a empezar a poner fronteras? Lo bonito de la vida es que vas a un país y te sientas de allí, la riqueza que da la variedad es extraordinaria, pero renunciar a Cervantes, al Prado, a una historia riquísima, 400 millones que se sienten como nosotros, que vas a Venezuela o Argentina o Cuba y estás en casa… Y otros dicen lo contrario, nosotros, nosotros. Cuando hay un “nosaltres i vosaltres”, mal asunto, porque todos somos “nosaltres”.

Al final, volvemos a hablar de la novela. Se le ve exaltado, apasionado con la tarea realizada. Me cuenta cómo ha puesto todo su sabiduría acumulada en ese proyecto: su conocimiento del románico; pero también su mentalidad de arquitecto, acostumbrado a organizar y estructurar, poner y quitar andamios, porque una novela –dice- también se construye así y también en ella al final hay que quitar el escombro y limpiar mucho; o cómo su costumbre de retratar a personajes de poder en la viñeta le ha ayudado a la crear a los protagonistas de la novela. Todo, sacando ratos en los viajes, entre tarea y tarea, como un auténtico trapero del tiempo.

Se le ve emocionado, seguro que esta novela no es la última.

¿Tú sabes lo que es empezar una nueva vida con casi 73 años? Es la leche. Ayer, cuando me dieron los primeros ejemplares, iba por la calle emocionado. Y me han dado un premio. Pero ¿será posible? Lo importante es ponerse, una disciplina y saber qué vas a contar. Yo soy disciplinado porque me acostumbré a que me tenía que ganar la vida y que todo dependía de mi. Me vine del pueblo en un camión de galletas y esperaban que ayudara a la vuelta. Y el truco consiste en aplazar la satisfacción (“ahora no puedo hacer esto”) y ese es el truco. Yo trabajaba y estudiaba y cuando regresaba de noche del instituto, cenaba y me quedaba sólo una hora para estudiar porque al día siguiente madrugaba. Y los demás compañeros de la residencia del Hogar del empleado veían la tele, pero yo no podía. Hay que saber aplazar la satisfacción. Con el “esto lo quiero ya”, no se va a ningún sitio. Hay gente que hace cola toda una noche para ser el primero en comprar un teléfono. Y, ¿esa es la felicidad?

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