Rafael Corso: “Asumirnos cada uno como una misión en esta vida reclama de nosotros una respuesta”

Entrevista a Rafael Corso, presidente de la Acción Católica Argentina y coordinador del Foro Internacional de Acción Católica

PREGUNTA: ¿Cuál ha sido la experiencia creyente que te ha traído hasta aquí? ¿Quiénes son tus referentes?

El argentino Rafael Corso presidente de acción católica

Rafael Corso. FOTO ALANDAR

RESPUESTA: Gracias a Dios, muchas han sido las experiencias de fe presentes en mi vida, empezando por la de mis padres, hermanos y abuelos, personas simples y sabias que me hicieron vivir la fe en lo cotidiano, en la oración de la noche, en la acción de gracias, en la petición confiada, en la alegría hecha canto, saludo, eucaristía, amistad, trabajo, visita, solidaridad, comunión.

Muchas personas están en mi mente y en mi corazón. La familia nueva, la experiencia vivida con mi esposa y mis hijos, la familia grande, los amigos de la vida, compañeros de estudio, compañeros de trabajo, hermanos de todo el camino en la Acción Católica, religiosas, sacerdotes, obispos… ¡Cuánto para agradecer!

P: ¿Qué tarea desempeñas en la Acción Católica Argentina y el FIAC?

R: Mi servicio y mi misión es la de presidir la Acción Católica Argentina, tarea compartida con el Consejo Nacional y todos los dirigentes nacionales de niños, jóvenes, adultos y sectores sociales, y de coordinar el Foro Internacional de la Acción Católica junto al Secretariado conformado por los países representantes (Burundi, España, Italia, Senegal y Argentina), así como la Secretaría Ejecutiva y Permanente del FIAC, los equipos continentales y por edades y los asesores eclesiásticos que nos acompañan en todas las instancias del trabajo institucional nacional e internacional.

P: ¿En qué medida la experiencia de origen en Argentina está marcando la línea del pontificado de Francisco? ¿Qué es lo mejor que está aportando América Latina a los caminos de la Iglesia mundial?

R: Entiendo que hay una impronta en el Papa Francisco deseada por la comunidad eclesial y es la impronta de su personalidad y de su camino pastoral concreto, desarrollado en la Argentina, con todas las características que el Espíritu santo fue suscitando en el ardor y la pasión de su entrega. La V Conferencia Latinoamericana de los obispos celebrada en Aparecida dio testimonio de una Iglesia Latinoamericana madura y joven, capaz de una lectura abarcativa de los desafíos y de las propuestas. No solo sumidero de referencias históricas sino fuente vigorosa para la Iglesia universal. Atenta, cercana, “con un oído en el Evangelio y un oído en el Pueblo”, camino de “discípulos misioneros para el mundo de hoy”.

P: La crisis medioambiental y migratoria, la emergencia de peligrosos extremismos que van copando el tablero político internacional y la reivindicación de los derechos de determinados colectivos (mujer, juventud, personas migrantes) parecen ser las luchas de nuestro mundo hoy. ¿Qué papel está llamada a desempeñar la Iglesia ante estos retos?

R: El Papa Francisco nos pone frente al grito de los pobres y de todas las periferias existenciales, en sintonía con los gritos de la Tierra, de un planeta que se desangra frente a nuestros ojos.

Los migrantes dan prueba evidente de esta necesidad puesta en marcha con paso firme hacia los espacios que prometen mejores posibilidades. Un caminar a veces tortuoso y desesperante que todos sabemos se ha transformado muchas veces en una trampa mortal. Superar esta indiferencia clama al corazón de las mujeres custodias de la vida y de los jóvenes de espíritu que arden con el deseo de hacer nuevas todas las cosas con los valores del Reino de Cristo: verdad, vida, santidad, gracia, justicia, amor, paz y misericordia.

La Iglesia experimentada, “madre y maestra”, esta llamada cada vez con más fuerza a ser voz inequívoca de los que no tienen voz. Asumirnos cada uno como una misión en esta vida reclama de nosotros una escucha, un discernimiento, una respuesta… ¡¡Necesitamos una Iglesia joven y unida!!

P: ¿Cuál es la aportación que puede hacer una realidad histórica como la Acción Católica, en sus diferentes variantes, en ese sentido?

R: Me gustaría referirme a la Acción Católica como expresión de un laicado maduro que vive la experiencia del Pueblo de Dios, pueblo peregrino que construye la Historia. Nuestro trabajo en esta dimensión es amistad personal y social, servicio y entrega. Es caridad que construye una convivencia inclusiva e integradora donde no hay diferencias esenciales. Hay vocaciones, misiones, necesidades, anhelos, proyectos, … y una sola y gran familia humana, fraterna y solidaria, que nos invita a vencer los límites del apego, del centralismo, del ombliguismo. Impregnar la existencia de sentido y fin, camino comunitario esperanzado y esperanzador.

P: ¿Qué desafíos tiene por delante para ser realmente un cauce para el compromiso militante de las personas creyentes en sus ambientes?

R: Remover la roca de nuestro egoísmo exacerbado y de los proyectos hedonistas y consumistas que absorben la fuerza vital tan necesaria para proyectos comunitarios justos, humanizantes y trascendentes. Proponer comunidades de fe abiertas, receptivas, “hospitales de campaña” para acoger la vida como viene y no solamente como quisiéramos que fuese.

Esto exige de nuestra institución ser un germen de servicio comunitario para crecer en una fe encarnada, para crecer en humanidad, en capacidad transformadora. Planteo de trabajos pastorales en el territorio parroquial, asumiendo la parroquia como casa y escuela de comunión y el barrio como hábitat. Y, junto a esto, el trabajo especializado en el propio ambiente, espacio de realización de la vocación personal y profesional. Que, como en el taller de Nazaret, seamos apasionados en hacer las cosas bien y hacerlas para el bien.

P: En el panorama anteriormente descrito parecemos asistir a una orfandad de referentes internacionales, de líderes políticos que aporten una mirada lúcida, dialogante y comprometida con la realidad mundial. La presencia de Francisco aparece, en este contexto, como un faro que está siendo guía e inspiración para mucha gente ¿En qué le pedirías que diera más pasos para la transformación de una Iglesia que sea creíble y esté verdaderamente al servicio de las heridas de nuestro mundo?

R: Es evidente que el Papa Francisco y muchos laicos, clérigos, religiosos y religiosas, obispos y consagrados lo dan todo… ¡En nuestro tiempo hay extraordinarios testigos de santidad! Cada uno de nosotros seguramente puede dar testimonio de una santa o un santo de “la puerta de al lado”. Pero son contrastantes los casos de personas con conductas enfermas y hasta atroces que componen la Iglesia y la sociedad en su conjunto: abusadores, paranoicos, ambiciosos del poder y el dinero… Estos son los casos más desgarradores de nuestro tiempo que requieren de decisiones más rápidas y profundas a fin de proteger a los más pequeños y frágiles de la comunidad en primera instancia y también a las personas enfermas y conflictivas con las determinaciones que la ley dictamine para iniciar caminos de expiación de culpas y reforma.

Otro aspecto que necesita una pronta redención es el caso del clericalismo sacerdotal y laical. Necesitamos vivir intensamente un modelo de iglesia sinodal que, enriquecida en todas sus diferentes vocaciones, camina junta y unida. Formas de trabajo estables que aseguran procesos continuos a través de una organización dinámica al servicio de la misión y organismos que favorezcan y sirvan a la pastoral de conjunto en los distintos niveles.

P: ¿Cuál es la Iglesia y el mundo que sueñas?

R: Rezo y trabajo por un mundo más humano, más cristiano, fraterno y solidario. Un orden social local, nacional e internacional que cure las heridas de los más pobres y sufrientes y genere estructuras virtuosas para el desarrollo integral y equitativo de las personas y en particular de los niños, necesitados de cuidados y amor, urgidos de experiencias de bien que los hagan crecer con alegría y esperanza.

Reclamo y me comprometo en la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo integral, humano y sustentable y rezo y trabajo por una Iglesia que se hace pan que se parte y reparte, generadora y dadora de vida a imitación de su maestro. Enamorada y fiel a Jesús de Nazaret, el hijo del carpintero, carpintero también de oficio…el hijo de María, la virgen madre, humilde y fiel, fuerte, solidaria y cercana, … Jesús, el Cristo, el mesías y salvador ¡¡Dios con nosotros!!

Álvaro Mota Medina
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