La declaración en Egipto como “grupo terrorista” de los Hermanos Musulmanes por parte del Gobierno del presidente interino, Adli Mansur, ha sido un nuevo eslabón en la cadena de incertidumbre que vive el país desde la “revolución” de la primavera árabe de 2011, que terminó con la caída de Hosni Mubarak. Las posteriores elecciones, las primeras democráticas celebradas en el país del Nilo, fueron ganadas por el histórico movimiento islamista de los Hermanos Musulmanes, encabezado por Mohamed Mursi, depuesto por un golpe de Estado en julio de 2013. Bajo la tutela del ejército, ahora el pueblo está a la espera de unas nuevas elecciones. Mientras, la fractura social va incrementándose. Testigo de estos acontecimientos es Expedita Pérez, misionera comboniana que, desde hace dos años, realiza su labor en El Cairo, trabajando con personas refugiadas llegadas de Sudán.
¿Cómo describiría la situación en Egipto tras la caída del presidente Mohamed Mursi?
Después de la caída del presidente Mursi he visto renacer la “esperanza” en el pueblo Egipcio. El momento actual es de transición y, por tanto, precario e incierto en muchos aspectos, sobre todo por la reacción violenta del movimiento de los Hermanos musulmanes. También por el temor de que nuevamente se le arrebate al pueblo lo que lleva pidiendo desde la primera revolución en 2011.
¿Los Hermanos musulmanes han decepcionado a la ciudadanía egipcia?
Creo que sí, por lo que he vivido en este año de gobierno del ex presidente Mohamed Mursi. El pueblo se ha dado cuenta de que ellos no estaban dispuestos a cumplir lo que habían prometido durante la campaña electoral y sentían que, poco a poco, se les quería obligar a vivir según la ideología religiosa radical del movimiento aunque no se pertenezca a él.
Comunidades marginadas
¿Cree que se está incrementando la persecución a la población cristiana tanto en Egipto como en Oriente Medio?
La persecución a los cristianos es perpetrada por minorías radicales o fundamentalistas islámicas presentes en Medio Oriente y no por la comunidad musulmana en general. Sabemos que las minorías cristianas en países islámicos no tienen los mismos derechos que tiene la comunidad musulmana. Por tanto, están marginadas y, en cierto modo, más expuestas a los ataques de los grupos fundamentalistas. En los últimos años estos grupos han estado muy activos y se han dado a conocer mucho más. Han adquirido mayor poder político y económico, ayudados también por los países occidentales. Todo esto unido al hecho de que ellos ven a Occidente igual a cristianos, igual a enemigo.
¿Sabemos realmente lo que está sucediendo?
Creo que en Occidente, en España concretamente, no se conoce mucho sobre la ideología de estos grupos fundamentalistas y sobre sus consecuencias cuando ésta se aplica. En ella no existe libertad para el ser humano y tampoco respeto y aceptación de las diferencias.
¿Está silenciada la persecución religiosa?
Sinceramente creo que sí y no sé por qué, aunque me duele como cristiana. ¿Será por miedo a romper equilibrios económicos internacionales? ¿Por indiferencia? ¿Por temor a parecer “tradicionalistas y retrógrados” en esta parte del mundo que considera a Dios casi como una reliquia del pasado?
¿Los cristianos y cristianas están saliendo a la calle a reivindicar sus derechos?
Por lo que he oído por parte de los mismos cristianos, ellos se mantenían casi al margen de la política hasta el 2011, a excepción de los cristianos evangélicos, que eran algo más activos. Ya en ese año muchos jóvenes cristianos salieron a la calle junto a sus amigos musulmanes para pedir libertad, justicia y pan para todos. En ese momento los jóvenes cristianos coptos ortodoxos no fueron apoyados por papa Shenuda, pero igualmente salieron a la calle junto a los otros jóvenes. En la segunda revolución, la de junio de 2013, han salido muchos más y, esta vez, apoyados por su nuevo papa, Tawadros. Los jóvenes, como el resto del pueblo, desde la primera revolución han deseado dejar claro que ellos salían a la calle como egipcios y no según su identidad religiosa.
¿Usted siente miedo por su labor en El Cairo?
En estos dos años creo que he vivido con el temor-miedo y prudencia que todo egipcio está viviendo en estos momentos tan delicados y violentos en algunos momentos. Cuando sabes que existen algunos hermanos que están usando la violencia para imponer sus ideas, intentas no exponerte allí donde sabes que el peligro puede ser mayor.
Refugiados y refugiadas de Sudán
¿Cuál es su labor con las personas refugiadas que llegan de Sudán?
Trabajo como jefa de estudios en las tres escuelas que mis hermanos Misioneros Combonianos han abierto desde finales de los años 80 para los refugiados sudaneses en El Cairo. Una de las tres escuelas tiene ESO y Bachiller. Son escuelas muy sencillas y pobres, con 40-60 niños por clase y con maestros en general muy buenos pero que, apenas encuentran un trabajo mejor retribuido, se nos van. Este es uno de nuestros mayores problemas, ya que cada año tenemos que volver a empezar la formación de los nuevos maestros y profesores. Otra de nuestras preocupaciones es el estado de salud de nuestros alumnos. Tenemos muchos casos de anemia y de problemas por falta de calcio. También acompaño el programa intercultural que, desde hace años, tenemos con otras escuelas de niños egipcios.
¿En la vida diaria trabajan conjuntamente personas cristianas y musulmanas?
Sí. En la vida diaria las relaciones entre cristianos y musulmanes moderados son muy normales. Como pueblo son muy acogedores y abiertos con todos. Cuando viajo en el metro me encanta ver a mujeres musulmanas y cristianas –es fácil ver la diferencia por su forma de vestir- compartir y reír juntas. A algunas, incluso, ya las conozco pues me las encuentro cada día laboral en la calle.
¿Aquí vivimos muy lejos de la realidad de los pueblos empobrecidos?
España ha sido siempre un pueblo muy solidario y lo sigue siendo, aun en estos momentos de crisis.
¿Somos conscientes de que la pobreza del Sur hace posible la riqueza del Norte?
Creo que esta conciencia ha ido aumentando con el paso de los años, pero aún queda mucha gente por tomar conciencia de ello.
Pese a todo, ¿mantiene la esperanza?
¡Ciertamente! Tenemos muchas más razones para esperar que para no hacerlo. Es bueno recordar de vez en cuando un antiguo proverbio que dice: El mal es como un árbol que cae y cuando lo hace produce mucho ruido… Mientras que el bien es como la selva que crece cada día -y mucho- pero sin ruido, en silencio… Para nosotros, los creyentes, Jesús es nuestra esperanza y sabemos que él vive.
¿Se imagina no siendo misionera?
No. Imposible. Sería otra persona y no la persona que yo soy. Es parte de mi ADN y de mi DNI.
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