
Un día pasa alguien por tu vida, te cuenta o dice algo, y puede que lo cambie todo o puede que no. Puede que sean varias las personas, y muchas las cosas que tengamos que escuchar e, incluso, que a veces sea una misma la que abre los ojos, decide, opta, renuncia… En fin, será en cualquier caso el Señor, quien con tanto cariño nos va dando empujones.
La cuestión es que a lo largo de mi adolescencia, diría que con quince añitos, me aseguré a mí misma que, llegado el momento, me iría a conocer el Sur, a vivir el Sur en primera persona, a escucharlo, a orarlo. Bueno, entonces no lo decía tan así, pero ciertamente con los años mis aspiraciones fueron completándose y alimentándose gracias a otras experiencias, hasta sentir, como decía, la necesidad de vivir el Sur.
Ya hace más de un mes que regresé a Valencia después de vivir tres intensísimos meses en Cochabamba, Bolivia. Tres meses muy felices, muy esperados, y pienso que muy exprimidos.
La ilusión del viaje
Después de un período de formación tanto intelectual como humana, así como de implicación en la ONGD InteRed, donde soy voluntaria, el 23 de mayo llegué a Cochabamba, con gran desconcierto, mucha ilusión, y sin maleta, algo habitual cuando coges cuatro o cinco vuelos. El cansancio, la altura, la novedad, la ausencia de tu gente, nada de eso notaba los primeros días, por fin se hacía realidad este sueño, y Bolivia empezaba a abrir la caja de regalos que tenia esperando para mí, una caja que no se cerró hasta el último suspiro, o más bien sollozo que allí se me escapó.
De todos esos regalos hoy quisiera hablaros sólo de tres.
Capacidad de sorpresa
Empezaré por el más sencillo, posiblemente el menos significativo, pero reconozco que a mí me maravilló. En Bolivia me reencontré con mi capacidad para sorprenderme, mil sorpresas en una, y una detrás de otra, y no hablo sólo del cambio de vida, que, por supuesto, es grande y encierra un montón de novedades. Además, recuerdo infinidad de respuestas inesperadas, de conductas nuevas, de hábitos, actitudes, costumbres de lo más familiares a lo más desorientadoras, pero también olores, acentos, palabras que confunden, miradas y risas que tocan por dentro, porque el cariño no entiende de territorios. Yo tampoco.
¿Cuántas veces nos sorprendemos en nuestro día a día? Nos encerramos en nuestras saturadas agendas, obligaciones, compromisos, algún caprichito y dos, tres hobbies, y difícilmente nos dejamos sorprender, nuestro mundo es así y así, y ya lo hemos visto todo, lo sabemos todo, y no hay mucho más. Esto es llevado al extremo, pero no tanto, quizá hayamos dejado de mirar de verdad, o de detenernos lo suficiente para alcanzar ese premio, no siempre dulce, que son las sorpresas.
Reencuentro con la vocación profesional
El segundo regalo fue algo con lo que no contaba ni cuando de adolescente imaginaba esta experiencia, ni en todo este tiempo y del que no fui consciente hasta avanzado un tiempo en Cochabamba. Les explico. Soy periodista de vocación temprana y en la actualidad de profesión frustrada. No he de detenerme mucho para explicar mi desilusión ante el periodismo que predomina, que nada tiene que ver con el transformador, con el que da voz a los acallados, con el que se sabe con un papel responsable en la sociedad, y trabaja pensando en el bien de ésta sin ponerse fronteras, ni pintarse de un color. La persona y la dignidad humana como única pegatina.
Quizá pida demasiado, pero hoy consumimos a la fuerza lo contrario y yo no quiero contribuir con ello. Así que visto y vivido lo descrito, una termina la carrera, hace sus pinitos entre esos medios y se convence de que no es su sitio, encontrándolo entre ONGD’s, el trabajo con jóvenes, tratando de vivir con la coherencia que nos dejan, y empieza a olvidar sus sueños reporteriles, cuando la misma se encuentra de repente haciendo su voluntariado internacional en Radio CEPRA CEPJA, y no puede creer tal regalo.
Radio CEPRA CEPJA es una radio comunitaria y educativa y por ello alternativa en la red de medios privados que acaparan la comunicación boliviana con todas las tropelías a su espalda que podamos imaginar, haciendo un daño al país ojalá no irreversible, pues respondiendo a sus intereses promueven descaradamente la confrontación, el desentendimiento, la crispación… En ese contexto la posibilidad de participar en una radio pensada y que trabaja por y para la comunidad es, a la par que una responsabilidad, una oportunidad única, y así ha sido. Más aún cuando mi llegada coincide con la voluntad de lanzar y diseñar una nueva franja horaria, el nombre lo dice todo: Tejiendo Redes de Transformación Social.
Desde bolivianizar mi lenguaje, aunque sin camuflar mi “españolísimo” acento, empaparme a contrarreloj de la realidad del país, con los ojos y oídos siempre abiertos, y la máxima prudencia y humildad al participar o conducir diálogos, entrevistas, preparar contenidos, descifrar necesidades, temas de interés, etc, etc, a interactuar con los principales actores sociales cochabambinos, movimientos sociales, colectivos, y preguntarles, mirándoles a los ojos, qué país sueñan, y cómo van a aportar a ese sueño. Reconozco que he tenido que esforzarme para no soltar alguna lágrima de la emoción.
Espacios de diálogo social que se combinan junto a programas educativos que, desde el lanzamiento de la radio, en 2006 se ven respaldados por una gran participación de la comunidad. Derechos humanos, medio ambiente, interculturalidad, orientación psicológica familiar y género generacional, siempre acompañados en el estudio por profesionales en estas materias. ¡Qué mejores compañeros y compañeras a un lado y otro de las ondas!
La familia boliviana
Y después de un regalo así, una ya se da con un canto en los dientes, pero resulta que tiene más suerte aún, pues durante tres meses se ha visto rodeada de una gente maravillosa, que se le ha ofrecido como una familia, con lo difícil que es acoger como una hija, para despedirte no mucho más tarde. Una familia que he dejado en Bolivia muy numerosa y que me ha enseñado muchísimo, un país con gran futuro pese a las noticias que llegan (estratégicamente magnificadas) pero que muestran la gran dificultad que es rehacer un país, cuando los de siempre mantienen el poder que les da el dinero, ignorando la voluntad del pueblo con quienes juegan miserablemente… El compromiso de tantos bolivianos y bolivianas dará fruto, ésa es nuestra esperanza.
Tres regalos y más, a cambio de medio corazón que he dejado allí. En la distancia física, pero en la cercanía de sabernos en el mismo camino, hoy y siempre Tejiendo redes de Transformación Social.