“Los Evangelios para sanar”
Alejandro Jodorowsky
Ediciones SIRUELA
Si me atrevo a llamar loco a Jodorowsky, pretendiendo con ello identificarlo con el arcano así titulado de su querido Tarot y más bien pienso que le halago en lugar de ofenderlo. Pues de él dice que representa “el eterno viajero que anda por el mundo sin vínculos ni nacionalidad, desprendido de cualquier necesidad, de cualquier complejo, de cualquier juicio, al margen de cualquier prohibición…” teniendo en cuenta este talante y virtud, del que el autor bien se precia, es como ha de leerse su libro.
Al leer su libro, me viene a la memoria: ¡Lo que hay que oír..! Rica expresión ésta, que la misma Radio Nacional la ha escogido como anuncio de uno de sus programas de música clásica. Quizá está en su ambivalencia, la fuerza que ella tiene. Leyendo el libro, más de una vez bien quisieras exclamar de esa manera…¿En qué sentido?, admirados de lo que leemos, porque ”…cuando uno ama un tema, nada le resulta más bello (y admirable) que escuchar a otros hablar de él…” ; -nos dice Alejandro- y así sucede leyendo estos comentarios sobre el Evangelio, al que tanto amamos.
Empecemos por María: “…Me impuse el problema de saber qué representa la Virgen María en mi interior-nos dice –… María es la materia, la madre, la carne. Ella representa el cuerpo, nuestro cuerpo… la humanidad entera…Por primera vez la divinidad está en el interior de su obra, la humanidad da su carne para gestar la divinidad; María se convierte en el centro de la Humanidad…Su creación en el vientre de María fue una epopeya maravillosa…”.
Aquí, como en otros muchos pasajes del libro, otras palabras de la Biblia nos vienen a la memoria; en este caso son las de San Pablo a los Colosenses, “El Misterio guardado oculto desde el origen de los siglos por todas las generaciones, ahora empero, manifestado a sus santos”. En todo el libro hay una rica concordancia de la Sagrada escritura.
Más de una vez también hemos sentido ganas de emplear la misma exclamación, pero con el otro sentido peyorativo que ella conlleva; como por ejemplo cuando nos decían que el niño Jesús salió del vientre materno, lo mismo que un rayo de sol pasa por un cristal ..(¡…!).. En cambio Jodorowsky nos dice que, en el nacimiento, “…la vagina de la Virgen acaricia cada parte del cuerpo de su hijo con un amor infinito…” Ésta es otra manera de meditar en el Evangelio y ver en las más mínimas expresiones de lo revelado lo divino que hay en ellas, por vulgares que nos parezcan y sin tabú alguno que nos lo impida. María, es central en los siete capítulos que hablan de la Anunciación, de José, del Nacimiento, de los Magos, de la Circuncisión,etc.; y no está de más decir que el autor es inflexible en denunciar la deformación, que de lo erótico y de lo sexual, se hace tantas veces sirviéndose de la Virgen María…
Muchos otros más, de estos atrevidos comentarios, nos gustaría poderlos reseñar. Para terminar, sólo deciros que leyendo los que hace sobre el Padrenuestro, consigue disipar de tan bella oración el peligro de resultarnos rutinaria. Y también, que la Cruz es el triunfo total de Cristo sobre el universo: con su grito en ella, al morir –escribe Jodorowsky- “Cristo ha inseminado la tierra, las piedras, los animales, la raza humana…Es un grito de inseminación. No puedo describirlo –dice- porque no existen palabras para ello: está fuera del lenguaje…”
¡Qué contenido tan místico y espiritual da a sus interpretaciones!, pero al mismo tiempo qué demoledor para una catequesis que ha perdido toda inspiración. Compradlo y leedlo con cariño, pensando que el “loco” que lo ha escrito os quiere, no sólo como lectores, sino también como miembros del Cuerpo Místico, según nos lo hace ver así en el libro.
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