Alternativas portadoras de esperanza

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Foto. Cristianisme i JustìciaLas semanas post Foro Social Mundial tienen siempre algo de resaca. La intensidad de estos días tunecinos le deja a uno con la sensación de haber asistido a un torrente de ideas, conflictos, soluciones, posibilidades, límites… Esta sensación, que es común a todos los foros, en Túnez se ha multiplicado por diez, por las circunstancias que allí se viven y que dan a la ciudad un carácter febril de laboratorio político y de ideas. La primavera árabe tiene, salvando todas las distancias, algo de revolución de los sesenta con esperanzas e incertidumbres movilizadas a la vez. El laicismo más militante de sustrato francés convive estos días en la arena pública con las propuestas islamistas y, entre ellos, una gama inmensa de grises que para la persona no iniciada producen un espectáculo, cuando menos, sorprendente.

Más allá de la coyuntura local, el foro –que se celebró entre el 26 y el 30 de marzo– es un enorme escaparate de las grandes causas globales. Aquellas causas que se han ido tejiendo como resistencia a un modelo político y económico que está tensando la cuerda de la inhumanidad hasta límites insospechados. El foro nació en el Sur, cuando ese Sur experimentaba en su propia carne las contradicciones de un sistema que ya entonces aparecía como el único posible, el final perfecto de la historia. Brasil, en aquel momento uno de los llamados países en vías de desarrollo y, más en concreto, una ciudad -Porto Alegre- levantó la bandera de la contra-globalización o, mejor, de la “altermundialización”. La intuición sigue siendo válida: ante la globalización liberal y capitalista que mercantiliza y destruye a los seres humanos, una globalización de la resistencia y de las personas damnificadas.

Hoy el foro resuena o debería resonar también en el Norte, desde que -a partir de la crisis financiera que estalló en 2008 y de la deslocalización de parte de nuestro tejido industrial- despertamos de un sueño y tomamos conciencia de que, a causa de una deuda impagable, nuestras políticas ya no se decidían ni en Barcelona ni en Madrid, sino en otras partes del mundo al dictado de los llamados “mercados financieros”. Ningún país en solitario puede hacer frente a esta nueva dictadura del capital y necesitamos articularnos con otros para hacer fuerza juntos. Hoy en día, los movimientos “altermundistas”, con todas sus debilidades, son el único contrapeso real a una situación que no para de generar violencia, pobreza y desigualdad. Una china en el zapato del sistema, pero una china que molesta e incomoda.
 Foto. Cristianisme i Justícia
Pero no solamente el sistema económico y la deuda requieren actuaciones y contrapesos globales. La cuestión del cambio climático, por sus causas y por sus efectos, solamente puede abordarse a partir de grandes tratados vinculantes a nivel mundial. Los fracasos de las recientes cumbres climáticas no han hecho sino corroborar tanto el peso de determinados lobbies, como la poca o nula capacidad de los gobiernos para afrontar un tema en el que se juega algo tan “insustancial” como la supervivencia del planeta.

Respecto a la soberanía alimentaria, el foro abogó una vez más por las pequeñas explotaciones agrarias que destinan la producción al consumo de base local. Explotaciones respetuosas con la tierra y que extraen de ella lo necesario para la alimentación de las comunidades del entorno. Fenómenos como el acaparamiento de tierras, la producción destinada a biocombustibles, el papel de las agroindustrias, la especulación con el precio de los alimento, etc., además de provocar en algunas zonas escasez de alimentos y hambre, está desmantelando las estructuras agrícolas tradicionales, impulsando a millones de personas a desplazarse hacia las ciudades y generando modelos de desarrollo económico basados en la explotación agraria que no son sostenibles a largo plazo.

Organizaciones como Vía Campesina han recogido experiencias de resistencia en diferentes lugares del planeta y han denunciado la enorme presión que se está ejerciendo sobre las estructuras agrícolas tradicionales.

La inmigración fue otra de las cuestiones globales presentes en el foro. A pesar de que la libre circulación es uno de los derechos humanos fundamentales (Art. 13), lo cierto es que esta movilidad ha quedado reducida al comercio con seres humanos. La inmigración es hoy simplemente un flujo de mano de obra que se deja abierto cuando existe demanda de fuerza y brazos, pero que se cierra con grandes muros en el momento en que el flujo migratorio no se puede asumir. Una patera de la que surgía una lista de más de 16.000 nombres, víctimas todas ellas de un intento desesperado por llegar a Europa, era el signo visible de una realidad inabordable solamente con políticas migratorias restrictivas.

Foto. Cristianismo i JustíciaLa declaración final del Foro incluyó una referencia a los medios de comunicación, propugnando su democratización y reconociendo en ellos un actor clave de la “altermundialización”. La poca presencia que los medios oficiales tuvieron en Túnez, en relación a la cobertura que se da, por ejemplo, a eventos como el Foro Económico de Davos, es un ejemplo claro del largo recorrido que existe aún para que estos grandes temas que amenazan a la humanidad tengan un merecido espacio en los medios de comunicación convencionales.

Y, finalmente, Túnez fue también el foro de la mujer. El volumen de actividades dedicadas a la cuestión del género, la enorme presencia y participación de las mujeres en ponencias y debates, han sido un signo de que algo está cambiando de facto en la situación mundial. Porque muchas de las cuestiones tratadas en el foro son causas que afectan directamente a las mujeres de todo el mundo. Éstas acostumbran a ser el último eslabón en la cadena de los efectos y las consecuencias de los problemas que hemos ido enumerando. Ellas son también las más interesadas en el cambio, por una particular vinculación a la vida y una especial empatía con el sufrimiento.

Cabe mencionar también la discreta pero significativa presencia de la teología y la espiritualidad en el foro, presencia que, desde Cristianisme i Justícia, entendemos como una muestra de la íntima y profunda vinculación entre los temas discutidos y lo esencial que hay en todas las religiones: respeto profundo por la justicia, la creación y la vida humana.

La “tensa cuerda de la inhumanidad” termina por afectar a la humanidad entera, a todos y a todas y solamente desde la humanidad en su conjunto podrán generarse en el futuro alternativas portadoras de esperanza.

Puedes leer la declaración final del Foro Social Mundial de Túnez 2013 en www.fsm2013.org/es/node/12975

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