Sabemos que, aunque vivimos en un mundo de abundancia, aún hay muchas personas que sufren hambre. Niños y niñas que apenas pueden comer una vez al día, en los países empobrecidos del Sur pero también aquí al lado, en los barrios marginales de nuestras grandes ciudades.
Cuando afrontamos esa realidad es fácil que aflore un sentimiento de frustración, la sensación de que no podemos hacer nada para luchar contra ello, que eso depende de decisiones a alto nivel en las instituciones internacionales y los gobiernos. Y es cierto que las políticas de comercio internacional, los aranceles y las ayudas al desarrollo son cuestiones que se deciden en las altas esferas.
Para dar respuestas a esa inquietud y ese sentimiento de frustración, desde la campaña Derecho a la Alimentación: Urgente un grupo de ONG está decidido a hacernos ver que también tenemos un papel en la erradicación del hambre y la pobreza. Con esta finalidad ha editado una guía titulada “Hambre de justicia: siete compromisos capitales en la lucha contra el hambre”, que constituye un impulso para que cualquier persona actúe, desde sus posibilidades y sus decisiones cotidianas, en la lucha contra el hambre.
Para hacer esto posible, la campaña plantea siete compromisos aptos para todos los públicos: compromiso como persona informada, compromiso como votante, compromiso como persona ahorradora, compromiso como persona consumidora de alimentos, compromiso como persona compradora de alimentos, compromiso con el comercio justo y compromiso como activista de la solidaridad.
“No todo el mundo se sentirá llamado a las mismas cosas, pero es importante que cada quien descubra a qué se siente llamado en el esfuerzo colectivo para promover el derecho humano a la alimentación”, afirma José Mª Medina, director de Prosalus y coordinador de la campaña Derecho a la Alimentación: Urgente. “Esta búsqueda personal es el primer componente del compromiso y, probablemente, el más difícil”, señala Medina en el prólogo de la publicación, con la que las organizaciones quieren “ofrecer reflexiones, ideas, propuestas… que ayuden a encontrar posibles caminos a esas personas inquietas, comprometidas, a las que los derechos humanos les parecen mucho ma?s que una declaración”.
Personas informadas y activas
Una de las invitaciones más claras de la campaña es a que nos convirtamos en hombres y mujeres con información, que no nos quedemos con la primera versión que nos llega de las noticias o los titulares sino que vayamos más allá. Nos invitan a buscar información sobre la realidad del hambre en el mundo y sobre sus causas, pero no solo eso, sino también a que nos convirtamos en vehículos de información para las dema?s personas, que enviemos noticias, documentos y otra información relevante por correo electrónico y redes sociales a nuestros contactos, que escribamos cartas a los medios de comunicación…
Somos también votantes y ese es un derecho que debemos ejercer no solo cada cuatro años, sino cotidianamente, aprovechando los canales de participación o de contacto de los diferentes partidos y de los principales personajes de nuestra vida política (webs, blogs, facebook, twitter…) para reclamar de ellos mayor atención sobre la cooperación al desarrollo en general y sobre la lucha contra el hambre en particular. Por ejemplo, una buena idea que propone la campaña es que busquemos y analicemos qué deci?a sobre la cooperación al desarrollo el programa político del partido al que votamos en las últimas elecciones generales y que veamos cuál ha sido su posicionamiento en ese tema ahora, casi un año después.
Ahorramos y consumimos
Junto con la dimensión política de los posibles compromisos que podemos adoptar, la campaña también propone una serie de acciones que nos implican desde la dimensión económica, tanto en nuestros hábitos de consumo como en las decisiones que tomamos respecto a nuestro dinero.
La campaña nos invita a buscar información sobre las inversiones de la entidad bancaria en la que tenemos nuestra cuenta, porque dichas inversiones a menudo pueden estar relacionadas con el acaparamiento de tierras, con la especulación, con el comercio de armas con industrias extractivas que esta?n teniendo un negativo impacto medioambiental. Para pasar a la acción, por ejemplo, podemos reunirnos con la persona que dirige nuestra sucursal bancaria y preguntarle por la política de inversiones del banco, para después transmitirle con cuáles no estamos de acuerdo. Una vez más, la alternativa es trasladar nuestros ahorros a una entidad que aplique criterios éticos en su manejo de los capitales.
Y de la bolsa económica a la bolsa de la compra, la publicación impulsa a revisar nuestros hábitos alimenticios y lo que metemos en el carrito del supermercado. En alandar ya tratamos esta dimensión de manera amplia en el tema de portada de marzo de 2012, pero merece la pena recordar que tenemos nuestra parte de responsabilidad en el despilfarro de alimentos.
Comprar solamente lo que vamos a consumir, evitar que se te estropeen o caduquen los alimentos, comprobar la fecha de caducidad de los productos que vamos a comprar y aprovechar las sobras de comida, son hábitos al alcance de nuestra mano. También el comprar productos de temporada y, en lo posible, de producción local, lo más cercana posible a nuestro lugar de residencia (100 o 200 Km. máximo), son medidas que contribuyen a reducir el impacto medioambiental de lo que servimos en el plato. Además, podemos incorporar como hábito que algunos productos de nuestra despensa como el cafe?, el azu?car o el chocolate sean de comercio justo, sin que esto suponga un gran incremento en nuestro presupuesto mensual.
Las propuestas que nos lanza la guía publicada por Derecho a la Alimentación: Urgente son ideas prácticas que ya hemos lanzado muchas veces desde las páginas de alandar, pero viene bien recordarlas y tenerlas recopiladas en una publicación para recordar los compromisos por los que hemos optado cada uno y cada una. Así, una vez hayamos tomado esa opción, podremos llegar al compromiso compartido con quienes coinciden en aunar esfuerzos colectivos.
Tal y como concluye la guía, “hoy contamos con los medios necesarios para informarnos de cuantas cuestiones despierten nuestro interés, desde nuestras propias casas; podemos entrar en contacto con personas que esta?n sensibilizadas y desean organizarse y actuar; podemos decidir si ponemos como eje central de nuestras vidas la solidaridad, es decir, el sentimiento que, en palabras de Ryszard Kapuscinski, nos vincula con toda la creación, esa convicción sutil pero invencible que une a innumerables corazones, que relaciona cada persona con su prójimo y mancomuna toda la humanidad”.
Para descargar la publicación “Hambre de justicia: siete compromisos capitales en la lucha contra el hambre” y más información:
www.derechoalimentacion.org
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