Sofía Gatica es argentina, vive en Ituzaingó, un barrio de la ciudad de Córdoba, capital de la provincia argentina del mismo nombre. Madre de familia y artesana, su vida dio un giro radical con la llegada de la soja transgénica de Monsanto a su país. Todo empezó con la muerte de su pequeña al poco de nacer. Tenía malformación en los riñones. Tiene otra hija a la que han detectado productos agroquímicos en la sangre y un hijo que tiene problemas para caminar después de cada fumigación de los campos de soja.
Los problemas de salud se repetían en otras familias, lo que llevó a que Sofía fundara, junto con otras mujeres, el grupo Madres de Ituzaingó. Decidieron averiguar qué estaba pasando. Empezaron por recorrer el municipio puerta a puerta para recoger información y lo que encontraron confirmó sus temores: niños con malformaciones, con problemas respiratorios, de riñón… y un altísimo porcentaje de personas afectadas por cáncer.
La invasión de la soja transgénica
La soja modificada genéticamente llegó a Argentina hace ya más de una década en un proceso de transformación de la agricultura para hacerla más intensiva, desplazando al campesinado y pequeñas explotaciones que cultivaban alimentos para el consumo. La soja no tardó en extenderse, configurando un paisaje de inmensos monocultivos pensados para la exportación y destinados a producir agrocombustibles y piensos para el ganado. Buena parte de su mercado está aquí, en Europa.
Esta avidez por la soja está causando deforestación, empobrecimiento de los suelos, contaminación de ríos y acuíferos y pérdida de biodiversidad. Se cultiva principalmente en Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia y Uruguay. El espacio sobre el que se extienden los monocultivos era anteriormente utilizado por las poblaciones para la producción de alimentos o se encontraba ocupado por ecosistemas naturales. Muchos de esos espacios eran el hogar comunidades rurales o de poblaciones indígenas.
La soja transgénica llegó acompañada de un peligroso herbicida, el glifosato, debido a que está modificada genéticamente para ser resistente a este herbicida, que así puede rociarse profusamente en los campos de cultivo para acabar con las “malas hierbas” sin que se vea afectada la soja. Con el paso del tiempo, las “malas hierbas” se van haciendo resistentes al glifosato, de manera que hay que aumentar la cantidad de herbicida. La multinacional Monsanto vende las semillas de soja y el herbicida, negocio redondo.
El glifosato ha llegado a ser el herbicida más vendido y utilizado en Argentina, a pesar de ser un producto altamente tóxico. Puede ocasionar desde irritación en la piel y los ojos, mareos y vómitos, a daños en los pulmones o en los riñones. También es cancerígeno y puede producir malformaciones en niños y niñas, como han podido comprobar de primera mano las mujeres de Ituzaingó.
A pesar de la evidencia, las Madres de Ituzaingó no lo han tenido fácil. No sólo se enfrentan a un gigante como Monsanto, sino que se han encontrado también con las amenazas de quienes producen de soja y con la inacción del gobierno, que niega el problema. Pero su determinación para luchar por la salud de sus familias las hizo seguir adelante, porque la realidad de sus vidas es que la tercera parte de las muertes que se producen en el barrio están causadas por tumores y sus hijos e hijas tienen enfermedades. Y la situación se repite en otras zonas del país donde se cultiva la soja de Monsanto.
Este verano han venido a Europa para contar su experiencia y han participado en la Good Food March (Marcha por los Buenos Alimentos) que terminó en Bruselas. En España han visitado distintas ciudades y se han encontrado con campesinos, agricultores, activistas e investigadores. Estuvieron también con Greenpeace, que apoya su causa.
En otros países, como Paraguay, también hay ejemplos de mujeres que se han unido para luchar contra la invasión de un modelo agrícola basado en los cultivos transgénicos y su ineludible combinación con el uso de productos agrotóxicos. La Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas de Paraguay (CONAMURI) lleva años denunciando la actuación de las empresas transnacionales como Monsanto, con la complicidad de los gobiernos locales, así como los efectos devastadores del acaparamiento de tierras para destinarlas al cultivo de transgénicos, la pérdida de biodiversidad, el desplazamiento de las poblaciones indígenas y campesinas, las fumigaciones masivas y la proliferación de enfermedades y muertes.
Sí a la vida. ¡No queremos transgénicos!
La oposición a los cultivos transgénicos crece en todo el mundo. Cada vez más grupos y personas acusan a Monsanto de atentar contra la salud pública, contaminar el medio ambiente y despojar al campesinado de su derecho a guardar e intercambiar semillas, puesto que la multinacional controla la producción con sus semillas biotecnológicas patentadas. Monsanto produce la gran mayoría de los transgénicos del planeta y es líder en el mercado mundial de semillas.
Por todo ello, el pasado 17 de septiembre arrancó la semana internacional contra Monsanto, con acciones en países de todos los rincones del mundo. Argentina, como no podía ser menos, protagonizó numerosas acciones en distintas ciudades del país.
Coincidiendo con la semana de protestas, se presentaron en Londres las conclusiones de una investigación realizada con ratas que arroja luz sobre los riesgos que conlleva la alimentación con transgénicos. Después de alimentar a las ratas toda su vida con maíz transgénico, el 50% de los machos y el 70% de las hembras fallecieron prematuramente a causa de tumores y daños en algunos de sus órganos.
Y los transgénicos llegan a la alimentación humana, puesto que los piensos para el ganado se están produciendo a partir de cultivos modificados genéticamente. Además, pueden formar parte de los ingredientes de múltiples alimentos elaborados. Un gran experimento a escala planetaria que juega con la salud de las personas, de quienes trabajan en los campos de cultivo o viven en sus proximidades –como las familias de Ituzaingó– y de quienes nos sentamos a la mesa sin la posibilidad de elegir, ni siquiera saber, si hay transgénicos en nuestro plato.
Mientras Monsanto, con la connivencia de los políticos, sigue haciendo negocio sin tener en cuenta el inmenso coste social y ambiental que conlleva, las Madres de Ituzaingó y cada vez más ciudadanos y ciudadanas seguirán oponiéndose (seguiremos oponiéndonos) a los cultivos transgénicos y reclamando una agricultura en manos de los campesinos y campesinas, que produzca alimentos sanos y que respete el medio ambiente. Defendiendo la vida.
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Las Madres de Ituzaingó Estoy con las madres
Excelente el mensaje. Es en el barrio Ituzaingó de la ciudad de Córdoba, que es capital de la Provincia de Córdoba. Abrazos
Las Madres de Ituzaingó
Soberana estupidez: hace más de 10 años que se están consumiendo alimentos transgénicos sin problemas para la salud humana. La humanidad lleva milenios haciendo manipulaciones genéticas desde la invención de la agricultura y ganadería. Otra cosa es que por intereses para un determinado cultivo se devasten territorios y se contaminen acuíferos y terrenos con herbicidas peligrosos, tanto para los humanos como para la fauna. A eso sí se le debería poner coto. Pero a la investigación en transgénicos … ¡Ni de vaina!. Que a ustedes les moleste que sea una multinacional la que los lleve a cabo … ¡De bola! ¿y quién tiene el dinero para ello: los muertos de hambre de Argentina u otro país de «letrinoamérica»?. Transgénicos y nucleares … ¡Si, gracias!
Las Madres de Ituzaingó
Gracias por expresar tu opinión. El desarrollo de los transgénicos no tiene nada que ver con la evolución de la agricultura y la ganadería durante milenios. En el caso de los transgénicos se insertan genes de especies muy alejadas genéticamente. Además la tecnología será compleja pero no es precisa: no se puede determinar en qué lugar del ADN se inserta el nuevo gen, y el desarrollo científico de la epigenética ha dejado claro que el lugar en el que se inserta un gen es importante porque afecta a la expresión génica.
Por otra parte, más del 90% de los cultivos transgénicos están en manos de Monsanto. Y en torno al 70% de los transgénicos de Monsanto son cultivos tolerantes al herbicida glifosato, altamente tóxico, por lo que la consecuencia directa es el aumento del uso de este herbicida, el más vendido en el mundo (marca RoundUp de Monsanto).
Uno de los principales cultivos transgénicos es la soja: extensos monocultivos de soja transgénica destinada a elaborar piensos para el ganado y a la producción de agrocombustibles, desplazando de los campos a los campesinos, que pierden su medio de vida.
La pérdida de biodiversidad en los cultivos tradicionales, la contaminación de variedades (ya se ha contaminado, por ejemplo, el maíz tradicional de México, un recurso milenario y fundamental para el país) y el desplazamiento de la agricultura ecológica (incompatible con los transgénicos) son otra parte de la realidad.
En otras zonas, el problema es el endeudamiento de los campesinos: las semillas transgénicas están patentadas y no se les permite guardar semillas de un año para sembrarlas el siguiente, como sí hacen con los cultivos convencionales, de manera que todos los años tienen que comprar unas semillas que son caras. En la India el cultivo del algodón transgénico BT está suponiendo el endeudamiento de los campesinos hasta el extremo de que hay un aumento muy importante de suicidios. Vandana Shiva ha escrito un libro sobre el tema.
En fin, todo ventajas para Monsanto y problemas para el medio ambiente, para la agricultura y para el campesinado.
LA SALUD NO SE NEGOCIA..NO ES UNA MERCANCIA!!!!!….
Somos el experimento en vida!!! Invitamos a los que hablan sin saber a nuestra comunidad , donde los niños nacen sin el huesito de la cabeza, sin el maxilar, con seis dedos, sin el disfrangama, con mal formacion de riñon,etc,,,es el barrio mas estudiado de Argentina, este barrio fue declarado en Emergencia sanitaria por la gran cantidad de enfermos de cancer, declarado inhabitable y como si fuera poco el 33 % de la poblacion muere por tumores y el 80 % de los niños tienen agroquimicos , gracias a la soja Transgenica que rodea a mi barrio,Somo lo que ustedes niegan !!! somo lo que los yanquis han experimentado con nuestra gente, gracias al gobierno de lo K y otros que estan negociando nuestra Salud…….LA SALUD NO SE NEGOCIA NO ES UNA MERCANCIA!!!!!….
Las Madres de Ituzaingó
LETRINOAMÉRICA ? ahí se nota tu aficción por la mejora y tu temperamento seleccionador de lo «mejor» descartador de la diversidad.
Para que sepas y muy lamentablemente en este continente las políticas de ciencia y tecnología invierten lamentablemente en investigación en transgénicos, de verdad tan europeo y superior que te sentís Fernando, das asco de tan ignorante, asco real, date una vuelta por letrinoamérica al sur que te pegamos una fumigadita, con mosquito o avión, lo que gustes y te quedas cuidando que se levante la planta de Monsanto que necesita cipayos, cuando más baratos mejor, vos por lo visto, gratis….