En un rincón de la calle de Ntra. Sra. del Villar, de Madrid, a pocos pasos del estrepitoso tráfico de la Avda. Marqués de Corbera, está surgiendo, así con poco ruido, pero con muchos frutos prometedores, el proyecto Más Que Silencio (MQS). Las artífices son un grupo de mujeres venidas de distintos puntos, con una idea común: ofrecer un espacio de apertura a lo trascendente a mujeres y hombres que en el estruendoso mundo de hoy buscan respuesta al sentido de la vida.
Es difícil hallar descripciones ajustadas de esta iniciativa, pues en este ámbito las palabras a veces entorpecen y la gran respuesta es el silencio. Para poder ofrecerlo en abundancia, el grupo lo cultiva en sus reuniones, que inician con una hora de silencio y que la otra tarde me invitaron a compartir. Y cuando al fin lo rompimos en torno a un té, entre todas comenzaron a encajar las piezas de este proyecto.
Un proyecto que responde a nuestra propia experiencia –dice Paz Garrido-. El silencio es parte esencial en la vida del ser humano y nos introduce en la dimensión profunda de lo real.
Esta misma experiencia del silencio como modo de estar, de situarse en la vida, es lo que une a Inma, Paz Garrido, Yoli, Lola, Ana, Marisa, Isabel, Támara y Paz Gañán. Nueve mujeres que colaboran para posibilitar espacios donde, junto con otras personas, puedan descubrir o seguir haciendo silencio en sus vidas.
En torno a la mesa, salta a la vista la mayoría absoluta femenina. “¿Y no es chocante que el equipo lo forméis sólo mujeres?”. Aquí la risa rompe el silencio. “No lo hemos pretendido, explica Yoly, desde el primer momento se lo hemos propuesto a hombres”. “¿Y..?” Las respuestas son variadas: “A muchos les ha parecido una idea extraordinaria, muestran su intención de apoyar, pero hasta ahora ninguno ha acudido a las reuniones”, explica Támara. Ana plantea algunos interrogantes: “¿Será porque el proyecto no res-ponde al concepto de eficacia masculino, que no ve en MQS una gran efectividad a corto plazo? ¿O porque el hecho de ser impulsado por mujeres les cohíbe?”
En cualquier caso, quieren reiterar su invitación a todo el que quiera unirse al proyecto, abierto a hombres y mujeres “puesto que todos podemos experimentar cómo la búsqueda personal desde el silencio nos posibilita encontrarnos con nuestra verdad”, apostilla Inma.
Y Yoly añade: “Un modo de despertar y de abrir una puerta a lo transcendente es hacer espacio en la vida al silencio, vivir desde el silencio el conjunto de la propia existencia. Dejar que la vida fluya, más allá de las programaciones y del control que pretendemos a veces”.
Támara –que navega por Facebook en busca de amigos a quien pueda interesar unirse a esta callada causa– apunta sonriendo: “De hecho, si observamos el mundo laico en el que estamos inmersas, encuentras mucha gente que busca, que se cuestiona el sentido de la propia vida”.
Desde esta reflexión se creó el equipo de MQS, al que luego se han agregado nuevos miembros. Entre todas van definiendo el proyecto, que se asienta sobre cuatro puntos fundamentales. La línea central será ofrecer un espacio de silencio. De momento, com-parten ese espacio en sus propias casas, pero el objetivo es conseguir un local permanente en un lugar del centro, de fácil acceso, para que cualquiera que lo desee pueda encontrarlo sin dificultad.
Como consecuencia de esta apertura a la interioridad, surge el segundo puntal: el acompañamiento, pues del silencio nacen preguntas, afloran las angustias. Lo que se pretende es precisamente que nadie regrese angustiado a casa. Por eso, quieren ofrecer una presencia para escuchar, acoger, acompañar, estar y despedir. En este sentido, “el equipo deseaba desde siempre abrir el espacio de lunes a viernes, poder estar, sobre todo estar”, puntualiza Inma. “No sólo como un ofrecerse, sino también como una necesidad personal, en definitiva, un compartir el silencio con el otro”.
Se ofrecerá en tercer lugar un ámbito de formación. “Pretendemos ofrecer actividades para grupos, orientadas al crecimiento integral”, explica Yoly. Los primeros talleres ya están gestándose: Lola prepara dinámicas de conocimiento personal y meditación, mientras que Yoly aportará su experiencia en danza contemplativa.
El cuarto aspecto del proyecto es el encuentro grupal de crecimiento personal y espiritual, donde se puedan compartir las cuestiones que preocupan, valores, modos de vivir y otros encuentros más informales que propicien las mismas personas que vayan al centro.
Lo primero que necesitan es un local y, puestas a soñar, les gustaría que constara de dos espacios diferentes: uno con símbolos religiosos, otro sin ellos, pues no se quiere imponer una religión o liturgia. Aquí todas coinciden: “Aspiramos a acoger una espiritualidad universal, sin violentar a ninguno de una u otra creencia”. Pero, recalca Inma, “aunque está abierto para que entre cualquiera en cualquier momento buscando un instante de silencio en la carrera del quehacer diario, nos gustaría que MQS no fuera un simple espacio de paso, sino una referencia permanente para quien esté en búsqueda”.
Y la pregunta se hace inevitable: “¿No os habéis planteado en algún momento que sois signo de los tiempos?”. Aquí todas están de acuerdo con la afirmación de Támara: “aunque parezca una inmodestia, sí, nos sentimos así en cierto modo”. Y Ana puntualiza, “en tanto en cuanto esta inquietud se palpa en muchos lugares diferentes, sí, podemos decir que somos signo, que formamos parte de la red que se extiende a muchos puntos donde existe una búsqueda de espiritualidad universal”.
Un lugar para el silencio
El siguiente paso es encontrar una sede. “Nuestra apuesta es la permanencia”, expresa Tamara, “buscamos un lugar, un local donde podamos establecernos de forma continua y eso cuesta dinero”. Mientras llegan subvenciones de algunas entidades, MQS se nutre de donaciones particulares y cuotas de socios.
Llegan las aportaciones a través de la web donde se pueden adquirir virtuales “bombillas de silencio” que iluminan espacios interiores o “ladrillos silenciosos”, que construyen ámbitos de escucha. Y urge encontrar un lugar donde albergar esta presencia, pero la reflexión del grupo es que “Si Dios quiere, saldrá y, si no, no saldrá”. Si, después de dos años, MQS sigue creciendo, es que el Espíritu debe estar interesado en hacerse oír en este pequeño espacio. Dejemos que Él tenga la última palabra.
Para más información:
www.masquesilencio.com