Víctor Sampedro, doctor en Ciencias de la Información y catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Rey Juan Carlos, ha escrito más de diez libros sobre campañas, elecciones y movilización social. Colabora en proyectos sociales de intervención y empoderamiento comunicativos.
-¿De dónde viene su interés por el activismo en Internet?
Yo utilizaba en los noventa el correo electrónico y consultaba algunas webs. Pero experimenté la fuerza de Internet como herramienta de activismo y empoderamiento en las movilizaciones del 13 de marzo de 2004, aquellas que respondieron a las mentiras oficiales que se habían producido sobre la masacre de Atocha, de la que fue responsable Al Qaeda y no ETA, como mantuvieron el gobierno de José María Aznar y la mayoría de poderosos medios de comunicación convencionales. Entonces comencé a tomarme en serio las posibilidades de las nuevas tecnologías de comunicación, viendo cómo se podía combatir la mentira. La tarea académica y los libros que venimos editando están accesibles en una web con mi nombre y apellido. En el blog colectivo Propolis-colmena, en defensa de la comunidad es dónde abrimos debates y propuestas.
-¿Cómo evoluciona el activismo en Internet?
No suscribo ni la tecnofilia, el encantamiento por Internet, ni la tecnofobia, la aversión y el menosprecio. Intentamos ser modestos y lúcidos. Después de haber participado en aquella exitosa movilización lograda con las web y los teléfonos móviles, después de haber hecho insumisión civil y de haber utilizado nuestros ordenadores como herramientas de acción no violenta, decidimos que debíamos escribir un libro. De allí nació 13-M, Multitudes on line, que tuvo amplio eco. Luego hemos seguido estudiando las web y los blog, hemos hecho dos grandes encuestas a 2.400 personas y seis grupos de discusión. Y, sólo unos pocos años después, todo indica que nos han ganado la batalla. Ahora dos de cada tres ciberactivistas son votantes del Partido Popular. Y las páginas digitales más activas están en manos del la extrema derecha; las más señaladas son “Libertad Digital” y “HazteOír”.
-¿Qué interés tienen los internautas por la política?
Internet ha llegado a algo más del 50% de hogares españoles. Las encuestas que venimos realizando indican que, entre la población en general, sólo un 10% busca en la red informaciones políticas y que sólo un 2% visita las páginas de los partidos políticos. En los grupos de internautas, personas que acceden a diario a la red, se dobla el porcentaje de acceso a los sitios de los partidos, pero muestran muy poco interés por los blog y foros de debate que ofrecen, pues sólo uno de cada cinco visitantes accede a ellos. Abunda la censura y no hay espacio real para la interactividad. No es posible que los internautas propongan a los partidos temas a debate, ni cuestionen a los candidatos que aparecen en las listas. Las direcciones de los partidos no parecen dispuestas a que se cuestione a sus líderes y sus agendas o a que se refuercen corrientes de opinión en su interior. Algo parecido pasa con los foros de opinión de los medios de comunicación convencionales. Políticos y periodistas piensan demasiado a corto plazo, quieren ganar o votos o dinero. No les interesan la participación o la calidad del debate político. Pero también, digámoslo, nuestra cultura política es baja y el escaso espacio público está gestionado, muchas veces de forma conjunta, por políticos y periodistas profesionales.
-¿Qué potencial ciberactivista hay en nuestro país?
Existen unas 350.000 personas muy activas en Internet, bien formadas, que hablan idiomas extranjeros, competentes en temas digitales y que usan muy bien todos los recursos de la red con finalidad política. Son personas militantes que acuden a menudo a mítines y manifestaciones callejeras. Pronto ese grupo llegará al medio millón de personas. Quien se atreva a interactuar con ellos logrará cambios de calado, cualitativos, en la política. El periódico británico The Guardian es uno de los que mejor se ha adaptado a las nuevas tecnologías. El sí que dio cancha a la cumbre y contracumbre de Copenhague, creó foros y prestó atención a un acontecimiento global y a un público internacional, alternativo e interesado por el cambio climático. Mientras tanto, los medios de nuestro país mantienen un modelo informativo publicitario (que supone que los ciudadanos no tenemos criterio propio y somos muy influenciables), jerárquico (que procede de arriba abajo y no quiere escuchar a la ciudadanía) y unidireccional (que nos quiere llevar a un determinado huerto).
-¿Qué clase de activistas hay en la red?
La gente joven indica en nuestras encuestas y grupos de discusión que hay en Internet cinco tipos de activistas. Los sin fundamento, que reenvían automáticamente mensajes, sin hacer reflexión ni lectura previa. Los lúdicos, a quienes gusta parodiar, hacer y colgar videos y presentaciones en powerpoint. Los molestones que incordian y fastidian las páginas de otros. Los expresivos, deseosos de hacerse escuchar y que hacen gala de lo que saben. Y los implicados con causas sociales o partidarias que llevan sus web y listas de correos. Todos ellos aportan gran riqueza y creatividad, también una gran confusión, al nuevo debate público.
-¿Qué futuro tienen los periódicos impresos?
Creo que el papel va a seguir sirviendo para muchas cosas, pero no principalmente para comunicar hechos o ideas puntuales. Los bosques lo agradecerán, nuestras manos no se mancharán de tinta y nos libraremos del engorro de llevar tanta propaganda y ofertas comerciales a casa los fines de semana. ¿Desaparecerán los periodistas? Y ¿qué dijeron ellos cuando desapareció la clase obrera, en las minas o los astilleros? Exigieron reconversión. ¿A quién le apena que desaparezcan las discográficas que explotaron a artistas y consumidores, negando siempre una retribución justa de su enorme creatividad? Sobran los diplodocus que nos tapan la luz y ocupan tanto espacio público. El periodismo seguirá siendo lo que ha debido ser siempre: el filtro contra la basura y contra la mentira. El que sepa hacer eso en diálogo con la sociedad triunfará en términos económicos y sociales. Que empiecen, empecemos entre todas a hacer lo que tienen, lo que tenemos que hacer. ¡Qué importa en qué soporte!