Los precios de los alimentos se dispararán y cientos de millones de personas morirán de hambre si no se actúa con urgencia para concretar recortes importantes en las emisiones derivadas de la quema de combustibles de origen fósil. Según científicos y activistas, eso es lo que estuvo en juego en la 18ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 18) en la capital de Qatar. Enésima COP que termina de forma decepcionante, con una exigua prolongación del protocolo de Kioto hasta 2020 y la desvinculación del mismo por parte de cuatro países.
“Es muy extraño que en Doha no se esté poniendo énfasis en la seguridad alimentaria”, dijo Michiel Schaeffer, científico de Climate Analytics, a la agencia de noticias IPS. “No hay duda de que el cambio climático plantea un riesgo importante para nuestra capacidad de producir alimentos”, señaló.
Climate Analytics y el Potsdam Institute for Climate Impact Research elaboraron para el Banco Mundial el estudio Reducir el calor: por qué se debe evitar un aumento de 4°C de la temperatura mundial, que advierte que muchas partes del mundo no podrán cultivar alimentos si las temperaturas planetarias aumentan de esa forma.
El informe también alerta que la humanidad va rumbo a un mundo cuatro grados más caliente, en el que habrá olas de calor sin precedentes, sequías severas e inundaciones importantes, con serios impactos sobre los ecosistemas y la agricultura. La temperatura del suelo aumentará, en promedio, entre cuatro y diez grados, lo cual lo volverá demasiado caliente para muchos cultivos alimentarios cruciales.
Grandes terrenos de África, China, India, México y el sur de Estados Unidos reducirán su producción por ese motivo, advirtió Schaeffer. También habrá cambios significativos en los patrones de lluvias y mayores niveles de evaporación.
Con apenas 0’8 grados de calentamiento ya hubo sequías generalizadas, inundaciones y otros eventos extremos vinculados al cambio climático. Los precios de los alimentos se dispararon, dado que grandes áreas del cinturón productor de granos en Estados Unidos fueron afectadas este año por una sequía. En el futuro, cada vez que haya eventos extremos en áreas productoras de alimentos, los precios de los mismos volverán a subir, señaló Schaeffer.
Las negociaciones de la Conferencia están “a millones de millas de donde necesitamos estar para, incluso, tener una pequeña posibilidad de impedir un cambio climático descontrolado”, dijo Lidy Nacpil, de Jubilee South Asia Pacific, una red de organizaciones para el desarrollo y de inspiración religiosa. “No podemos volver a nuestros países y decirles que permitimos que esto ocurriera, que condenamos nuestro propio futuro”, lamentó Nacpil en un comunicado.
Seyni Nafo, de Malí y portavoz de los negociadores africanos, señaló que los representantes de dicho continente se echan las manos a la cabeza “y preguntan por qué deberían siquiera molestarse en venir a las negociaciones, si los países industrializados continúan arrancándonos más demandas a cambio de ningún dinero o compromiso”.
Una de las cosas necesarias es la financiación prometida por parte de las naciones industrializadas para ayudar a las menos adelantadas a afrontar los efectos del cambio climático y a fortalecer sus sistemas de producción alimentaria. “Las finanzas para la adaptación son una demanda clave de los países en desarrollo aquí, en las negociaciones climáticas”, dijo Doreen Stabinsky, profesora de política ambiental mundial en el College of the Atlantic. “Sin adaptación, es probable que la producción alimentaria mundial sufra pérdidas de entre 14 y 30 por ciento en los tres cultivos principales de primavera: trigo, maíz y soja”, señaló.
Aunque se actúe pronto en materia de adaptación, de todos modos habrá pérdidas de entre el 4 y el 26 por ciento. Es necesario empezar a aumentar la diversidad de cultivos ahora, para crear resiliencia ante las condiciones climáticas extremas que los agricultores comienzan a enfrentar, dijo Teresa Anderson, de la Fundación Gaia, socia británica de la Red Africana para la Biodiversidad.
La agricultura tradicional utiliza cientos de tipos diferentes de semillas para diferentes condiciones, pero a menudo estas son desestimadas, priorizando soluciones tecnológicas, como semillas híbridas y genéticamente modificadas, dijo Anderson a IPS. “Las semillas tradicionales ofrecer una diversidad tremenda, incluso dentro de la misma variedad de maíz, una que germine antes o florezca después”. Esa clase de diversidad aumenta en buena medida las posibilidades de obtener una cosecha decente, mientras que los modernos enfoques monoagrícolas solo tienen éxito en ciertas condiciones.
Esta forma de agricultura industrializada es la que impulsan los grandes negocios agropecuarios y los gobiernos. Si ellos triunfan ahora, no hay duda de que será un enorme fracaso bajo las condiciones extremas del cambio climático, sostuvo Anderson. “No puedo explicarme por qué las naciones industrializadas congregadas en Doha no pueden ver la urgencia de todo esto”, añadió.
(*) Stephen Leahy fue el enviado especial de la agencia IPS a Doha
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