No me gusta ser catastrofista y, mucho menos, siendo consciente de que las personas solemos acumular problemas, entre otras cosas. Debe ser propio del género humano fijarse más en los acontecimientos negativos que ocurren que en los positivos (y no será porque no los hay). Parte de culpa la tienen los medios informativos, más de la mitad de cuyos contenidos nos invitan a asustarnos, crear un clima de miedo y, en ocasiones, de pánico. ¡Qué pena que no se aprovechen estos medios para motivarnos y sacar a la luz las noticias que nos pongan contentos!
Les cuento algo que leí hace algún tiempo y que podemos clasificar como “mala noticia”. Sacar consecuencias positivas depende de nosotros y nosotras. En medio del Pacífico, a unos 1.000 Km de Hawai, existe un vertedero marítimo de unas dimensiones increíbles, de tres a siete veces la superficie de España. Algunos lo llaman el “séptimo continente”. Está formado por millones de toneladas de plástico; compuesto por todo lo imaginable: redes de pesca, bombillas, boyas, objetos procedentes de las alcantarillas, cepillos de dientes… Se agrupan en un remolino provocado por la fuerza centrípeta de la corriente del Pacífico Norte. Como pueden imaginar, ese revuelto de materiales contamina las aguas y envenena a los peces: consecuentemente y por el ciclo de la cadena alimenticia también nos afectará después a los seres humanos. Como dice el refrán: “El que escupe al cielo, en la cara le cae”.
Una expedición francesa lo ha estado investigando, midiendo la densidad de la basura, tomando muestras de agua, plancton y materiales, para ser ojos que nos ayuden a ver esta realidad sumergida, nunca mejor dicho, pues tiene una profundidad de 30 metros bajo la superficie del mar. Por desgracia esta no es la única gran isla de basura. Según algunas investigaciones existen otras cuatro de gran tamaño.
Ante situaciones tan lamentables podemos pensar que estamos ante el quinto jinete del Apocalipsis. Si los cuatro conocidos venían en caballos de color blanco, rojo, negro y bayo portando la victoria, la guerra, el hambre y la muerte, este que viene nuevo es la contaminación. De poco sirve invocar al cielo, si seguimos generando basura. ¿Por qué pedir cuentas a Dios de lo que nosotros provocamos?.
No creo en imágenes apocalípticas de caballos con jinetes asesinos, ni en ángeles que arrojan brasas sobre la tierra o tocan trompetas para que el mundo poco a poco quede arrasado. Cada día veo personas con bolsas de basura repletas de residuos, consumiendo sin medida y sin ser conscientes de las consecuencias que ello tiene para el medio ambiente. Veo gobiernos que ocultan información y la manipulan, haciendo del mar y los océanos vertederos de sus mentiras y su falta de cariño a la madre Tierra. Vierten al mar residuos y mentiras, que contaminan y engañan.
El explorador Patrick Deixonne, uno de los componentes de la expedición francesa, afirma que “la información es clave para cambiar”. Mientras tanto, sigamos domando al caballo de color azul para que devuelva al mar el color del cielo.
Para más información:
www.septiemecontinent.com
jukaprieto@hotmail.com
- La justicia social pasa por una justicia fiscal - 29 de mayo de 2023
- Gasto militar y belicismo en España - 23 de mayo de 2023
- Mujeres adultas vulneradas en la iglesia - 18 de mayo de 2023