El niño que plantaba árboles

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Foto. Plant for the planet.Tenía nueve años Felix Finkbeiner cuando dijo: «Plantaré un millón de árboles en Alemania». ¿Y por qué no? Por qué quedarse en plantar judías en el alfeizar de la clase, sobre todo tras la clase sobre la deforestación planetaria y el peligro que corre el medio ambiente y nosotros todos? Cuando volvió a casa después de la lección hace cuatro años, empezó a pensar en su proyecto. La inspiración la había encontrado en la obra de Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz, ambientalista, activista y bióloga keniata, que había contribuido a plantar más de 30 millones de árboles. Desde el principio de su visión, sólo en Alemania Felix ha plantado 250.000 árboles cada año. Hoy Felix, con trece años, ha plantado ya un millón de árboles y no piensa parar. Su primer árbol Felix lo ha plantado debajo de la ventana de su clase, en su cole de Munich. El millonésimo lo plantó el 4 de mayo del 2010. A la ceremonia acudieron políticos y ministros de medio ambiente de 45 naciones.

La organización Plant for the Planet Foundation’s Children Coordination Council tiene 23 miembros, todos menores de edad, pequeños embajadores para la justicia climática que se prodigan para dar clases de sueños: «Queremos que los seres humanos de nuestra generación se sientan ciudadanos del mundo». Tienen razón los niños y niñas: si falta el oxígeno no nos queda más que plantar árboles. Su programa de acción se basa en tres puntos principales: la eliminación de todo lo que emite anhídrido carbónico, hacer pagar a los que contaminan y reforestar. El objetivo es conseguir plantar 500 millones de árboles en diez años. Los primeros en dar ejemplo son ellos mismos con un millón de árboles por miembro. Hoy Plant For The Planet está presente en 131 naciones.

Felix Finkbeiner tiene talento y sabe ser convincente. Ha sabido soñar más allá de la pequeña plantita de la ventana de su clase. Sabe describir los cambios climáticos a los que asistimos y sufrimos y conoce la incapacidad burocrática para empezar a obtener resultados prácticos en tiempos prácticos en tiempos rápidos. «Nosotros, los niños, nos sentimos traicionados. Después de todo lo que se ha hecho y dicho en Copenhague en a conferencia de la ONU sobre el clima, al final, ¿qué se ha obtenido verdaderamente? Hemos perdido la confianza en los adultos. Por ello hemos decidido empezar a cambiar las cosas nosotros solos», ha dicho Felix Finkbeiner con la esperanza de que su discurso a las Naciones Unidas pueda inspirar pequeños héroes y heroínas en todo el mundo.

Detrás de Felix hay una familia fuerte que defiende el medio ambiente. El mundo de las personas adultas responde a su batalla verde como puede y sabe. Da dinero, difunde la campaña, hace fotografías con los famosos… Las fotos de la campaña son todas iguales. Un niño tapa la boca de un adulto con la mano: “Basta de las palabras, es hora de actuar”. Se la tapó incluso a su alteza el Príncipe Felipe durante el Forum Impulsa celebrado en Gerona hace unos meses. Un slogan potente. Es tiempo de cambiar. Las partes se han invertido y hoy son los niños y niñas los que cuentan los cuentos a los adultos. Pero no para que se duerman, sino con la esperanza de que se despierten.

Podéis descargar el libro escrito por los niños de la asociación Plant for the planet en www.plant-for-the-planet.org/it/node/4803

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