No, más bien parece un espejismo. O un sueño. O el horizonte, que se aparece tras una curva. O la utopía, que a veces se acerca para animar al personal. O una sonrisa del destino.
Pero existe. Es real. En Camerún. Y en las casas vivía gente normal.
Ya digo: un sueño.
Foto: Sheila Vilaseca. Camerún, julio 2001.
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