Dice Lucas en su evangelio que de la abundancia del corazón habla la boca. Pues bien, el 25 de este mes es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujeres y no voy a hablar de este tema porque toque, voy a hablar porque llevo más de tres meses sumida en la lectura del horror en el que vive un porcentaje muy alto de mujeres en cualquier parte del mundo. Dicen Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud en su informe del 2013 que el 70% de las mujeres sufren violencia física y sexual por parte de los hombres en algún momento de su vida.
Comencé mi verano leyendo el libro Eva Encadenada, de Marta Gómez Casas, editado por San Pablo en la colección Alternativa-S. Un excelente trabajo de esta excelente profesional defensora de las mujeres y de los colectivos más vulnerables y a la que podemos escuchar en RNE en su programa Tolerancia Cero. Marta hace en este libro un recorrido por todas las atrocidades a las que se ven sometidas las mujeres, vivan donde vivan: lapidaciones, violaciones, matrimonios forzosos, mujeres traficadas… Una larga lista que Miguel Lorente comenta en el prólogo : “El machismo es el que hace que en cualquier lugar del planeta exista violencia contra las mujeres al amparo de la normalidad y que la violencia sexual sea una de las formas que los hombres utilizan para atacar a las mujeres en cualquiera de los contextos de su relación”. Quedé muy impactada con la lectura de este libro, que recomiendo a cualquiera que esté interesada/o o trabaje con mujeres: es un libro para leer y consultar.
Pero no se acabaron aquí las imágenes y las historias que han ido llenando mi corazón y que hoy comparto. En junio, en la Fundación Luz Casanova, con la que colaboro desde hace años, convocó un concurso de relatos cortos sobre violencia de género, cuya entrega de premios tendrá lugar el 1 de diciembre en La Casa Encendida. Son relatos que yo tenía que leer y seleccionar. Hemos recibido 547 trabajos venidos de todas partes del mundo, España por supuesto, muchos de América Latica: Cuba, Colombia, Argentina… incluso de Islandia y de Australia. Distintas formas de expresar una cruel realidad: la vivida por las mujeres por el simple hecho de ser mujer.
Hace unos días escuchaba a Pepa Bueno en la SER y comentaba que en agosto pasado el 016, el teléfono de atención a las mujeres víctimas de violencia, había recibido 700 llamadas. Me pareció terrible. No piensen en 700 llamadas, piensen en 700 mujeres viviendo una situación de violencia imposible de soportar por más tiempo. Pensé en las que ya habían sido asesinadas este año en España, en el momento que escribo esto son 38. Esto me hizo recordar el iceberg de Amnistía Internacional sobre la violencia de género. Las mujeres asesinadas, las llamadas al 016, las que son capaces de escribir su historia son solo la punta de este iceberg, debajo hay una multitud sufriente y silenciada.
A la vuelta del verano me he vuelto a encontrar con las mujeres acogidas en la Casa de la Fundación, he puesto rostro a esos relatos, a las cifras, a las historias contadas por Marta… y todo esto es lo que llevo en mi corazón y lo que mi boca no puede callar.