El 21 de noviembre pasado se celebró el Día de las Personas sin Hogar. Desde hace unos meses colaboro con la Fundación Luz Casanova (www.luzcasanova.org). Una de sus líneas de trabajo se centra en estas personas. Llevada por mi deseo de conocer más esta realidad, asistí primero a la rueda de prensa que se hizo en el Ateneo de Madrid y después a la flashmob [[Una flashmob es una acción organizada en la que un grupo de personas se reúne en un lugar público, baila o realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente.]] de las personas sin hogar.
El lema de la campaña era “Todos somos ciudadanos. Nadie sin hogar” (http://www.caritas.es/qhacemos_campanas_info.aspx?Id=739). En la rueda de prensa se presento un informe con datos recogidos por Caritas. Subrayaron que “el estigma y la discriminación que sufren las personas sin hogar por razón de sus enfermedades los convierten frente a la sociedad en ‘personas indignas’, lo que les limita el acceso al derecho de salud. A esto se le suma la desprotección sanitaria, ya que el 44% de las personas en Madrid, no dispone de tarjeta sanitaria. La actual reforma sanitaria supone un cambio de modelo que afecta, fundamentalmente, a las personas más desprotegidas”.
No voy a dar más cifras. Quiero compartir un suceso personal que me ha hecho recordar la penosa la situación en la que viven estas personas. Una gran amiga mía ha sufrido una operación, que en principio iba a ser ambulatoria. La operación empezó a las cinco de la tarde con una duración de casi tres horas y con anestesia total. Pretendían enviarla a casa a las once de la noche pero conseguimos que nos dejaran en una habitación del hospital. A la mañana siguiente la mandaron a casa y, en su casa, ha sufrido distintos avatares: subidas de tensión provocadas en gran parte por la mediación que le dieron, dolores agudos… Mi amiga es una persona afortunada. Tiene una casa confortable, con calefacción, agua potable y personas que la atienden y que entienden mínimamente algo de lo que tienen entre manos.
Sentada en mi mecedora he pensado muchas veces, desde entonces, en esta gente sin hogar, con mayores posibilidades de enfermar que las nuestras y con menos atención que nosotros porque, como bien dijo una de las personas en la rueda de prensa, “cuando un sin hogar llega a un hospital no llega un paciente, llega un problema”. Y pienso en una de estas personas que pueda sufrir una operación ambulatoria, que nada más operarla tenga que marcharse a dormir a un cajero, donde no pueda cambiarse los apósitos ni tener un lugar aséptico que le evite las infecciones, sin nadie que la cuide. Probablemente esta sea una de las causas por las que “las personas en situación de sin hogar ven reducida su esperanza media de vida en 20 años respecto el resto de la población”.
La flashmob se hizo alrededor de la escultura de Velázquez, en el Museo del Prado y enfrente del Ministerio de Sanidad. En las pinturas de Velázquez se aprecia el tenebrismo, los claroscuros para destacar las zonas a las que quería dar más luz. Y yo me pregunto: ¿cómo sería hoy el cuadro de Velázquez de esta realidad excluyente de la historia que estamos viviendo en España? ¿Cuáles serían las partes oscuras y cuáles las más claras?
¿Dónde estarían las personas sin hogar y dónde las que dictan las leyes excluyentes de esta sociedad española que camina, como los cangrejos, hacia atrás? Creo que el foco de luz tiene que estar en estas personas que, por distintos motivos, lo han perdido todo y que hasta ahora pasan totalmente desapercibidas para muchos de nosotros y nosotras.
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