La familia de alandar no quiso perderse la fiesta de celebración de 30 años de existencia. El acogedor salón de actos del Colegio Mayor Jaime del Amo de Madrid estaba el pasado 12 de junio repleto de caras conocidas. Pese al intenso calor de un verano climatológico que acababa de llegar, cerca de un centenar de incondicionales de esta revista no quisieron perderse un aniversario muy importante.
Porque cumplir dentro de la Iglesia católica tres décadas de trabajo desde un planteamiento de libertad y de total independencia nunca ha sido una tarea sencilla. Así lo reconocía Cristina Fernández, directora de la revista, en su breve alocución a las personas presentes: “Como revista cristiana no vinculada a ninguna congregación ni estructura jerárquica, alandar ofrece cada mes una voz libre y una mirada crítica que plantea retos de forma constructiva a la Iglesia católica y a la ciudadanía”. La demostración palmaria de esta toma de postura es una revista que sigue siendo “casa común” de voces e historias de comunidad, amor y búsqueda del Reino. Junto a la actual directora, también se pudo ver a quienes llevaron con dedicación y mucha entrega la revista en etapas anteriores, como Carlos F. Barberá y Charo Mármol.
La fiesta de alandar se hizo coincidir con la tradicional gala de entrega de premios de la revista que se repite todos los años cuando el curso toca a su fin. Premios que este año fueron anónimos, dedicados a todas aquellas personas que entregan su tiempo y su vida desde la acción silenciosa. “Nos ha parecido que sería bueno, además, que esta celebración fuese una eucaristía, en la que poder partir el pan en fraternidad y disfrutar de una fiesta vivida y sentida”, se decía desde la organización en el inicio de un acto que se alargó durante más de dos horas.
No todo fue palabra aunque hubo mucha y muy nutritiva. Durante la celebración se escucharon canciones que fueron interpretadas por el coro de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, así como melodías interpretadas por cantautores como Migueli, Luis Guitarra o Rafa Sánchez. Estos tres músicos, muy conocidos para quienes siguen de cerca la música creyente comprometida, repitieron experiencia en un evento de estas características, ya que habían estado presentes con sus guitarras y sus canciones en fiestas de alandar, entre otras razones, porque también fueron galardonados con su premio en años pretéritos.
Pero volvamos a la crónica de la fiesta. Tras la acogida, Salvador Mendoza (quien, junto a Pilar Bodego, se encarga de la administración de la revista) leyó un fragmento del poema La Mesa de la Vida, de Pedro Casaldáliga. Aquí lo reproducimos: “Cuando vengáis, no os olvidéis la vida, mantenida caliente entre los brazos. No seáis espectadores. A retazos. No la desparraméis por la avenida.Traedla tal cual es, vida vivida: Doblegada de viento y de zarpazos, arañada; tiesa también con lazos de paz, de amor, de júbilo prendida. Venid sin maquillar. Portad la duda, el desencanto, el grito de protesta. Vestíos de todo aquello que hoy se lleva. Pero llegue vuestra alma bien desnuda con hambre de banquete, ansia de fiesta, de par en par abierta a vida nueva”. Con la lectura de este texto, tan evocador de la esencia del proyecto periodístico que representa alandar, se consiguió situar a la concurrencia en el tono que más tarde alcanzaría la celebración eucarística.
Por el estrado fueron pasando diferentes protagonistas de la historia reciente de alandar, así como las personas que se encargan de llenarla de contenido mes a mes. Al frente de la eucaristía se puso Joan Zapatero, un sacerdote catalán, colaborador desde hace dos años de la publicación gracias a la sección Teología en pantuflas, un espacio que aporta aire fresco a una Iglesia que en ocasiones huele demasiado a cerrada. Joan animó a las personas presentes a que, precisamente, se abrieran a compartir el pan y la palabra, fueran o no fueran creyentes en Jesús, apelando a una forma de entender la vida y el compromiso con los que menos tienen que es común a personas laicas, seglares, agnósticas, ateas o fieles de otras religiones. Zapatero también criticó que las mujeres no pudieran oficiar misas.
Entre las personas que se acercaron por el Jaime del Amo se encontraban sobre todo suscriptores y suscriptoras, junto a caras muy conocidas para la familia alandar, muchas de ellas galardonadas en otras ediciones con los premios de la revista. Así, se vio a Javier Baeza, párroco de San Carlos Borromeo; a los teólogos Evaristo Villar y Juan Pastor; a la teóloga Dolores Aleixandre; a componentes de colectivos tan luchadores como el de Madres contra la Droga o el Ferrocarril Clandestino de Lavapiés, etc. Gente “de la casa” con una larga trayectoria de implicación voluntaria en alandar como Juan Poncini, Ana Mª Fernández o Pilar Barbazán (la creadora de la simpática tortuga, verdadero icono de la revista) no quisieron perderse la fiesta. Todos ellos y ellas, junto a otras muchas personas de colectivos sociales y de Iglesia, se unieron a celebrar como nunca antes se había hecho en una fiesta de alandar, ya que ésta fue la primera vez en sus tres décadas de existencia en que se decidió integrar la fiesta anual en una celebración eucarística.
Ana García Castellanos, una cuentera de brillante trayectoria y una incondicional de alandar desde sus inicios, leyó para empezar Los portadores de sueños, un texto lleno de fuerza y esperanza de la poetisa nicaragüense Gioconda Belli. A éste le siguió el relato del Evangelio de Lucas (5, 1-11), el mismo que se leyó el 1 de septiembre de 1983, fecha en la que la revista inició su “alandadura”. La historia de Simón Pedro y sus amigos pescadores echando las redes junto a Jesús en el lago Genesaret bien podía entenderse como una metáfora del milagro que ha supuesto mantener durante tanto tiempo, contra viento y marea, una publicación que no ha perdido el espíritu evangélico, radical y utópico, con el que partió en sus inicios.
En una homilía, breve y muy evocadora para los corazones que buscan, Joan Zapatero no dejó resquicios para la duda. El mensaje de un Jesús que no se conformaba con medias tintas, que exigía un compromiso auténtico a quienes le seguían, estuvo presente en unas palabras que el oficiante no dulcificó en ningún momento. Luego, hubo espacio para que las personas presentes pudieran compartir con las demás lo que les había resonado la lectura. Tras ese instante imprescindible en el que se compartió fe y vida, llegaron las ofrendas presentadas por colectivos y personas que fueron galardonadas en algún momento de su historia con los premios alandar.
Tras la acción de gracias y el padrenuestro, la comunión colectiva se convirtió en un momento fundamental de la tarde: quienes comulgaron lo hicieron a la vez, en un acto simultáneo y pleno de emoción. «La celebración de la eucaristía nos ha de ayudar a abrir los ojos para descubrir a quiénes hemos de defender, apoyar y ayudar en estos momentos. Nos ha de despertar de la ‘ilusión de inocencia’ que nos permite vivir tranquilos, para movernos y luchar solo cuando vemos en peligro nuestros intereses. Vivida cada domingo con fe, nos puede hacer más humanos y mejores seguidores de Jesús. Nos puede ayudar a vivir la crisis con lucidez cristiana, sin perder la dignidad ni la esperanza», recordó la directora de alandar. Cristina Ruiz Fernández estuvo en todo momento arropada por quienes conforman el Consejo de Redacción de la revista, un grupo de profesionales del periodismo y de múltiples causas sociales y eclesiales (que colaboran de manera voluntaria) y que se afanan, mes a mes, en proponer y elaborar temas que puedan ser del interés de quienes leen una revista que quiere seguir cumpliendo años.
Una revista con mucha historia
Alandar fue fundada en 1983 por un grupo de cristianos y cristianas de base, entre quienes se incluía el sacerdote y periodista Julián del Olmo. Tuvieron la idea de editar un periódico de información religiosa centrado en la entonces diócesis de Madrid-Alcalá. Para este fin, el grupo puso en marcha los instrumentos habituales en este género de empresas pequeñas y voluntaristas: reunió un amplio grupo de personas que colaboraran en la redacción, lanzó unos bonos de apoyo de 5.000 pesetas y, con esta ayuda personal y económica, en el mes de octubre de dicho año se llegó a editar el primer número.
Poco a poco, la publicación fue creciendo, ampliando su difusión a nivel nacional e internacional y saliendo a la luz con mucho esfuerzo cada mes. Desde entonces se estructuró como Sociedad Limitada, una forma jurídica que le permite mantener desde siempre una total independencia de la jerarquía eclesial. A lo largo de tres décadas en las que se han sucedido tantos acontecimientos para la historia de este país, la Iglesia y el mundo, sus páginas se han hecho eco de muchos de los movimientos y grupos sociales que no pierden la esperanza en la construcción de una realidad más justa. Cada número se convierte, gracias a la participación de mucha gente valiente, en una tribuna abierta para buscar espacios de diálogo en un mundo donde el discurso es cada vez más uniforme y está más controlado.
Junto con las primeras revistas, en diciembre de 1985, aparecieron los dos primeros folletos alandar, de los que a día de hoy ya se han editado 46, dedicados a temáticas tanto espirituales como sociales o ciudadanas. El primero se tituló Yo no soy ateo y recogía una entrevista y diversos textos de Enrique Tierno Galván, pocos meses antes de su fallecimiento. El segundo fue Cuando tú dices Dios yo me huelo otra cosa, del sacerdote Martín Valmaseda. Pero, sin duda, los folletos de más éxito han sido los Catecismos alandar que, con motivo del trigésimo anivesario, se han revisado y ampliado para lanzar una reedición junto con la editorial PPC: El KTcismo alandar. Precisamente, en la fiesta-aniversario celebrada el 12 de junio se pudieron vender los primeros ejemplares de esta obra imprescindible que contiene ilustraciones de José Luis Cortés y textos de Julio Lois, Martín Valmaseda, Carlos Fernández Barberá y Goyo Ruiz, Araceli Caballero y Mari Pau Trayner.
Premio a la buenagente anónima
Además, cada año alandar premia a personas o instituciones que, por su trayectoria contribuyen a la construcción de un mundo más justo y una Iglesia más abierta. Estos premios han recaído en nombres tan comprometidos como José Arregi, José María Díez-Alegría o José Luis Cortés; congregaciones como las Religiosas Adoratrices y su Proyecto Esperanza o las Carmelitas de la Caridad Vedruna; instituciones como Justicia y Paz o el Col·lectiu de Dones en l’Església, así como personas que, a través del arte y la canción, también ejercen su compromiso como los ya citados Luis Guitarra, Migueli, el cantautor Rafa Sánchez con el proyecto Fábrica de Canciones o el grupo Anawim.
Una representación muy significativa de ellos y ellas estuvo presente en la fiesta, en la que el premio alandar de 2013 fue a galardonar a las personas que -desde sus creencias (sean las que sean)- se comprometen a diario en múltiples ámbitos para transformar este planeta en un lugar más justo, más bello y menos inhóspito. Es lo que hemos denominado “creyentes desde el anonimato”. De esta manera, se quiso distinguir a hombres y mujeres que no levantan la voz para identificarse, pero sí para denunciar el recorte de derechos, la falta de humanidad con quienes siempre pierden o para abrir espacios comunitarios donde los sueños también tengan casa.
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