“Considerando que las cooperativas, en sus diferentes formas, promueven la máxima participación posible de todas las personas en el desarrollo económico y social, que son cada vez más un factor de desarrollo económico y social y pueden tener una gran contribución a la erradicación de la pobreza, la 65ª asamblea general de la ONU proclama el año de 2012 como año internacional de las cooperativas”.
Cuando la ONU decidió eso, en 2009, el mundo ya vivía la actual crisis económica, ecológica y de civilización. Esa crisis se vio agravada porque la mayoría de los gobiernos quiso sanar la crisis usando como medicina el mismo veneno que la provocó: el capitalismo neoliberal. Sin duda, frente a ese fracaso de gobiernos ricos, la ONU percibe que la economía es un asunto suficientemente serio como para que lo dejemos solamente en las manos de tecnócratas y políticos poco comprometidos con la vida de todos y todas.
Aunque las competencias son diferentes y los gobiernos tienen una función muy esencial, es urgente que toda la ciudadanía asuma su responsabilidad frente al futuro de la sociedad y también de la vida en el planeta. Esa responsabilidad debe llevarnos a elegir representantes que se comprometan con las mejores causas de la humanidad. También demanda de nosotros mismos que asumamos nuestra parte en esa construcción de un mundo nuevo y más justo con las personas empobrecidas del mundo y con la naturaleza.
Una forma de vivir una economía más solidaria y comunitaria se da a través de las cooperativas que osan construirse desde las bases y de una forma más socialista. Gracias a Dios, en América Latina gobiernos más cercanos a las comunidades más empobrecidas han favorecido esas cooperativas, fueran de campesinos responsables de la agricultura familiar y de la producción de alimentos saludables o aparecieran en las ciudades, donde, como en Brasil y Argentina, los obreros en régimen de cooperativa se hicieron cargo de algunas industrias fallidas.
Cuando en el mundo antiguo el término “Iglesia” fue usado por primera vez, su sentido era de cooperativa de ciudadanos y ciudadanas. El término griego ekkesia quería decir asamblea de ciudadanos y también asociaciones de trabajadores. Por eso, como prohibió esas cooperativas sociales, el Imperio Romano consideró las iglesias cristianas como asociaciones ilegales. El término comunión (en griego koinonia), tan central en la fe cristiana, puede ser traducido por participación o por cooperativa. Eso el proyecto divino para toda la humanidad: vivir como hermanos y hermanas y compañeros y compañeras en una única cooperativa, la comunidad de la vida.
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