Del 24 al 28 de agosto se celebró en Salamanca el XIV Congreso Internacional de la Asociación Europea de Mujeres Para la Investigación Teológica (ESWTR en sus siglas en inglés). Llegué cuando el congreso ya había comenzado. Tuve que arrastrar mi maleta perdiéndome por unos inmensos pasillos hasta que, al final, pude localizar el comedor. Ya esto me impresionó. Muchas mujeres estaban sentadas cenando, solo mujeres. Llegadas desde distintos puntos de Europa. Luego supe que estábamos más de doscientas congresistas de Austria, Bélgica, Croacia, Hungría, Georgia, Holanda, Hungría, Italia, Islandia, Lituania, México, Polonia, Portugal, Reino Unido, Republica Checa, Rumanía, Suecia, Suiza y muchas de Alemania y España. Un abanico de nacionalidades y culturas o, lo que es lo mismo, una gran riqueza y pluralidad.
Y ya me surgió el primero de mis interrogantes (si alguien ha tenido a bien leer “Desde mi mecedora violeta” del mes anterior ya les decía que con la edad cada vez tengo menos certezas y más interrogantes). ¿Dónde estaban los teólogos? Apenas había un par de varones y creo que esto porque acompañaban a sus parejas. ¿No les interesaba a los hombres, a los teólogos, lo que las mujeres teólogas pudieran aportar? ¿Seguíamos a estas alturas del partido (de la historia) siendo consideradas ciudadanas (teólogas) de segunda o tercera categoría?
Después de la cena la cantautora Lidia Pujol (que participó de todo el congreso como una más), nos ofreció un recital de canciones centradas en historias de mujeres. Me encantó escuchar, en voz de Lidia, la canción de Maite Martín “Navega sola” y, aunque la letra no tiene que ver con lo que voy a decir, encontré en este titulo la posible explicación a mi primer interrogante. Seguramente la teología feminista tiene que navegar sola, solo con mujeres, para poder tener los aciertos y, por qué no, también los errores que los varones han tenido la oportunidad de realizar a lo largo de toda la historia.
Escuchar, comprender y responder
Terminamos cerca de la medianoche y a la mañana siguiente, bien prontito, a las 7:30 nos reuníamos en distintos rituales. Por lenguas, comenzamos el día poniéndonos en presencia de Dios Padre/Madre: textos, imágenes, canciones, expresiones corporales… cada una eligió aquello que más le ayudaba a comenzar desde una experiencia creyente.
El congreso estuvo dividido en tres partes: escuchar, comprender y responder. Cada uno de los tres primeros días dedicado a cada una de ellas a través de sesiones plenarias, dos cada día con dos ponentes y una moderadora; las comunicaciones, éstas eran por la mañana y requerían de un gran esfuerzo por parte de la moderadora por todo lo que había que comunicar; los talleres temáticos fueron de una gran variedad y riqueza: Diálogo Interreligioso, El reto de la palabra inmigrante, Arte y Teología, El cuerpo como lugar de unificación y encuentro, Cuerpo, sexualidad y teología, Los colores del arco iris, Sobre el fundamentalismo eclesiástico, Proyecto de formación de adultos en la iglesia evangélica y Cómo escuchar a nuestro cuerpo. También estaban los grupos de base, grupos reducidos donde cada una compartía lo que le había resonado por dentro a lo largo del día.
En este punto tengo que decir que la distribución de los tiempos estuvo perfectamente organizada y llevada a cabo. Los espacios eran distintos pero en todos había posibilidad de tomar la palabra y escuchar, no solo a las ponentes sino a cualquiera de las congresistas. También se hizo un gran esfuerzo con las traducciones, sobre todo en los espacios más informales.
El arte estuvo presente a través de una exposición de pintura y escultura que rodeaba el claustro. “Las obras de esta exposición quieren añadir su propia voz a las reflexiones del congreso, a través de distintos lenguajes. […] Las cuatro artistas Megan Clay, Annette Esser, Carolina Mackenzie y Silvia Martínez Cano, provienen de distintos contextos culturales (Reino Unido, Alemania y España) e igualmente se nutren de muchas tradiciones religiosas, en su búsqueda de inspiración en lo personal y artístico”, explicaba el folleto de presentación de la muestra.
Riqueza y pluralismo
Es difícil en unas pocas líneas contar todo lo que allí se vivió. Las ponencias y comunicaciones fueron de gran altura, riqueza, pluralidad… y gran parte de ellas partían de la experiencia. Teresa Toldo, que llegó desde Portugal, nos contó lo que le preocupaba y también sus deseos. En el aire nos dejó muchos interrogantes: ¿no estamos hablando de una supremacía de occidente cuando hablamos de los derechos de las mujeres? ¿hemos oído las voces de las otras? ¿estamos preparadas para decirnos que las mujeres musulmanas son las que mejor saben lo que las conviene?
Mª José Torres hizo una llamada a hacer teología feminista desde las plazas y las calles, “porque los movimientos sociales protagonizados por mujeres son un escenario privilegiado para la teoría feminista” y lo decía con el aval y la autoridad que le da su trabajo en un barrio como el de Lavapiés, en Madrid.
Marilú Rojas, mexicana residente en Bélgica, nos habló del ecofeminismo y de la Ecosophia. El saber de los pueblos afro-latinoamericanos va más allá del saber europeo.
El feminismo musulmán estuvo presente a través de dos conferencias a cargo de Ndeye Andújar y Cantal Genovart Mollet, que nos hablaron de las realidades y retos de las mujeres musulmanas. Dos visiones complementarias y ricas del Islam y las mujeres, muy distintas a las que normalmente nos ofrecen los medios de comunicación y que van configurando un imaginario colectivo muchas veces contrario y sectario contra el Islam y sus seguidores.
La danza y la estética en la teología, el lenguaje de género, el cuerpo y la Teología Queer fueron algunos de los temas que completaron el programa.
Además, dentro del marco del congreso se celebró el 25º aniversario de entidades teológicas feministas: la asociación europea (ESWTR), el Col•lectiu de Dones en l’Esglèsia, FEM y Mujeres y Teología (ver tema de portada del número anterior de alandar).
Las asociadas de ESWTR tuvieron su asamblea y el congreso terminó citándonos en Dresde (Alemania), para el 2013. Una de las ponentes acabó con una cita de Paolo Freire: “Nadie se libera a sí mismo, nadie se libera solo. Sólo nos liberamos juntos” Pues eso, nos tocará navegar solas pero juntas. Y seguiremos en Dresde.
La ESWTR, Asociación Europea de Mujeres para la Investigación Teológica, fue fundada en Suiza en el año 1986. Su primera Conferencia Internacional se celebró en Suiza; a ella asistió un grupo reducido de mujeres con la intención de formar una asociación académica. Representa una red muy importante para las mujeres que trabajan en el campo de la investigación teológica y es un lugar de encuentro de diferentes contextos culturales, religiosos y espirituales de Europa que refleja la tradición europea occidental, en su mayoría cristiana, pero también judía y musulmana.
Hoy en día, la ESWTR es la asociación de mujeres teólogas más importante de Europa, con alrededor de 700 miembros.
Para más información: http://www.eswtr.org/es/