María del Carmen Martín Gavillero (Puertollano,1960) pertenece al Instituto Secular “Vita et Pax” y es licenciada en teología bíblica. Es miembro de la Asociación de Teólogas Españolas y del grupo “Mujeres y Teología” de Ciudad Real. La mayor parte de su tiempo la dedica al acompañamiento de personas, combinándolo con procesos de dignificación. Escribe asiduamente en la hoja bíblica Dabar y en la revista Sororidad.
¿Hasta dónde permanece la injusticia contra las mujeres?
En ningún país de la tierra son aún las mujeres iguales en oportunidades a los hombres. Pero las pobres entre los pobres son millones de mujeres. Ellas son las que dan de comer sin haber comido, las que sufren la violencia de los violentados. La ONU no deja de presentarnos datos. Las mujeres, que constituyen la mitad de la población mundial, trabajan las tres cuartas partes del total de las horas de trabajo que se hacen en el mundo, reciben la décima parte del salario mundial, poseen la centésima parte de las tierras del planeta y representan los dos tercios de las personas adultas analfabetas. Junto con sus hijos dependientes son el setenta y cinco por ciento de las personas que pasan hambre y el ochenta por ciento de los refugiados sin hogar. Y Amnistía Internacional recuerda que diariamente mueren más mujeres y niñas por diversas formas de violencia y discriminación basadas en el sexo que por ningún otro tipo de abuso contra los derechos humanos.
¿Cómo encontró una mujer cristiana el feminismo?
Haciendo tareas de grupo, en Guatemala y Ciudad Real, con mujeres sencillas, de extracción popular, en que todas buscábamos conocer nuestra identidad y oportunidades y hacer frente a los desafíos de cada día.
¿Qué descubrieron?
Hemos despertado, vemos la realidad de otra manera y, después de despertar ya no podemos volver atrás. Hemos sido compañeras de verdad, porque compañera o compañero es quien comparte el pan con otra persona, le acompaña, le hace vivir y no le deja morir. Somos mujeres reconciliadas, somos reivindicativas pero no queremos venganza, no queremos colgar sobre los hombres tantos siglos de cultura patriarcal y de machismo. Somos mujeres que quieren volar alto, pero para volar hacen falta dos alas: hombres y mujeres tenemos que cooperar en igualdad y no queremos que nadie se quede o caiga en el suelo. Tenemos opciones radicales a favor de la justicia, pero estamos siempre en búsqueda y no hemos llegado todavía a la meta. Hemos descubierto que somos y queremos ser mujeres cristianas y feministas, en diálogo con Dios, con una rica espiritualidad, pero nos sentimos extrañas en nuestra propia casa, la Iglesia, donde no aspiramos al poder sino a tratar a los demás y a ser tratadas como iguales, aspiramos a la “sororidad”.
¿Qué significado tiene la palabra “sororidad”?
Es un concepto feminista -y para nosotras cristiano también- que expresa la hermandad de las mujeres entre las mujeres y entre los hombres y de unas y otros con el cosmos. Somos hermanas y hermanos: así nos sentimos y así queremos vivirlo y expresarlo. La “sororidad” tiene un principio de reciprocidad que implica compartir recursos, tareas, éxitos y fracasos. Expresa una manera de relacionarnos con igualdad y respeto y una actitud de cuidado y ternura, sobre todo, con nuestras hermanas y hermanos más débiles, necesitados y empobrecidos. La “sororidad” aporta a la construcción humana un sabor distinto, una pizca de gracia ante la música de siempre, una mirada nueva sobre lo que ya fue mirado, para descubrir lo inédito.
¿Cristianismo y feminismo pueden ir de la mano?
El feminismo ha sido la revolución más importante del siglo pasado. Una revolución sin muertos. En ningún lugar del mundo nadie ha matado a nadie en nombre del feminismo. Ha habido malformaciones, deformaciones y aberraciones del feminismo y también del cristianismo, pero eso no deslegitima ni un ápice el aporte de humanización que han traído al mundo uno y otro. Dice la benedictina estadounidense Joan Chittister que “el feminismo ofrece al cristianismo la oportunidad de ser verdadero cristianismo, quitando la desigualdad y creando equidad”. La aspiración de justicia no está reñida con el personalismo. Hombres y mujeres no somos complementarios, somos cada cual una plenitud. Estamos llamados a ser personas plenas e integrales y a crear un mundo más justo y libre. Por eso, si el pensamiento y la praxis feminista y cristiana no conducen a fortalecer la justicia social, se trata en realidad de un falso feminismo y de un falso cristianismo.
¿Como viven ustedes su feminismo?
El feminismo es un movimiento de humanización y dignificación. No es el reverso del machismo que discrimina. Ahora se va viviendo el feminismo en redes y en grupos pequeños que se reúnen, reflexionan y actúan para configurar, sin pretensiones de poder alternativo, otro modelo de sociedad y reclamar igualdad de oportunidades. Nos gusta un feminismo de la adultez, que nos conduce a las mujeres a tomar las riendas de nuestra propia vida, a conseguir lo que queremos con razonamientos y no con argucias y a no escondernos detrás de los hombres. Las que habíamos estado silenciadas hemos tomado la palabra, pero no una palabra cualquiera, sino una palabra de humanización, porque para seguir diciendo más de lo mismo, mejor es estar calladas. Salvo algunas, que tenemos la opción de vivir célibes, las mujeres queremos experimentar un feminismo con nuestra pareja en la vida diaria y en las relaciones sexuales, sin sombra de dominación: ¿está tan lejos lo que ocurre en la cama de lo que ocurre en la sociedad? No entro ahora en nuestra orientación sexual, pero si en el ámbito doméstico no se comparte todo, la lucha entre lo privado y lo público no se cerrará bien. ¿Cómo es posible que una mujer se envalentone en el trabajo con su jefe y se arrugue ante su marido?
¿Cómo les va a las mujeres en la Iglesia?
En lo personal, a menudo, no nos va bien. Muchas mujeres sobrevivimos en la ambigüedad para no sufrir ni hacer sufrir y permanecemos en la Iglesia porque no vemos otro sitio mejor a donde ir. Nos parece imposible vivir la fe en soledad, fuera de la comunidad. Jesús y la primitiva Iglesia trataron a la mujeres con igualdad. Podríamos leer en clave feminista la Biblia. Aquel himno de la Carta a los Gálatas donde se dice que “no hay libre ni esclavo, ni hombre ni mujer en Cristo Jesús”, o releer aquella frase de San Ireneo: “La gloria de Dios es que la mujer viva” Luego, han seguido siglos en que las mujeres no hemos participado en la doctrina, ni interpretado la palabra, ni puesto en valor nuestra espiritualidad. Pero hay avances. Se desarrolla la teología feminista, hay una facultad de teología feminista en la Universidad de Sevilla, y el Consejo Mundial de las Iglesias ha dado un impulso, en varios frentes, a la solidaridad con la mujer.
Mujeres en el siglo XXI: identidad y desafíos
Las mujeres se siguen preguntando en el siglo XXI quiénes son, qué desean, qué pueden aportar a la construcción de una justicia más humana y universal. En medio de las tareas cotidianas y de las luchas reivindicativas, no ignoran respuestas que otros han dado, pero creen que ha llegado el momento de ensayar sus propias respuestas. Y quieren tender puentes para que hombres y mujeres puedan encontrarse y establecer nuevas relaciones para construir un futuro común de justicia y libertad.
El fondo de esta entrevista es la experiencia vivida al lado de mujeres guatemaltecas y manchegas que luchan por la vida. En el esfuerzo de grupo, en la militancia y en la reflexión, despertó la conciencia profunda de ser mujer. Se trata de mujeres en búsqueda, con su propia mirada, mujeres empeñadas en crear “sororidad”, que se acompañan, que tienen opciones radicales y ánimo de reconciliación, mujeres que se sienten creyentes y feministas, los dos pilares que sustentan su vida. Una “alegre rebeldía compartida” resume a una mujer nueva, símbolo de la nueva humanidad.
“El feminismo ofrece al cristianismo la oportunidad de ser auténtico”
Soy miembro de una comunidad evangelica, con conviccion de que el patriarcado debe derogarse. ¿Donde encuentro material que me permita sostener mi discuso? ¿donde encuentro material que sea valido y cientifico que ayude a transmitir la perspectiva de genero en instituciones confesionales?
Querida hermana
tengo información actualizada http://www.ib7.cl/noticias/kefale
Bendiciones
Hola, yo soy feminista y evangélica pero esto de mostrar mi feminismo ante todas y todos me ha traído muchos problemas tanto con mi familia y en la iglesia, de verdad no quiero alejarme de Dios porque lo amo y se que es perfecto y también se que el no esta a favor de la violencia, pero tanto como líderes y pastores me criminalizan al tener pensamientos feministas, me ven como un mounstro, lo peor de esto es que por esos comentarios mi familia cree lo mismo y ahora no me hablan hasta que deje de ser feminista, como si eso se pudiera. Estoy muy triste pero convencida de que el feminismo no ha matado ni matara a nadie. Solo que ahora no se que hacer, muchas veces me repiten que traiciono a Dios y sus leyes con el feminismo y siento mucha culpa, que hago?