En la cuaresma de este año, tuve la suerte de compartir un retiro de silencio junto a una de las firmas de alandar, persona magnífica y maravillosa comunicadora como es Dolores Aleixandre.
El fin de semana fue perfecto y descubrí algo de mi amiga Dolores que quería compartir con los lectores y lectoras de la revista desde este mundo mágico de la discapacidad. Tras más de diez años acudiendo a estos cursos, a todas las personas asistentes nos conectaba directamente y muy dentro la comunicación verbal de esta mujer que, gracias a su voz, hacía profundizar en su interior a cada uno junto a su querida Biblia.
Y… ¿qué pasó en este encuentro que me sorprendió? Debido a un problema en las cuerdas vocales, el discurso de dolores había cambiado y, aunque se esforzaba mucho, en ocasiones costaba entenderla. Luego, una vez acostumbrado a su forma de hablar diferente, uno se hacía a ese modo y trascendía tanto la locución que se olvidaba de su manera de verbalizar.
Me recordó por unos instantes a la imagen del papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro en sus últimos años, cuando se dirigía al público congregado en la plaza y, por efecto de su enfermedad y la traqueotomía que le habían realizado, no podía hablar con fluidez y sufría desde su debilidad aunque transmitiera a su vez gran fuerza y ternura.
Siempre lo digo: cuando llega la discapacidad a una persona es un momento relevante en su vida, pues la obliga a cambiar y a caminar de otro modo si quiere salir airosa. Es un terremoto personal, ya que se suelen caer muchos cimientos que luego cuesta reconstruir poco a poco. Además, qué caprichosa es la vida, que te vapulea muchas veces -como creo que es el caso de Dolores- donde más vas a sufrir. Sin duda, para ella, Dios le ha mandado un signo más al colocar su discapacidad presente donde más le podía doler; en su fuerza comunicadora.
Habrá tenido instantes peliagudos y de dudas, como los hemos tenido todos y todas. Se habrá rebelado contra Jesús diciéndole: ¿Por qué me mandas ahora esto a mí?, ¿no podías haberme dejado coja, manca u otra cosa similar…?
Esta experiencia me recuerda un acontecer de Santa Teresa, quien, caminando por esos campos castellanos, fue a cruzar un río con sus mulas y numerosos atuendos que llevaba. En ello estaba, cuando de repente se nubló y comenzó en breves segundos a diluviar y a complicar, así, el paso del río al otro lado. Con tanta agua, el animal se cayó dentro de la corriente con todo lo que llevaba, ella tropezó igualmente y cayó de bruces contra el agua y totalmente mojada y con frio, miró hacia el cielo y le espetó a su señor: “Si a nosotros, que creemos en ti y te seguimos fielmente, nos tratas así… ¡qué injusto eres!”.
Esta anécdota de la santa es muy real. Seguro que muchas personas como Dolores y como yo mismo hemos vivido instantes muy parejos en los que nos rebelamos contra Dios, pues parece que hace con nosotros lo inexplicable y no encontramos el verdadero significado.
Son llamadas de Dios que resaltan nuestras debilidades y a través de las cuales muestra a la sociedad que, cuando se quiere, se puede. En el mundo de hoy en día, el mundo de “lo perfecto”, es curioso: lo imperfecto bien llevado y como signo de Dios comunica mucho más que grandes declamadores. Dolores lo ha conseguido y, desde aquí, la felicito por esa fuerza que sigue transmitiendo porque, como le dije en persona, estoy seguro de que ha entrado en este grupo curioso en el que nos llamamos, sin acritud, “personas con dioscapacidad”.
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