Agricultura a escala humana

Naciones Unidas (más en concreto la FAO) ha declarado 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar. De esta manera, intenta aumentar la visibilidad de la agricultura a pequeña escala y realzar su importante papel en la lucha por la erradicación del hambre y la pobreza, la seguridad alimentaria y la nutrición. Al final de año la FAO espera haber conseguido que la agricultura familiar sea el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales en las agendas nacionales, identificando lagunas y oportunidades para promover un cambio hacia un desarrollo más equitativo y equilibrado. Un poco ilusos sí son, es cierto, pero no es menos cierto que la soberanía alimentaria es cada vez más urgente y necesaria. Así pues, en este mes de primavera en el que plantamos semillas, abonamos la tierra y comenzamos a regarla, traigo a esta columna mi preocupación y mi defensa de la agricultura a pequeña escala, de los huertos familiares y vecinales, de los cultivos locales que respetan los ritmos de la naturaleza.

Llevamos ya una larga temporada oyendo hablar de los peligros de los alimentos transgénicos. Por cierto que el otro día oí a alguien por la radio llamarlos, de manera equivocada y puede que maliciosa -pues la cadena que estaba oyendo es bastante sospechosa de hacerlo- alimentos transgénero, haciendo una burda comparación entre los alimentos genéticamente modificados y el colectivo de personas que sienten que su sexo físico y su género mental no coinciden. El locutor se reía de su ocurrencia a grandes carcajadas como si la identidad sexual de las personas también fuera una modificación genética. ¡En fin, volvamos al tema, que me lio! Recomiendo como buena introducción a este tema y un interesante aterrizaje en la realidad agrícola global el documental Tres historias y un vaso de leche, que mi buen amigo Alvaro Porro realizó con Pablo Fraguas. La cinta, a través de un vaso de leche, recorre el supermercado global contándonos cómo el ganado se alimenta de soja transgénica, cómo las familias ganaderas tradicionales deben abandonar su finca, sus vacas y su medio de vida empujados por las compañías que la cultivan y cómo hay formas de resistirse a ello.

Jeromo Aguado, otro buen amigo, lleva toda la vida defendiendo desde la Plataforma por un Mundo Rural Vivo que los modelos de agricultura intensiva e industrializada son antisociales y expulsan a los campesinos que no entran en la dinámica de la competitividad; que es un modelo que cambia campesinos por tecnología y personas por máquinas, dando al traste con la explotación familiar y con todo lo que ello representa social, económica y medioambientalmente, fomentando así éxodo rural. También es un modelo que consume tanta o más energía como la que produce, concentra grandes sumas de dinero en muy pocas manos y produce en función de oscuras reglas del mercado mundial, que decide en Chicago o Milán cuánto, cómo y qué hay que producir cada año.

Frente a todo ello se propone un modelo como el que este 2014 viene a celebrar la ONU: una agricultura a escala familiar, donde cada comunidad decida qué y cómo plantar pensando en los mercados locales y la subsistencia familiar; donde el agricultor cuida la tierra, su tierra y las semillas, sus semillas. Donde se cuida lo común, lo que es de todos y no es de nadie (esta idea de los bienes comunes ya fue merecedora de un premio Nobel de economía) porque todas las personas salimos ganando.

La agricultura ilustrada, que ha venido a instalarse en nuestras vidas y que defiende el todo para el campo pero sin el campo, debe ser derrocada y arrinconada por una revolución que instaure una verdadera soberanía agrícola (los que saben de esto la llaman “soberanía alimentaria”) que instaure una agricultura libre, fraterna y equitativa.
Acabo de plantar en mi casa la media docena de plantas de tomate que planto todos los años y que me sirven de entretenimiento y aprendizaje en esto de los ritmos de la tierra y sus sabores. Este año, al lado de cada planta, he puesto una pequeña banderita con el logo del año internacional de la agricultura familiar. Y recuerda: tierra eres y en tierra te convertirás

1 comentario en «Agricultura a escala humana»

  1. Agricultura a escala humana
    L a agricultura familiar en América está unida a la agroecología igual entre ustedes. Si nos roban las semillas que sembramos y terminamos comiendo lo que imponen las multicionales de la alimentación como:pescanova, nestl+e o bimbo y las franquicia como KFC. Mc.Donald o dominos o los chinos estamos perdiendo nuestro futuro e identidad. Si acaban con el sembrar acaban con el pensar. Tienen que favorecer la produción y la venta en el comercio local,exigiendo a los comercantes eso, intermediación sin especulación.

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