¿Se abre un nuevo horizonte en la Iglesia? ¿Está marcado por la esperanza? Entre tantos avatares eclesiales a lo largo de los siglos, el mensaje del Evangelio ha calado hondo en el Pueblo de Dios, más allá de lo que algunos de sus miembros hagan de él. Aunque sean parte de la jerarquía y aunque la jerarquía haya terminado pensándose a sí misma como la parte fundamental de la Iglesia a la que el resto debería obediencia total y sumisión acrítica.
Hay momentos en que la esperanza se apaga. No se ve el día. Todo es noche. Y el paso del tiempo no hace sino acrecentar la oscuridad. Pero hay otros en que se comienza a ver la claridad que anuncia el amanecer. Este parece ser uno de ellos. El papa Francisco está haciendo y diciendo cosas que resultan novedosas, que anuncian una forma diferente de ser papa. Ya nos sorprendió cuando, a poco de ser elegido, dijo, refiriéndose a los obispos, aquello de que él no quería pastores funcionarios sino pastores que oliesen a oveja. Más de uno debió sentir que le temblaba el palacio episcopal y sus oficinas perfectamente montadas. Luego vino la entrevista concedida a periodistas en su viaje a la JMJ de Brasil. Parecían palabras improvisadas. ¿Y si le habían pillado en un momento bajo por el cansancio del viaje y dijo lo que no quería decir?
Hace unas semanas se publicó una larga entrevista, seis horas de conversación, con un compañero jesuita, el director de La Civiltà Cattolica. Aquí ya no hay excusa. Son 27 páginas de entrevista. No cansancio ni improvisación. Lo que dice está bien pensado. Está, en la práctica, exponiendo su hoja de ruta, su programa.
Vale la pena leerla de cabo a rabo. Y darle tiempo para la reflexión… ¡hasta emocionarse! En los tiempos que corren maravilla, conmueve y hasta desconcierta un poco oír decir a un papa que “la Iglesia es pueblo de Dios en camino a través de la historia” y añadir que “sentir con la Iglesia, por tanto, para mí quiere decir estar en este pueblo”. No es más de lo que decía el Vaticano II. Pero oírselo decir a un papa es una novedad. Al menos en los últimos 30 años.
Más allá de esta frase o de la otra, la entrevista entera respira un nuevo espíritu, un aire nuevo, que hace brotar la sonrisa y hace sentir más fuerte la esperanza de un cambio más evangélico. Alandar está en línea, trabajando y aportando su granito de arena desde hace 30 años para que el cambio llegue. Esta entrevista nos da fuerzas y nos anima a seguir en el camino ya comenzado.