Hablar es una de las cosas que nos distingue como seres humanos. Comunicarnos, expresar lo que queremos, lo que pensamos, lo que sentimos. Escribirlo, transmitirlo, conservarlo en la memoria. La libertad de expresión nos permite ser en plenitud, nos humaniza. Es un derecho por el que vale la pena luchar, aunque haya quien lo maltrate, aunque para algunos no valga nada.
Por eso, es una alegría recibir la noticia de que un compañero de camino podrá volver a hablar en libertad. Proclamar lo que piensa y cree sin importar los curas ni las curias. Transmitir esa otra visión de la fe cristiana en una Iglesia donde muy pocas palabras son libres. Sí, celebramos ese José Arregi liberado de ataduras y hábitos, más Buena Noticia que nunca. Nos alegramos de que su voz se oiga de nuevo y de que, como escribió el profeta Isaías, haya “esperado en el Señor, para renovar su fuerza y retomar su vuelo como el águila”.
También nosotros en alandar retomamos el vuelo e iniciamos una nueva etapa con las fuerzas renovadas y con esa misma libertad de expresión como bandera. ‘Alandamos’ con el privilegio de decir lo que pensamos, de no estar limitados por ninguna institución ni mitra, de no tener que mordernos nunca la lengua. Esa independencia es el mayor de los patrimonios con el que cuenta la revista. Es un regalo que tenemos que cuidar como al tesoro más valioso del mundo, porque es un bien escaso.
Así, continuamos el camino, muy conscientes de ello y con pasión por las buenas noticias. Con pasión por el Evangelio de Jesús, que tantas personas convierten en una realidad cotidiana a través de sus vidas. Seguiremos caminando, llenos de energía y con una tortuga que quizá no vuela como el águila, pero que quiere correr cada vez más rápido. Que quiere llegar mes a mes a más gente, para contarles que es posible vivir la Iglesia de otra manera y que, juntos, podemos construir un mundo más feliz.