Ya en la antigua Grecia, el filósofo Heráclito se dio cuenta de que uno no puede nunca bañarse dos veces en el mismo río. Todo cambia y fluye. El río cuyas aguas nos mojan al meternos por segunda vez habrá cambiado casi por completo, ninguna de sus gotas será la misma, aunque se llame de la misma manera y transcurra por el mismo cauce. Y tampoco nosotros seremos los mismos, si nos mojamos.
En este sentido, dicen los científicos que apenas ninguna célula del cuerpo de un niño seguirá ahí cuando llegue a ser adulto, casi todas habrán sido reemplazadas por nuevas células componiendo silenciosamente el cuerpo. Pero la identidad como persona seguirá siendo la misma, inequívocamente.
Avanzamos, fluimos, crecemos, cambiamos. Y también alandarcambia, aunque con la intención clara de no perder la identidad, la línea que siempre ha caracterizado a la revista.
En este número de enero dan inicio varias secciones nuevas, que aportan diferentes visiones sobre la teología, la realidad de los países del Sur y la ecología de una manera integral. Nuevas columnas y nuevos colaboradores que, con su firma, enriquecen y diversifican nuestra plantilla.
Además, incluimos una sección especial dedicada a analizar con sentido crítico la Jornada Mundial de la Juventud. Con humor y con amor, las páginas centrales se llenan también de frescura y de voluntad de cambio.
Porque pensamos que es imprescindible adaptarse a los nuevos tiempos, escuchar nuevas voces que permiten que la Iglesia se abra y evolucione. Porque no queremos una Iglesia de paquidermos que se mueven lentamente sino, tal vez, de cucarachas que saben adaptarse y resistir a los tiempos con la fuerza de su pequeñez. Porque creemos que alandar tiene que contribuir a ese cambio, hacer que el cristianismo sea un agua fresca en el que bañarse y no agua estancada.