Ampliemos horizontes

  • por

Pocos días faltan para terminar el presente año, tan convulso, tan impredecible y repleto de incumplimientos en todos los ámbitos: político, económico y social, uno de los cuales lo hallamos en la ayuda oficial al desarrollo. En efecto, solo unos pocos países, a saber, Dinamarca, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega y Suecia han cumplido con el compromiso acordado en la 34ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1980, de dedicar, al menos, el 0’7% del total del PIB a ayuda oficial al desarrollo.

Ante ese panorama suena, cuando menos, utópico hablar de ampliar el horizonte de la ayuda oficial al desarrollo. Sin embargo, si lo abordamos desde una perspectiva transformadora, tomando en consideración las lecciones aprendidas a lo largo de los años, el proceso puede ser positivo y los resultados, muy esperanzadores. De hecho, desde diversos ámbitos económicos, sociales y políticos se alzan voces reclamando una revisión del concepto de ayuda oficial al desarrollo; desde otros, se destaca la necesidad de ampliar el concepto de ayuda e introducir el de cooperación al desarrollo.

Razones no faltan para ello. En primer lugar, si partimos del significado, en el diccionario de la Real Academia el verbo ayudar aparece como sinónimo de auxiliar, socorrer, prestar cooperación. El verbo cooperar, sin embargo, abre campos de acción mucho más interesantes porque va más allá de un auxilio o la prestación de socorro, ya que significa “obrar conjuntamente para un mismo fin”. Si nos vamos al ámbito que aquí nos interesa –el de la cooperación al desarrollo- hablaremos de obrar conjuntamente para erradicar la pobreza y las desigualdades, con el fin de ampliar las capacidades de todas las personas para que puedan llevar una vida digna, basada en el reconocimiento universal de los derechos humanos. En pocas palabras, la ampliación de horizontes es una apuesta firme por la cooperación al desarrollo de las personas, respetando su dignidad y sus derechos.

No es una novedad el hecho de situar al ser humano en el centro del desarrollo, pero conviene recordarlo. El desarrollo humano es una cuestión de cambio social, una cuestión de confianza y autoestima en el proyecto de vida de todas las personas. El desarrollo humano, según las Naciones Unidas, consiste en ampliar las capacidades de las personas “para que puedan libremente elegir lo que desean ser y hacer, de manera que puedan gozar de una vida prolongada, saludable y creativa, perseguir objetivos que consideren valiosos y participar activamente en el desarrollo sostenible y equitativo del planeta que comparten”. La cooperación al desarrollo debe contribuir a lograr los fines enunciados, sin olvidar su papel en el reconocimiento de los derechos humanos.

La segunda razón para ampliar los horizontes de la ayuda oficial al desarrollo y apostar por la cooperación al desarrollo alude a su faceta transformadora, porque estamos viviendo cambios estructurales que repercuten en la cooperación: la globalización, la aparición de nuevos actores, el aumento de las desigualdades entre los países y, dentro de los mismos, sistemas económicos y financieros insostenibles, la degradación medioambiental y el cambio climático, que ya está causando estragos en muchas partes del planeta.

Desde la sociedad civil se exigen cambios en la cooperación al desarrollo. Es una buena oportunidad y el momento para ampliar horizontes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *