Por Ricardo Olmedo
Esta es una historia de lucha comunitaria, de la lucha de los más pobres entre los pobres por hacer de su barrio un lugar donde poder vivir dignamente. Comenzó hace casi tres décadas, liderada por un español que unió su vida a la de un grupo de familias que habitan los arrabales de Asunción.
El río Paraguay, a su paso por la ciudad de Asunción, es un gran manto de agua, caudaloso, que baja sereno camino de Argentina. En sus orillas se encuentran los que aquí llaman “bañados”. Son barrios en los que, durante años, se fueron asentando las familias que llegaban a la capital huyendo de la pobreza del interior del país. Con unas maderas, varios palos y mucha angustia levantaban sus chabolas. Así sucedió en el bañado Tacumbú, uno de los que forman el gran Bañado Sur.
Hasta aquí también llegó Pedro Velasco, un dominico español que, cuando comenzó a trabajar en la universidad, conoció la situación de las familias del bañado. Entonces decidió vivir y trabajar con la gente de este lugar. De esto hace 31 años.
Me encuentro con Pedro en su sencilla casa, dos habitaciones, cocina y un pequeño baño, cerca de la parroquia del barrio. Me cuenta que en el bañado Tacumbú viven 2.200 familias, es decir, unas 11.000 personas. Cuando Pedro llegó aquí más del 80% de las viviendas eran chabolas. Con el tiempo, eso ha ido cambiando. Pero siguen llegando más personas que se asientan en los extremos del barrio, por la sencilla razón de que no hay otro sitio donde pueden sobrevivir.
Hace 28 años el padre Pedro lideró la creación de la organización CAMSAT (Centro de ayuda mutua, salud para todos). Con el tiempo se ha convertido en el gran motor del desarrollo del barrio con múltiples programas.
El trabajo de esa organización durante estos años ha contado con la ayuda de, entre otros, la ONG española Manos Unidas, que ha financiado varios proyectos que contribuyeron decisivamente a mejorar la vida de muchas familias. Voy a casa de una de ellas, la que forman Estela y Luciano, que recibieron en su día una sencilla vivienda y también se beneficiaron de la instalación de agua corriente. Estos proyectos hicieron que mucha gente saliera, por primera vez en su vida, de una chabola.
Camila, la hija mayor de esta familia de pescadores, me cuenta que ha podido continuar sus estudios gracias a una de las becas que proporciona CAMSAT. Ahora está terminando su formación en enfermería y pertenece a una primera generación de jóvenes del bañado que son universitarios.
En las instalaciones de CAMSAT, entre otras muchas cosas, también se encuentran varias aulas donde se hace el proyecto de refuerzo escolar. En Tacumbú solo hay una escuela de primaria incompleta pues no ofrece los últimos cursos de esa etapa. Por tanto, los niños del bañado están obligados a salir del barrio si quieren finalizar sus estudios de primaria. Cuando comenzó el refuerzo escolar, había más de doscientos alumnos que venían por aquí. Uno de los grandes apoyos fue el maestro Ursicino Velasco, el padre de Pedro, el párroco, que vino de España siguiendo los pasos de su hijo y trabajó incansablemente por la educación de los niños del barrio.
Angélica, una de las profesoras voluntarias, me cuenta que no es nada fácil mejorar el nivel educativo de los niños del bañado. Muchos de ellos viven una situación familiar crítica y los padres necesitan que los pequeños hagan algún trabajo para sacar a la familia a flote.

Los niños de la comunidad de Tacumbú. FOTO/ Ri cardo Olmedo
Me acerco a la sede que tienen los recicladores, muy cerca de la parroquia. Muchos de los vecinos del bañado viven de esto. Desde primeras horas de la mañana recorren los barrios de Asunción en busca de cartones, vidrios y plásticos que luego separan y venden. Sobre ellos recae un evidente estigma social y muchos tienen que batallar, además, contra el desprecio de los demás. Una de las recicladoras más veteranas me cuenta que hay quienes, por no compartir, no comparten ni siquiera su basura. Si la jornada sale bien, quizá consigan, al cambio, unos cinco euros.
En las instalaciones que la asociación tiene en la zona central del bañado está instalada la Unidad de Salud Familiar. Se trata de un servicio de atención sanitaria que se creó en tiempos del gobierno de Fernando Lugo. El objetivo principal era acercar la sanidad a los lugares donde vive la población, especialmente la más necesitada. El personal es costeado con fondos públicos mientras que la organización del barrio aporta el local. Pero los niveles de salud de los habitantes de Tacumbú están muy lejos del ideal.
Si por algo es conocida la realidad de los bañados, incluso fuera del país, es por las inundaciones que sufren debido a su situación a orillas del río Paraguay. Lo que pasa en Tacumbú también sucede en otros como Santa Ana, San Felipe, Cateura, Yucutú, Caracará…
La crecida del río provoca periódicamente graves inundaciones y hace que los vecinos y vecinas tengan que abandonarlo y asentarse como pueden en alojamientos provisionales. Hacía 16 años que no se producía algo semejante y, entre 2014 y 2015, tres grandes inundaciones arrasaron el bañado Tacumbú. Las dos mil familias tuvieron que salir del barrio y, en total, cien mil personas se vieron afectadas en Asunción.
Para poner punto y final al gravísimo problema de las inundaciones, el padre Pedro, CAMSAT y muchos vecinos están defendiendo un proyecto llamado “Franja Costera”. Se trata de crear un barrio nuevo levantándolo dos metros con arena del río y construir nuevas viviendas. Ya cuentan con el apoyo de la alcaldía de Asunción y, de conseguirlo, será el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del bañado Tacumbú.
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