Unos huéspedes muy especiales

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Nuestra amiga y colaboradora comparte en primera persona la experiencia de acoger en su casa de Milán a una familia de refugiados procedentes de Afganistán.

En esta foto veis a la familia de refugiados afganos que tengo en mi casa durante unas semanas. Son todos encantadores, a pesar de que no hablan ni una palabra que no sea el farsi o el pastún. Los papis son analfabetos, nos salvan las cuatro palabras de inglés que han aprendido los hijos y un poco de italiano del papá, que llegó hace un a ño a Italia.

Deben venir de una situación muy difícil pues el padre, Atai, que trabaja algunas horas en una cooperativa y gana 400 euros al mes, decía que prefería tener a su familia aquí, en un parque, antes que donde estaban en medio del peligro y la violencia. Lo que ocurre es que él no puede mantenerlos aquí. Así que se van a ir a Suecia, donde ella tiene un hermano que les acogerá. Pero él se vuelve a Milán, pues tiene estatus de refugiado político y no le consiente ir a otro país sino de vacaciones.

Nuestra amiga y colaboradora comparte en primera persona la experiencia de acoger en su casa de Milán a una familia de refugiados procedentes de Afganistán.Como se sienten mal porque no pueden pagar, pues ya tienen una deuda de 2.000 euros para poder venir, la mujer me ha limpiado la casa, que reluce. De lo que está alucinada es de las reglas de la separación de basuras… Y, de hecho, en el cubo de la basura orgánica encuentro de todo…

[quote_right]Prefería tener a su familia aquí, en un parque, antes que donde estaban, en medio del peligro y la violencia[/quote_right]

Hasan y Husein, de once y catorce años son encantadores. Súper educados, curiosos y discretos, pero en cuanto les he prestado mis bicicletas o les he llevado al parque para que jugaran con otros chicos al fútbol, han sacado toda la niñez estupenda y alegre. El pequeño llegó con fiebre y estuvo dos días con 39. Me asusté, pues no sabía a dónde llevarles pero, por suerte, se le pasó. Debió ser de la tripa. Pero te das cuenta de lo tremendo que es no poder ir al médico, porque no existes para la sanidad publica del país o porque no tienes dinero.

Este mediodía he hecho una paella que hemos comido con amigos a la mesa común cubierta que los vecinos de mi comunidad han construido en el jardín. Ha sido bonito, aunque a ellos no les ha gustado la paella. Los gustos culinarios son muy distintos. Excepto los huevos con patatas fritas, que toman frecuentemente.

Han llegado a mi casa a través de un jefe scout, que buscaba dónde alojarles de emergencia y como yo tengo una habitación libre, pues me ofrecí. Bueno, pues eso es todo, simplemente quería compartir con vosotros esta experiencia.

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