¿Para cuándo una regularización?

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Aquí vivimos. Aquí trabajamos y no nos vamos y si nos deportan nos regresamos”. Llevo varios días con esta frase grabada en la cabeza y en el corazón. No es mía sino del sindicato popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. Hace unas semanas fueron desalojados de la zona del puerto, donde regularmente trabajan desde hace seis años. La operación policial fue el resultado de una campaña racista y xenófoba orquestada contra ellos por algunos diarios y medios que se empeñan en asociar su trabajo a la delincuencia y al conflicto.

A estos medios no les importa falsear la realidad exagerando el número de manteros que hay en la ciudad y el dinero que ganan vendiendo bolsos, haciendo creer que se hacen ricos con sus ventas y robando a las grandes marcas como Louis Vuitton (por cierto, la segunda mayor fortuna en Francia), cuando la realidad es bien distinta: los manteros no son mafias, sino inmigrantes pobres que se ganan la vida para sobrevivir todos los días. Como ellos afirman en uno de sus comunicados, “su trabajo no es un delito y no genera competencia desleal con los pequeños comerciantes, ya que lo que destruye a estos negocios son las grandes plataformas, marcas y empresas que gozan de tan buen prestigio”.

Los manteros de Barcelona, al igual que los de Madrid y otras ciudades españolas, llevan años denunciando el racismo, la persecución y la discriminación a la que están sometidos, así como su disposición al diálogo abierto y público con los actores sociales que se consideran parte en este conflicto. Su voluntad siempre ha sido la de dialogar y evitar cualquier confrontación o conflicto que sirva de pretexto para que se les siga criminalizando y acusando de violentos y evitar caer en la provocación policial que en muchos casos se pretende.
[quote_right]Algunos llevan más de nueve años entre nosotros y nosotras y siguen sin poder regularizar su situación.[/quote_right]
Algunos llevan más de nueve años entre nosotros y nosotras y siguen sin poder regularizar su situación. Por eso una de las reivindicaciones más importantes de los manteros de Madrid, organizados en la Asociación sin Papeles de Madrid (ASPM) es, precisamente, una nueva regularización, como reclaman en la campaña que actualmente están llevando a cabo, Papeles por derecho, junto con otros colectivos y organizaciones sociales.

Hace un año, Omar, un compañero de la ASPM, participó en la realización del vídeo Migración: una oportunidad para todos, realizado por Alianza por la solidaridad, donde se expone de forma sencilla y pedagógica la riqueza que supone la inmigración para un país hasta ahora de acogida como era España y cómo, desde una perspectiva económica, su resultado es que el Estado incrementa más ingresos que gastos.

La regularización, como dicen los compañeros de ASPM, es un derecho. La sociedad la construimos entre todos y todas. Una regularización es la ampliación de la democracia y el Estado de Derecho. Debemos preguntarnos qué tipo de sociedad queremos y actuar para conseguirla. ¿Queremos vivir en ciudades en las que existan personas invisibles; ciudadanos y no ciudadanos; personas de primera y de segunda; personas que, por su situación económica, tengan negado el acceso a sanidad, trabajo y participación en democracia, aunque lleven años formando parte del tejido de nuestros barrios, construyendo la convivencia entre nosotras, siendo nuestros amigos y vecinos?

El sistema intenta presentarlos como peligrosos e invasores que vienen a quitarnos lo nuestro, incitando de esta manera las guerras entre pobres. Pero, desde la vecindad y la convivencia diaria, somos muchas y muchos quienes descubrimos hace tiempo la necesidad de hacer alianzas juntos para señalar como responsables de los bienes robados, no precisamente a los y las inmigrantes, sino a quienes nos han expoliado de los derechos sociales, la renta, el trabajo, la vivienda, etc. que, curiosamente, son quienes legislan contra ellos, como legislan también contra toda forma de protesta social.
[quote_left]Una regularización es la ampliación de la democracia y el Estado de Derecho. [/quote_left]
Para quien la inmigración es una auténtica tragedia es para los países de origen, pues los inmigrantes que conviven entre nosotros y nosotras en la mayoría de los casos son la gente más preparada y la más fuerte. Personas resilientes contra toda adversidad, portadores de sueños y proyectos por los que están dispuestos a apostarlo todo y dispuestos también a acoger y aprender lo que sea necesario para hacerse su lugar en la sociedad donde han decidido vivir, incluso aunque sus leyes los rechacen. Por eso lo que reclaman son derechos aunque, si es necesario, recojan para sobrevivir las migajas.

Me lo recordaba el otro día un amigo camerunés mientras preparábamos juntos el testimonio que iba a contar al día siguiente en el Tribunal contra las guerras. Mi amigo era estudiante de doctorado en su país hasta que los grupos fundamentalistas quemaron su asociación y le amenazaron de muerte. Con otro compañero consiguió salir del país, pero en la frontera con Argelia les acusaron de ser de Boko Haram. A su amigo lo mataron y él, aún no sabe cómo, consiguió salvar la vida. Vivió cuatro años en Marruecos entre los montes de Nador y Tánger pasando por un auténtico infierno de violencia racista. Hace algo más de un año llegó a España, donde el asilo le ha sido denegado sistemáticamente. Duerme en una casa okupa, vende en la calle, a la vez que está haciendo un curso de cuidador de personas mayores a la espera de poder conseguir un contrato de aquí a dos años y poder obtener, así, los papeles.

Mi amigo, como muchos otros inmigrantes, no se conforma con la “migaja” que tiene, aunque gracias a ella sobrevive, por eso está organizado y reclama cada día el derecho a no ser llamado ni reconocido como ilegal. Se rebela ante el hecho de que las mercancías circulen libremente por las fronteras y, sin embargo, las personas pierdan la vida en el intento. No se cansa tampoco de repetir que mucho peor que las mafias son los gobiernos que las permiten y que las hacen necesarias.
[quote_right]No estamos ante una crisis humanitaria de emergencia, sino ante el resultado de una política orientada hacia el control de flujos.[/quote_right]
Escuchando al sindicato mantero de Barcelona, a la ASPM de mi barrio y a mi amigo camerunés me he acordado también de la campaña que la Iglesia de Madrid acaba de poner en marcha: + Hospitalidad + Dignidad = Migrantes con derechos, como marco de acción de la Iglesia ante la realidad de las migraciones forzosas. Esta campaña, además de la lucidez con que está planteada, nos llena de esperanza a muchas gentes por lo que supone de elaboración de un marco eclesial conjunto ante las migraciones y también por su compromiso y espíritu crítico, recordándonos entre otras cosas que no estamos ante una crisis humanitaria de emergencia, como nos quieren hace creer los gobiernos europeos, sino ante el resultado de una política orientada hacia el control de flujos.

Como dice mi amigo José Eizaguirre en su último libro, todo confluye: migrantes con derechos. Papeles por derecho.

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Ilustración: Daniel Farràs @danifarras

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