Traficantes de Sueños

Traficantes de sueños lleva tres años ofreciendo libros, pero es un centro abierto a la transformación social.

Fachada de la librería Traficantes de Sueños. Foto: J.I. Igartua


Lleva tres años en su actual ubicación, en el número 13 de la madrileña calle del Duque de Alba, muy cerquita de Tirso de Molina. Es un viejo local –remodelado- en el que en un tiempo se acumulaban los cortes de una sastrería, más tarde miles y miles de folios para hacer fotocopias -junto con sus correspondientes máquinas- y ahora las estanterías están tapizadas por miles de libros de toda temática.

Ingrid Alonso es una de las personas que componen el colectivo de Traficantes de Sueños, una asociación cultural, sin ánimo de lucro, nacida hace más de veinte años, con la clara apuesta por una economía alternativa al capitalismo imperante, que “nos lleva a una crisis gravísima, en la que la persona no es el centro y en la que vemos cómo el 1% de la población posee tanto como el resto”.

Para Ingrid, “la economía social y solidaria por la que apostamos tiene un objetivo fundamental y es que las personas vivamos mejor. Hacer una vida compatible con la familia, con el respeto al medio ambiente, con la ética… La economía no es un fin, es un medio. Por eso el beneficio o el lucro queda en segundo lugar”.

Además de librería, especializada en ensayo político y en narrativa asiática, africana y, por supuesto, latinoamericana, es un centro abierto a la promoción de todo aquello que implique cultura, “porque es algo fundamental para la transformación social, para cambiar el mundo”, asegura Ingrid.

Autoría

  • J. Ignacio Igartua

    Llevo más de 30 años en este apasionante mundo de la comunicación (Ya, La Información de Madrid, Vida Nueva…), si bien los últimos en la acera de los parados. Desde hace unos 15 años, vivo mi fe –y buena parte de mi vida- junto a Paloma (mi mujer) y una comunidad con la riqueza de familias jóvenes y adultos de la parroquia de San Agustín, en Alcobendas. También con ellos vivo la esperanza de conseguir un mundo más justo mediante la acción desde nuestra pequeña ONGD, Sintiendo el Sur, trabajando en el sur de Honduras. En alandar mantengo el gusanillo de la letra impresa y vivo la riqueza de la Iglesia desde una perspectiva libre y evangélica.

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