Siempre que pensamos en la cárcel nos parece que es una realidad complicada, difícil, y donde se supone que la presencia de la Iglesia y del Evangelio debe de ser muy especial y, quizá, muy diferente a otras realidades. Primero porque quizá la cárcel, como lugar físico, nos asusta por ser la gran desconocida. Segundo, porque parece que allí hay que hacer algo diferente a lo que se hace en otros sitios, desde un punto de vista evangélico. Sin embargo, cuando se conoce se descubre que lo que los presos necesitan es lo que necesitamos todas las personas: cariño, esperanza y descubrir que todos tenemos derecho a equivocarnos y derecho a un perdón y a una misericordia. ¿Hay algo más genuinamente evangélico que esto?

Con su vida y sus palabras, Jesús de Nazaret nos dice que todos nos equivocamos y pecamos, que a todos Dios Padre-Madre nos quiere y perdona y que, desde ahí, podemos construir juntos un mundo nuevo, donde todos podamos ser cada día más felices. En el fondo, en la cárcel de lo que se trata es de llevar a la práctica los valores evangélicos por los que Jesús vivió, lo asesinaron y resucitó y que él llamó el Reino de Dios. Y esto intentamos hacerlo presente y vivirlo cada día los que vamos descubriendo el amor de Dios desplegado en la fuerza de la misericordia, del perdón y de la esperanza en cada persona con la que día a día compartimos lo que somos, nuestro tiempo y nuestra vida.
Pero cuando pensamos en la vida de una parroquia, pensamos que todo tiene que ser (como algunos obispos piensan) transmitir doctrina, dar catequesis, tener actividades, grupos diferentes… y quizá pudiera parecer que ambas realidades, cárcel y parroquia, son tan distintas, que no pueden complementarse. En realidad, nosotros también vamos descubriendo que la vida y el trabajo en la cárcel solo tienen sentido desde la vida y el trabajo de la comunidad cristiana. Es más, que solo podemos vivir la experiencia evangélica en la cárcel desde el soporte acogedor de una comunidad cristiana que siente a los presos, sus vidas, sus familias, sufrimientos y esperanzas como parte de esa misma comunidad que, por supuesto, transmite la fe a través de la evangelización y no de la doctrina, acercándose a la realidad de los pobres y celebrando lo que escucha y vive en la Eucaristía, como culmen de la vida cristiana. Una comunidad acogedora que es capaz de hacer “una casa común” donde los pobres, los presos, los más necesitados tengan un sitio especial.
Solo podemos vivir la experiencia evangélica en la cárcel desde el soporte de una comunidad que siente a los presos como parte de esa misma comunidad
Desde la parroquia de la Sagrada Familia y la cárcel de Navalcarnero, nosotros hemos tenido la suerte hasta ahora (veremos qué pasa en un futuro, porque en la diócesis de Getafe, a la que pertenecemos, una vez más desde la ortodoxia se quiere cambiar todo) de vivir ambas realidades unidas por la fuerza del Evangelio. La parroquia se ha convertido en esa comunidad de acogida donde los presos pueden estar, vivir y participar. Para los presos de la cárcel la comunidad de la Sagrada Familia es su lugar de referencia, donde saben que siempre alguien les puede acoger, prestar un espacio donde poder estar. En la parroquia hemos conseguido que los presos no sean “los diferentes y apestados” que, como “han sido malos”, hay que dejarlos a un lado e incluso tenerles cierto miedo, sino que ellos son parte de nuestra comunidad cristiana. Participan en las diferentes actividades de la comunidad: en las salidas, en las fiestas, en los grupos. Cuando están de permiso vienen a “su casa” para compartir con nosotros lo que hacen y lo que viven y cuando terminan su condena muchos se van incorporando a grupos dentro de la parroquia. Y lo mismo sucede con sus familias; con ellas nos reunimos una vez al mes y compartimos todo lo que viven con sus hijos y sus maridos, compartimos ilusiones, esperanzas, sufrimientos… A la vez, también la parroquia siente a los presos como parte de su vida porque participan en la vida de la cárcel, unos porque van allí a visitarlos, a compartir con ellos; otros porque traen donativos o ropa para ellos (es bonito cuando en cuaresma hacemos la campaña de ropa interior y calcetines y hasta los niños de la catequesis traen su ropa para los presos, con todo su cariño); otros porque cuando los muchachos van a la parroquia están con ellos, comparten las eucaristías, las excursiones. En la fiesta de la parroquia ponemos un mercadillo con los trabajos que hacen en la cárcel y es especialmente tierno y evangélico cuando participan en las eucaristías del día y los niños y adultos, espontáneamente, les preguntan. Y la experiencia tan especial de realizar juntos, personas de la cárcel y personas de la parroquia, el Camino de Santiago cada año, una semana donde compartimos como hermanos, como iguales, donde “no hay esclavos y libres”.
Intentamos vivir lo que rezamos en la plegaria eucarística “que tu Iglesia sea un espacio de libertad y de amor, donde todos encuentren un motivo para seguir viviendo”. La cárcel de Navalcarnero y la parroquia de la Sagrada Familia de Fuenlabrada intentan vivir unidas la experiencia del Evangelio desde la fraternidad, la acogida y la certeza de que todos somos iguales, hijos e hijas de Dios, hayamos hecho lo que hayamos hecho y vivamos como vivamos. Ambas realidades las vivimos tan unidas que no se pueden separar, unidas por el mismo deseo de hacer un lugar donde se pueda vivir la experiencia del Reino.
La cárcel y la parroquia intentan vivir unidas la experiencia del Evangelio desde la fraternidad y la acogida
Esto ha sido hasta ahora, quizá y por desgracia las cosas puedan cambiar por el nuevo estilo que desde el obispado se quiere dar a la parroquia. Sin embargo, pase lo que pase, nosotros seguiremos ofreciendo nuestra comunidad como un lugar evangélico donde todos podamos estar -especialmente los más pobres- y donde Dios y el Maestro de Nazaret no sean una doctrina sino una experiencia y un proyecto de vida que nos apasione, nos haga felices y nos haga ser más humanos. Convencidos de que “lo que hicisteis a uno de estos más pequeños a mí me lo hicisteis”. Ahí no caben doctrinas, sino vida entregada y derramada al estilo de Jesús y su proyecto.
Nota de la Revista Alandar
En la parroquia ha habido un movimiento para mantener a Francisco Javier Sánchez como párroco. Además de alguna movilización también hay una campaña en Change.com que te invitamos a leer y firmar en caso de que lo consideres oportuno.
Los nuevos curas de la Parroquia de La Sagrada Familia de Fuenlabrada, el párroco le pregunté por la hora en que se celebraba la Misa de la Inmaculada, y me contestó que me iba a encargar un cartel de neón para que me enterara sin conocerme de nada, luego como había gente que se le quedó mirando dijo que estaba estresado. El otro cura Boris Muriel, conocido como Borja, me insultó en clase de teología, porque comenté que conocía a un sacerdote de la zona que no se mete a un confesionario para confesar, y yo eso lo veo mal;contestación del cura :Tú estás loca y lo que tienes que hacer es flagelarte por mí.En la capilla del Santísimo con este expuesto ligando con una chica como si estuviera en una discoteca, lo vimos mi padre y yo.Me quejé al Obispo de ambas cosas, me dedicaron unas homilías el párroco señalándome con el codo del dedo, esa que nos crítica con el Obispo, desde mentirosa, vengativa, serpiente del desierto.. Etc. El otro curita todas las Misas de la tarde otro tanto de lo mismo. Otras homilías del Borja en general, un domingo,sois piojos y el Señor es el pelo donde agarraros, me vino una mujer más vieja que un loro y me contó.., en otra se jactaba de que hizo llorar a una niña pequeña porque la había dicho que había hecho daño a Jesús. Como yo soy de la adoración al Santísimo y venía el Obispo ha conocernos,por si me quejaba directamente, me coge un miércoles por la tarde y me prohíbe ir a la reunión , el cura Boris me amenaza con que me va a acusar de vandalismo con testigos falsos para echarme de la Iglesia, que había hablado con todos los testigos de teología para que ninguno me apoyará, y con la chica que estaba ligando que ya la conocía que había comido después en su casa y que tenía problemas de cabeza , cuando la preguntó cómo se llamaba delante mía, ahora tiene a su madre divorciada y a la hermana de la chica , a ella y su hermano en la Iglesia haciendo todo tipos de trabajos incluido el de sentarse en el asiento del cura en el Santísimo, pero hay más. Un miércoles por la tarde cuando el hermano de su amiguita íntima le ayudaba en la Misa. Este Boris Muriel,Borja,me negó la eucaristía porque que le dio la gana , aludiendo que había llegado tarde a la Misa y es mentira desde entonces me la sigue negando, cuando yo llevo una vida de monja sin ser monja, me quejo al Obispo y ni caso, luego me entero por dos catequistas que la secretaria del Párroco está separada con un amigo que la espera fuera de la Iglesia y la besa en la boca, y a esta según la Iglesia católica deberían negarla la comunión, pues lo saben y se la dan , y otra mujer en las mismas condiciones se la niega la comunión.