Agua, energía y consumo ecológico: tres desafíos

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El consumo de productos ecológicos en España no deja de crecer, aunque con cifras todavía bajas. Ahí aprobamos, pero suspendemos en dos grandes desafíos: el consumo de energía y la gestión del agua.

Consumo ecológico: cifras modestas pero crecimiento sostenido

El crecimiento del sector ecológico quedó certificado en la última edición de Biocultura, que ha duplicado los metros de exposición y ha sido visitada por 75.000 personas en el mes de noviembre.

Los productos ecológicos, la energía y el agua tres retos para la sociedad española

Acción de Greenpeace en el embalse de Barrios de Luna para denunciar la sequía. FOTO GREENPEACE

Muchos visitantes acudían con sus carritos de la compra para llenarlos de verduras, tofu, quesos artesanos, miel, aceites, germinados vegetales u otros productos, entre los miles que se ofrecían en esta feria. Todo producido sin pesticidas y con respeto al medio ambiente y procesado sin aditivos.

Pero la foto ya no es la misma. En la feria ya no están solo los pequeños productores que traen sus panes y vinos ecológicos, o los que te ofrecen imaginativas pastas de soja o un pack para producir en casa tus propios germinados. Cada vez es mayor la presencia de empresas grandes y de la industria de los complementos alimentarios.

Los productos ecológicos representan todavía, de media, tan solo el 1% de la cesta de la compra de los hogares españoles, según datos del Ministerio de Agricultura. Lo que equivale a un consumo anual de unos 22 euros per cápita frente a los, por ejemplo, 215 euros de los suizos, que encabezan el ranking de este tipo de consumo. Pero el crecimiento ha sido constante: hemos pasado de 4.000 hectáreas de cultivo ecológico en el año 1991 a las 2.018.000 actuales. Algo más de dos millones sobre un total de 17 millones de hectáreas cultivadas, lo que equivale a casi un 12%.

Nuestros dos millones de hectáreas de cultivo de productos ecológicos nos sitúan en muy buena posición en la UE, que cultiva un total de 11 millones de hectáreas de este tipo. También en la Europa de los 28 las cifras son modestas pero el crecimiento, sostenido: en la última década, según datos oficiales, cada año se han incorporado a estos cultivos medio millón más de hectáreas hasta representar hoy algo más del 6% del total.

En España el crecimiento del sector comienza ya a atraer a grandes inversores, a la gran distribución y a muchos emprendedores. Han tomado nota de que hay ya cerca de 40.000 empresas dedicadas a la producción, procesamiento y comercialización de productos ecológicos.

Entre el 15% y el 20% de estos productos son vendidos directamente del productor al consumidor, pero la tendencia apunta en otra dirección: crecen los establecimientos de mayor envergadura –frente a los pequeños herbolarios- y todas las grandes cadenas han elaborado planes de expansión en este terreno. Madrid, Barcelona y Valencia concentran el 54% del total del gasto nacional en productos ecológicos. Pero la tendencia se extiende.

Suspendemos en agua y energía

En Biocultura los productos alimentarios ganaban por goleada. Pero había también numerosas iniciativas y tecnologías para fomentar el uso de energías alternativas. Una invitación a tener en cuenta porque con el agua y la energía tenemos un problema. Y, en este caso, la tendencia no apunta en la buena dirección.

España ha bajado cinco puntos en el índice de Acción climática, elaborado por un panel de expertos que evalúa las políticas contra el cambio climático en los países que suponen el 90% de las emisiones. Hemos bajado al puesto 38 sobre 56, cuando en 2014 llegamos a ocupar el puesto 22. Suecia va en cabeza de las buenas prácticas mientras los EEUU de Trump van a la cola, junto a Australia, Corea del Sur, Irán y Arabia Saudí. Aunque las emisiones de efecto invernadero crecen menos, siguen sin cumplirse los acuerdos de París.

España es, además, el país más vulnerable al cambio climático de Europa según ese informe presentado en noviembre, que destaca su poco compromiso interno para reducir emisiones y la duda de que cumpla lo previsto y comprometido para el 2030. A pesar del aumento de las renovables, España no se compromete con lo solar y sigue usando el carbón. Los usos energéticos del transporte, las térmicas, la industria y la misma agricultura no ayudan, a lo que se unen los incendios.  En definitiva, tenemos un problema serio, que no parece serlo si atendemos a la poca atención que se le presta.

Tras el diagnóstico preocupantes, Ecologistas en Acción afirma en su último informe que hay que romper con “la idea de que es posible un crecimiento ilimitado gracias al aumento de la eficiencia y a la innovación tecnológica”. Parece que no, que el crecimiento no puede ser ilimitado y es hora de abordar el problema y de apostar por un modelo justo y sostenible medioambientalmente.

Y, además, la sequía

Somos un país frágil en lo medioambiental, vulnerable, con una seria amenaza de desertización, la mayor de Europa. Amenaza incrementada por la tendencia de los últimos años: junto a la subida de las temperaturas, la sequía. Los periodos de sequía son recurrentes en nuestro país cada 8 o 10 años pero este 2017 acaba de forma preocupante: ha llovido de media un 20% menos que en años anteriores, la imagen de muchos pantanos es lamentable y la escasez de la cuenca del Duero se parece este año a la más deficitaria, la del Segura.

Diversas organizaciones ecologistas piden una reducción del agua para regadíos, ya que agricultura y ganadería suponen el 85% del consumo total. Es importante que no nos lavemos los dientes con el grifo abierto -sin duda- y que nos duchemos en lugar de bañarnos; pero de poco servirá sin otros recortes, ya que el consumo humano solo supone el 15%. Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato de la agricultura que implica a tantos productores grandes y pequeños? ¿Nos podemos permitir seguir plantando maíz y otros productos de gran consumo de agua? ¿No ha de estar la sostenibilidad a largo plazo por encima de la decisión personal guiada exclusivamente por la ley del mercado? ¿No es hora, en definitiva, de revisar nuestro consumo de energía y de tomarnos en serio el problema del agua?

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