Para descubrir la maravilla de lo escondido

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No recuerdo la primera vez que leí El Principito pero sí puedo recordar la primera copia que me regalaron. Fue mi hermana, un día de verano, en Santiago de Compostela después de haber terminado el Camino de Santiago. Fue una copia en gallego (O principiño). Entonces no lo sabía, pero después vendrían muchas otras, en otros tantos idiomas y que hablaban de otras tantas personas.

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