Dentro ya del tiempo de Adviento, nos disponemos a recorrer un itinerario de profecías y esperanzas que volverán a resonar contundentes. Es el tiempo de la promesa que pervive en los pequeños y últimos, en quienes no cuentan cuando -en realidad- son quienes sostienen, en medio de su debilidad y pequeñez, el curso de la historia. Es a estas personas a las que se dirigió Francisco en su discurso durante el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares celebrado en Bolivia el pasado mes de julio: “Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas”.
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