No más violencia

El pasado domingo, día 3 de enero, el árbitro Daniel Hierrezuelo suspendió temporalmente el encuentro de la liga ACB de baloncesto que disputaban los equipos Cajasol de Sevilla y Suzuki Manresa porque un grupo de aficionados emitió cánticos como «Hierrezuelo, te vamos a matar» o «Hierrezuelo, mira esta noche debajo del coche«.

Lamentablemente, cuando he leído los comentarios de los lectores de los periódicos deportivos a propósito de esta noticia, he comprobado que la mayoría de ellos va en la línea de «qué se ha creído este árbitro; si toda la vida los espectadores han dicho lo que les ha dado la gana» o «si no quiere que se le insulte, que no arbitre«. Estamos muy lejos todavía de un deporte sano en el que se condene públicamente la humillación, no al humillado; muy lejos todavía de que, si a algún espectador se le ocurre perder el respeto a otro ser humano (árbitro, jugador o quien sea), rápidamente los que lo rodean le hagan ver lo impropio de su conducta. Muy al contrario, resulta que un árbitro, con la razón de su lado, recibe, por hacer lo correcto, mil críticas.

Yo me pregunto: ¿de verdad puede un ser humano disfrutar de un espectáculo deportivo (o de otro tipo) mientras la dignidad de uno de sus semejantes es pisoteada? ¿De verdad los que formamos el mundillo del deporte estamos dispuestos a seguir callándonos ante las vejaciones de cada fin de semana? Encima, si a alguien, como a Daniel Hierrezuelo, se le ocurre actuar contra la injusticia, es que se ha vuelto loco o tiene afán de protagonismo. Terrible.

Las conquistas morales nunca son rápidas ni sencillas; ejemplos como los de Mandela, Gandhi o Luther king dan fe de ello. Pero, tarde o temprano, acaban llegando. Gracias, Daniel, por aportar tu granito de arena.

*Ángel Andrés Jiménez Bonillo es árbitro de fútbol y uno de los responsables de la web sin ánimo de lucro www.deportesininsultos.com

Autoría

  • Alandar

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