He leído con interés la entrevista a la teóloga Phyllis Zagano, publicada en el último número de alandar y tengo que decir que empecé con mucho interés la lectura; interés que fui perdiendo según iba avanzando en el artículo.
Es cierto que cuando se habla del sacerdocio femenino, aunque no es una idea que comparta, siempre he respetado a las mujeres que quieren acceder al orden ministerial, en igualdad de condiciones con los varones, aunque lo que yo crea es que éste reside en el pueblo y que es la comunidad quien tiene que otorgarlo.
¿Qué aportan de novedad las diaconisas al orden ya establecido? Creo que nada en absoluto. Más bien se subraya y perpetúa la idea del laicado como un rango inferior en la comunidad eclesial. La respuesta a la pregunta que le hacen a la profesora Zagano sobre si un laico puede hacer la mayor parte de los ministerios a los que ha ido aludiendo en la entrevista es, bajo mi punto de vista, deprimente: “Un laico puede dirigir ciertamente una paraliturgia en una residencia de ancianos…”. Mal ejemplo ha escogido. ¿Ancianos? ¿Será porque ya no tienen demasiado sentido crítico, porque admiten lo que se les eche? ¿Por qué no en una parroquia, en una comunidad de creyentes adultos?, me preguntaba yo, pero enseguida encontré en su respuesta la solución a mi duda: la diferencia entre la diaconisa y el laico está en la formación y en la preparación, termina contestando la profesora Zagano.
Y esto, perdonen, pero me suena a más de lo mismo: sacerdocio, preparación, formación, adultos, toma de decisiones…. Laicos: falta de preparación y formación, siempre tratados como niños y alejados de la toma de decisiones. Es decir diaconado femenino es más de lo mismo en la Iglesia que ahora tenemos, solo que realizado por mujeres que repiten el esquema impuesto por los varones durante siglos.
Al igual que en la política, en lo social, también en la Iglesia me gustaría una revolución femenina: mujeres gobernando y trabajando desde el ser mujer y no mujeres gobernando y trabajando pero reproduciendo los roles del patriarcado. Así no.
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