De todos es sabido que el calor fraterno proporciona un gran bienestar. Más que cualquier otro combustible. Y ahora también sabemos que, si es cristiano, puede resultar más barato, sobre todo en época de crisis económica como la que vivimos. Las iglesias católica y protestante del estado alemán de Baden-Würtemberg mantienen sus diferencias teológicas. Pero, hartas de sufrir continuas subidas del precio del gas, han decidido unirse frente a los grandes holdings energéticos y encargarse ellas mismas del suministro ahora que vienen tiempos invernales. Para ello, la archidiócesis de Friburgo, la diócesis de Rottemburgo-Stuttgart y las dos iglesias regionales luteranas de Baden y de Würtemberg han creado su propia empresa, la Sociedad de Suministro de Energía para Instituciones Religiosas y Sociales (KSE).
Proyecto pionero
El objetivo de este proyecto pionero en medios eclesiales es saltarse la intermediación de los grandes grupos energéticos y comprar el gas natural a precios más baratos, según Johannes Baumgartner, responsable económico del arzobispado de Friburgo y presidente del consejo de administración de KSE. “Estábamos cansados de que las grandes empresas proveedoras de gas se enriquecieran excesivamente a nuestra costa”, se justifica. En efecto, el precio de la energía representaba hasta ahora “una carga financiera cada vez más pesada” para las parroquias y las instituciones religiosas. En 2003, la archidiócesis de Friburgo gasto 15 millones de euros en consumo energético. Tres años después, en 2006, la cifra aumentó un 45 por ciento, hasta los 22 millones, casi un 20 por ciento del presupuesto archidiocesano.
Ciertamente, el alza de las tarifas del gas, que están ligadas al precio del petróleo en los mercados internacionales, es inevitable, pero, de esta manera, se hace más soportable. A partir de enero de 2009, cuando la KSE comience su actividad, varios miles de instituciones religiosas o sociales ligadas a estas iglesias se beneficiarán de un recorte del precio del gas de alrededor de un 10 por cierto respecto a las tarifas de los proveedores convencionales. Además, la KSE garantiza un precio fijo al año sin exigir un consumo mínimo a sus clientes. Es decir, a iglesias, presbiterios, casas parroquiales, guarderías, locales de las asociaciones caritativas Diakonía o Caritas, etc. Porque el suministro a otros clientes está totalmente descartado. La asociación figura en sus estatutos como una “organización sin ánimo de lucro”. Y, tal como afirma Baumgartner, “no pretendemos, queremos, hacer negocio o convertirnos en un proveedor general de gas, sólo optimizar nuestra compra”.
En realidad, la asociación se considera más bien “un regulador en un mercado dominado por grandes grupos y empresas energéticas que pretende dar más peso a los consumidores”. En teoría, desde que se liberalizó en 2006, el del gas natural es un mercado abierto, en el que los particulares pueden cambiar libremente de proveedor. Pero, en la práctica, el paso de una empresa a otra, que conlleva el cambio de contadores y varios trámites burocráticos, se puede eternizar.
El presidente de la KSE está convencido de que la compra de gas en el mercado libre no supondrá ningún problema y que las empresas explotadoras del combustible se lo proporcionarán sin queja alguna. De hecho, las iglesias que constituyen la asociación consumen entre 500 y 1.000 millones de kilovatios-hora de gas natural al año, así que están en muy buena posición para negociar en relación con otros distribuidores. “Adquirimos el gas de la misma forma que los servicios municipales”, explica Johannes Baumgartner. “Es decir, en las bolsas o por un proceso de presentación de ofertas”.
Ya tienen seguidores
El ejemplo de esta iniciativa “ecuménica”, anunciada el pasado verano, se ha extendido ya por el sur y el oeste de Alemania. En al menos otros tres estados, Bremen, Baja Sajonia y Renania del Norte-Westfalia, varias asociaciones de consumidores se han unido para crear a su vez sus propias cooperativas de distribución de gas. Pero los católicos y protestantes de Baden y Würtemberg miran ya un poco más lejos. Si todo va como esperan, y siguiendo la lógica del ahorro, el siguiente paso de la KSE debería ser el asalto al mercado de la electricidad, que fue igualmente liberalizado en 1998. Los contratos que mantienen actualmente las iglesias con diversos proveedores no caducan hasta 2010. Será entonces cuando se dé un nuevo avance en el proceso de unidad –financiera- de los cristianos germanos. Por algo se empieza.