«Hay que dejar atrás el viejo modelo de cooperación y ayuda Norte-Sur»

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1eff9f7.jpgEsta semana se celebra en Nueva York una cumbre decisiva en la que los países miembro de la ONU aprobarán los Objetivos de Desarrollo Sostenible que conforman la Agenda 2030. Con motivo de este importante punto de inflexión y para complementar el reportaje que publicamos en nuestro número de septiembre de la revista, publicamos una serie de entrevistas a personas expertas de distintas entidades vinculadas a la lucha contra la pobreza. En este caso hablamos con Maite Serrano Oñate, directora de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España (CONGDE).

¿En qué cambian los ODS con respecto a los ODM?
Estamos ante una agenda nueva para un mundo nuevo, donde el binomio donante receptor, sobre el que se construyeron los ODM, está obsoleto y las políticas de desarrollo están cambiando hacia una cooperación más horizontal, como la cooperación Sur-Sur. Además, los polos de influencia se han multiplicado y se han ido desplazado hacia nuevas realidades emergentes, con mayor peso político y sobre todo económico/financiero en el tablero internacional.

La agenda de los ODS intenta responder a los nuevos desafíos, entre otras, desde un enfoque Universal que promueve el bienestar para todos y todas. Es un compromiso que debe atravesar a todos los objetivos y a todas las metas: todos los países deben estar concernidos por los compromisos establecidos en la agenda aunque se deban adaptar a cada contexto. El compromiso con los derechos humanos, por tanto, implica cambio no solo en terceros países. Pongamos un ejemplo, si se defiende la “cobertura sanitaria universal”, esta ha de ser garantizada tanto fuera como dentro de nuestras fronteras. De igual modo ha de ser con la educación, la igualdad de género, el derecho humano al agua y saneamiento, la alimentación o la gobernabilidad.
Esta agenda, por tanto, marca el fin del esquema Norte-Sur. Se enmarca en un mundo multipolar, con nuevas constelaciones de poder que ponen en entredicho la primacía de Occidente y del llamado “Norte” e incluso está desplazándose el liderazgo del desarrollo a otros actores y en particular al Sur Global.

Por otra parte, es una agenda que va más allá de la lucha contra la pobreza, incorporando las desigualdades y la equidad de género y la sostenibilidad como objetivos al mismo nivel que la pobreza y formando parte del conjunto interelacionado e indivisible de los objetivos planteados. También es la primera vez que una agenda de la ONU contempla la definición de objetivos y metas al tiempo que considera su implementación y financiación.

¿Qué opinión le merece la agenda de desarrollo propuesta?
La agenda supone un paso importante en la lucha global contra la pobreza y las desigualdades, aunque presenta múltiples limitaciones. El borrador cero hace un llamamiento a priorizar a las personas y el plantea, una cuestión que sin duda es clave. Sin embargo, en realidad parece que esa propuesta ha perdido la ambición que se observaba al inicio del proceso. El lema es la gente, el planeta y la prosperidad, pero los objetivos seleccionados que se identifican en el preámbulo debilitan en enfoque integral y la visión transformadora inicial. Se insiste en poner el peso en el crecimiento económico (al que se califica de “sostenible”) sin tener en cuenta que el crecimiento económico está llevando al planeta a sus límites más extremos.
En cuanto a las referencias sobre la participación de las personas en los procesos de toma de decisiones, especialmente de las mujeres, las niñas, los jóvenes y los grupos marginados, son muy débiles. Los derechos políticos y sociales deben ser una realidad, tales como garantizar el acceso libre y completo a la información, la libertad de expresión, de reunión y de acceso a los medios de comunicación. Las referencias a estos derechos en el borrador cero son claramente insuficientes.

Tampoco la Coherencia de políticas tiene la importancia que requiere para que el desarrollo sostenible pueda ser una realidad. Queda recogido como un objetivo más dentro de los temas sistémicos bajo el ODS 17, sin la necesaria fuerza que requeriría para servir como elemento para balancear las dimensiones económica, social y medioambiental del desarrollo sostenible en los procesos de toma de decisiones. La generación de desigualdades y pobreza depende en gran medida de políticas comerciales, económicas, medioambientales o migratorias con graves consecuencias para la vida de millones de personas en el mundo. Garantizar un desarrollo humano sostenible exige que todas estas políticas lo contemplen como eje de sus actuaciones. Continuar hablando de Cooperación para el Desarrollo como política aislada carece de sentido. No podemos construir por un lado lo que destruimos por otro.

¿Cómo calificaría el proceso de consulta de la agenda Post 2015, ahora llamada Agenda 2030?
La ONU ha apostado mucho por generar un Debate Global sobre la Agenda con consultas nacionales, regionales y temáticas y en las que han participado más de 750,000 personas de 194 países. Campaña «Mi Mundo Una agenda de Todos/as”. Una de las grandes críticas a la agenda del milenio se refería a que fue diseñada por una minoría para aplicarla a una mayoría. Para enmendar esta realidad, la discusión de la agenda post 2015 se ha iniciado con una fuerte vocación de participación de todos los sectores con especial movilización de la ciudadanía de muchos contextos. Con este propósito se lanzaron 11 consultas temáticas; una encuesta global (con la participación de un millón de personas); 88 consultas nacionales, diferentes informes de personas eminentes, expertos/as e instituciones; 22 estructuras de sistema y una discusión virtual y global, que es el resumen de un proceso de participación sin precedente, con el objetivo de contar con un mayor número de opiniones y propuestas.

El proceso, sin duda presenta limitaciones, pero supone un avance considerable respecto a la elaboración de los ODM. El desafío reside en lograr mantener y reforzar la participación también en la fase de implementación y seguimiento de la agenda, y en que esta participación esté protagonizada por las personas que están en una situación de mayor vulnerabilidad.

En ese sentido, el actual borrador es muy débil en cuanto a la defensa de la participación de las personas en los procesos de toma de decisiones, especialmente de las mujeres, las niñas, los jóvenes y los grupos marginados.

¿Cree que se han incluido las reivindicaciones de la sociedad civil?
Los análisis, demandas y propuestas recogidas en los diversos procesos de participación coinciden en señalar la urgente necesidad de dar un cambio de rumbo radical (de raíz) que garantice que los derechos humanos y la sostenibilidad del planeta son respetados. A lo largo del proceso se han tenido en cuenta en diversa medida la necesidad de transversalizar el enfoque de género, la sostenibilidad y la equidad como problemas centrales, entre otros aspectos. Sin embargo, a lo largo del proceso de negociación también se ha ido perdiendo la ambición que se observaba al inicio del proceso en relación con un enfoque integral y una visión transformadora que fuera a las causas de los problemas.

¿Cuál es el mayor logro incluido?
Probablemente el hecho de que se plantee como una Agenda Universal que promueva el bienestar de todos y todas y no deje a nadie atrás. Bajo este concepto, estaríamos ante un verdadero cambio de paradigma, y de aplicación de la nueva agenda de desarrollo internacional. La Agenda del Milenio fue recibida con críticas por el hecho de haber sido concebida por un grupo reducido de donantes del Norte, para ser “impuesta» y desarrollada en los países del sur”. En el actual proceso, todo parece indicar que esto no volverá a suceder.

Lo más relevante quizás es la redefinición del concepto de desarrollo como problema global y no como agenda Norte/Sur basada en las políticas de ayuda. Los procesos de globalización afectan tanto a los países pobres como a los emergentes y a los de la OCDE, al resituar los procesos de desarrollo en el espacio trasnacional y no solo en el nacional. Ello exige dejar atrás el viejo modelo de cooperación y ayuda Norte-Sur y afirmar un marco de gobernanza local del desarrollo de alcance universal con una agenda relevante para todos los países. Los países emergentes y los PRM, y los movimientos sociales están exigiendo una cooperación más horizontal, de socios, que sea innovadora y cualificada en el marco de una coherencia de políticas de desarrollo.

¿Qué se queda fuera y es relevante?
De alguna manera ya lo hemos respondido en la segunda pregunta, aunque cabe señalar también ciertas cuestiones que serán determinantes de cara a los próximos años y al seguimiento de la agenda. El apartado relativo al seguimiento es muy débil en lo que respecta a mecanismos de participación, transparencia y vigilancia. De hecho, la palabra “rendición de cuentas” aparece solo dos veces, lo que da cuenta de la escasa relevancia que se le ha otorgado (a pesar de ser absolutamente determinante para garantizar un adecuado funcionamiento de la agenda). La transparencia y la responsabilidad de gobiernos y actores implicados en el desarrollo debe asegurarse mediante mecanismos fiscalizadores efectivos e independientes que midan resultados reales, exijan rendición de cuentas y evalúen los progresos que se realicen (o no).

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