Está claro que ante la crisis hay que hacer algo, eso no lo duda nadie. Entre todos y todas, sí, pero no se trata de poner parches ni de reconstruir chiringuitos. Tal vez ni siquiera se trata de ‘arreglar’, sino de transformar, romper con modelos insostenibles, cambiar nuestros hábitos, acabar con la codicia. ¿Cómo resolver esta situación de crisis sin caer en los mismos errores?, ¿cómo promover un modelo realmente sostenible? Desde luego que no lo lograremos promoviendo el consumo ni las hipotecas ni las tarjetas de crédito.
Quizá la solución esté en echar el freno al crecimiento económico desaforado, encontrar límites y alternativas. Precisamente el pasado mes de marzo se celebró en Barcelona el II Congreso Internacional sobre Decrecimiento que, durante tres días, reunió a medio millar de académicos y científicos para tratar de encontrar la mejor manera de decrecer de forma voluntaria. Sus teorías apuestan por que cada comunidad, municipio, región y país busquen el tamaño conveniente para sus economías. Para los más ricos significaría reducir su sistema económico y su PIB, mientras que para los pobres se traduciría en un aumento del consumo de forma sostenible.
Tal y como señalaron los expertos participantes en el congreso, “si el mundo se empeña en el crecimiento continuo de las economías nacionales, se hace imprescindible aumentar la producción, el consumo y la inversión. […] Pero los recursos no son infinitos y, en los últimos años, las prácticas de la economía global actual han abusado de ellos hasta sobrepasar los límites de lo sostenible tanto en términos sociales y como de medio ambiente”. Ese modelo de crecimiento desmedido es, en buena medida, lo que nos ha llevado a la actual crisis económica.
Aprender de lo sucedido
El primer paso para transformar el modelo económico que nos ha llevado a la crisis consiste en sacar lecciones de lo que ha pasado y de cómo hemos reaccionado en nuestra vida cotidiana. Durante los meses de crisis casi todos hemos desarrollado pequeños hábitos que será bueno conservar cuando vuelvan los tiempos de bonanza. Prácticas de ahorro y consumo responsable muy sencillas y, a menudo, creativas: coserle los agujeritos a esos pantalones en lugar de tirarlos y comprar otros, llenar el carro con alimentos más básicos y no precocinados, optar por regalos hechos a mano, vender las cosas que ya no utilizamos, recuperar el trueque, usar más el transporte público…
El ritmo de vida de los años anteriores a la crisis promovía todo lo contrario. Un consumo de usar y tirar en todos los aspectos de nuestra vida: la comida, el vestuario, los productos de limpieza e incluso la tecnología. La crisis nos ha enseñado a prolongar la vida útil de los productos, a aprovecharlos más y darles segundas o terceras ‘vidas’ al venderlos, cambiarlos o regalarlos.
Apostar por lo pequeño
Esta crisis nos ha enseñado a muchos, también, a descubrir nuestro barrio y huir de los centros comerciales y las grandes superficies. Tiendas pequeñas donde se puede comprar de todo a dos pasos de casa, sin gastar gasolina, sólo la suela de los zapatos –a los que, por cierto, también se les puede poner tapas.
Los pequeños comercios y negocios, regentados muy a menudo por autónomos, se han convertido en uno de los eslabones más débiles ante la crisis. Mientras que, con lo que compramos, las grandes multinacionales acumulan beneficios y hacen aumentar las fortunas de sus propietarios, las tiendas de barrio dispersan la riqueza de forma más equitativa. Tal vez en estos comercios gastamos algunos céntimos más, pero lo ahorramos por otro lado en gasolina, tiempo y atascos, al tiempo que promovemos otro modelo de consumo. Sustituir los productos de multinacionales por marcas locales e incorporar a nuestras compras el comercio justo y la agricultura ecológica, son también pequeños gestos que pueden contribuir a que la economía se desarrolle de otra forma.
Consumir menos y consumir de otra manera no nos hará más infelices, aunque la publicidad parezca indicar todo lo contrario. Como afirmó en la II Conferencia sobre Decrecimiento el profesor de Política de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo, el decrecimiento no defiende “una sociedad puritana, en la que seamos infelices. Todo lo contrario: se busca una verdadera calidad de vida, porque el hiperconsumismo no la da”.
Romper con las ataduras
Una transformación del modelo económico es la clave para arreglar la situación y salir de la crisis. Este cambio pasa también por nuestra relación con la banca, rompiendo en la medida de lo posible nuestras ataduras con estas entidades. Algunas claves para ello pueden ser reducir al máximo nuestro endeudamiento, no utilizar tarjetas de crédito y pagar en efectivo siempre que sea factible. De esta manera evitaremos los intereses y comisiones, tanto para nosotros como para los pequeños comerciantes que entregan a la banca un porcentaje por cada venta cobrada con tarjeta.
Además, la elección de una u otra entidad también es importante. Si no nos dejamos atraer por el portátil o la vajilla que nos regalen en el banco, si somos capaces de renunciar a unas décimas en nuestra rentabilidad podemos encontrar alternativas interesantes como cajas de ahorros con capital social público y con obra social y cultural, donde los beneficios redundan de nuevo en la sociedad, en lugar de en los grandes banqueros. Iniciativas de banca ética y cooperativa como Fiare, Coop57 o Triodos Bank son también alternativas que nos permiten gestionar nuestras finanzas de otra manera.
Por supuesto que estos gestos individuales tienen que ir acompañados, de medidas a nivel macroeconómico, de los gobiernos e instituciones. Es posible arreglarlo, entre todos y todas, pero de otra manera.
Contracampañas
Sólo unas horas después de que se lanzase la campaña ‘estosololoarreglamosentretodos.org’, fueron muchas las organizaciones y ciudadanos que, movidos por la indignación, pusieron en marcha su creatividad. Así nacieron un buen número de contracampañas, algunas de las cuales han logrado más éxito que la original. “Esto sólo lo arreglamos sin ellos”, “Esto deberían arreglarlo los que lo jodieron” han sido las que más interés han despertado. También los eslóganes del movimiento Consume hasta Morir y otras muchas iniciativas llenas de fuerza, grupos en Facebook, mensajes en Twitter… Claras muestras de cómo la sociedad civil no se queda callada ante el engaño y la demagogia.
Para más información:
http://www.estosololoarreglamossinellos.org/
http://www.estodeberianarreglarlolosquelojodieron.com/
http://www.consumehastamorir.org/