Mi experiencia en educación de adultas ha sido de 19 años, (1989-2008) en diferentes centros de la provincia de Jaén (Fuerte del rey, Villanueva de la Reina, El Mármol, Rus, Begíjar…).
He trabajado mayoritariamente con mujeres de edades comprendidas entre los 50 y 80 años, exceptuando a mi querida Catalina, de Bejígar, que a sus espléndidos 84 aprendió a firmar, a leer y a escribir cartas a sus nietos de Barcelona… ¡una campeona!
Eran amas de casa, jubiladas, trabajadoras del campo (recogiendo aceituna, sembrando garbanzos o arrancando algodón). Eran mujeres luchadoras y valientes, curtidas por la vida y por el sol que encontraron en “La escuela” ese espacio donde escuchar, ser escuchadas, compartir, acoger, disfrutar y sentirse libres y a gusto.
Los niveles educativos que se impartían eran tres: alfabetización, neolectoras y graduado escolar. Éste último estaba repleto de jóvenes, chicos y chicas mayores de 18 años, provenientes del fracaso escolar, gente sin expectativas ni futuro que veían la imperiosa necesidad de obtener el preciado “título” para aspirar a algo en la vida.
Independientemente de los grupos formales, existían también los talleres. Éstos eran de las temáticas más inverosímiles y diferentes (sevillanas, teatro, mujer, cocina, cultura andaluza, poesía, manualidades, carnaval….), aunque de todos ellos el más demandado era el de teatro. Pronto descubrimos su éxito y era porque daba respuesta a diferentes aspectos que a veces les costaba superar. En este espacio podían compartir, hablar en público, respetar, conocer otras culturas, leer, interpretar, viajar para representar en otras localidades…
Ya en los 90, la Delegación de Educación pidió maestros y maestras que voluntariamente quisiéramos formarnos con el fin de atender las clases de español a inmigrantes para dar así respuesta a esos cientos de hombres y mujeres que iban llegando a nuestros pueblos buscando una vida más digna y más justa.
Esto fue muy positivo para todos y todas: abrimos nuestras mentes conociendo lugares lejanos, costumbres, tradiciones, comidas, bailes y religiones y en ese compartir “crecimos “ todos y todas… En esos años se llenaron las escuelas de color y calor y poco a poco fue creciendo la familia.
Tras unos cursos muy divertidos y que motivaban mucho, las cosas fueron cambiando. La Consejería de Educación decidió “normalizarnos”. Ahora las Escuelas de Adultos han pasado a ser Centros de Educación Permanente y, aunque sigue siendo prioritaria la formación inicial de base, también se ha incluido el Educación Secundaria Obligatoria hasta 4º. Sin embargo, bajo mi punto de vista, se ha ido perdiendo el ambiente familiar en el que las mujeres mayores encontraban su lugar, para pasar a ser un lugar donde aprender, formarse y prepararse para el futuro .
Nota. En la actualidad los centros de Educación Permanente disponen de una oferta formativa flexible dirigida a las personas mayores de 18 años e imparten enseñanzas básicas, que abarcan desde la alfabetización funcional hasta la preparación para la obtención de la titulación básica y acceso a otros niveles educativos. Este curso, alrededor de 120.000 personas cursan estas enseñanzas en toda Andalucía, atendidos por una plantilla docente de más de 2.000 maestros y maestras, según información de la Conserjería de Educación de Andalucía.