Ambite, Mairena del Aljarafe, Hortaleza, Yecla… La lista es larga y aquí solo mostraremos algunos ejemplos. Los casos de grupos de feligreses y feligresas a los que se ha expulsado de sus parroquias no son excepciones que confirman la regla. Ni España y ni en el resto del mundo. Algunos párrocos se han creído al pie de la letra la afirmación de que “la Iglesia no es una democracia”, y practican esta norma con mano de hierro. Como sucedió en Santa María del Parque…
Allí se bautizaron, hicieron su primera comunión, fueron a los junior y se confirmaron. La parroquia durante muchos años se convirtió en su segunda casa. Este grupo de chicos y chicas de Santa María del Parque, una parroquia ubicada en el modesto barrio de Hortaleza (Madrid), creyeron que desde allí podían seguir a Jesús comprometiéndose con quienes menos tenían y más les necesitaban. Y estuvieron en los cierto durante muchos años. A diferencia de otros muchos jóvenes parroquianos, no han tirado la toalla del compromiso con la comunidad cristiana por cansancio, descreimiento o porque su vida se haya llenado de estudios, trabajos y excusas. Su salida de Santa María fue por la puerta de atrás y en contra de su voluntad.
La pasada primavera, y por indicación del párroco, les pusieron de patitas en la calle. Este colectivo, que hace un cuarto de siglo fundó la Asociación Juvenil Jóvenes del Parque, ha tenido que “exiliarse” tras recibir un burofax del arzobispado de Madrid, el pasado 14 de febrero, en el que se les conminaba a abandonar los locales que usaban para desarrollar su labor social con personas discapacitadas o para dar cursos de español para inmigrantes. El 31 de marzo fueron desalojados a la fuerza de los locales que llevaban 25 años ocupando. Otros muchos feligreses y feligresas de Santa María han seguido su camino y no les ha quedado más remedio que sondear más fraternidad en otras parroquias del barrio.
Asalto neocatecumenal
Todo empezó con la llegada a la parroquia de Hortaleza, en 2009, de un nuevo párroco que comulgaba con las tesis de los kikos, seguidores del Camino Neocatecumenal: uno de los movimientos conservadores (junto al Opus, los Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, etc.) que han tomado gran parte del poder eclesial potenciados por Juan Pablo II y reforzados durante el papado de Ratzinger. “Cambiaron la estructura y grupos parroquiales existentes cediendo las salas de reuniones a otras comunidades del Camino Neocatecumenal que, llegados de otros distritos, vienen a Hortaleza como lugar de encuentro de sus particulares liturgias y celebraciones”, denunciaron entonces los afectados y afectadas a la prensa. Un portavoz del Camino Neocatecumenal se defendía argumentando que “las asociaciones civiles no pueden tener sede canónica en la parroquia”. La denuncia del caso se extendió en las redes sociales y llegó a los medios de comunicación sin que los Jóvenes del Parque pudieran volver a seguir haciendo Evangelio en la parroquia que les vio nacer a la fe y al compromiso cristiano.
Otra historia nos habla del éxodo de un grupo de catequistas de la parroquia del Espíritu Santo, en Mairena de Aljarafe (Sevilla). Un grupo de parroquianos denunció, en septiembre de 2012, ante el arzobispado que estos catequistas llevaban años “desviándose de la línea recta” en cuestiones doctrinales. La reacción obispal no se hizo esperar. En primavera de 2013 ya les habían “desahuciado” o algo parecido. De hacerlo se encargó el nuevo y joven párroco (que sustituyó al anterior), enviado por Juan José Asenjo (arzobispo de Sevilla y próximo a los movimientos más conservadores de la Iglesia) con la misión de restaurar la ortodoxia. Una de sus primeras decisiones fue apartarles de cualquier labor pastoral.
David Pineda, uno de los catequistas denunciados que se vio obligado a abandonar la parroquia, explicaba de este modo lo ocurrido: «Como en todas las familias, en nuestra comunidad también había discrepancias. Nosotros somos gente que nos hemos formado como catequistas, incluso en cursos en el seminario. Pero lo dicho no impide que tratemos de potenciar la madurez del joven a todos los niveles. Eso también implica abordar temas como la sexualidad comprometida, como el debate de género». Para David, lo que desvela este conflicto es «la existencia de dos formas de entender la Iglesia».
Ordeno y mando
José Antonio Abellán, párroco de la Basílica de Yecla (Murcia), denunció el pasado 9 de enero a la Policía Local que un grupo de personas de la Plataforma Stop Desahucios ocupaba sin su permiso un espacio próximo a la entrada de la iglesia. Abellán, en el escrito dirigido al Ayuntamiento de la localidad, señalaba que la presencia de la mesa petitoria de firmas y de los militantes del movimiento antidesahucios era indeseada “porque ese espacio es propiedad de la Iglesia Católica” y, además, porque “no es un lugar apropiado para manifestaciones de índole civil, ya que la Iglesia no es el organismo indicado para buscar estas soluciones”. Los acusados, por su parte, se defendieron diciendo que se habían colocado allí para cobijarse del intenso frío que hacía esa mañana en una zona soleada como era la próxima a la entrada a la Basílica. De nada sirvió el intento de diálogo de los acusados. Lo más triste de este suceso es que proyecta una imagen egoísta y retrógrada de la comunidad cristiana que nada tiene que ver con la realidad de cientos de apoyos de grupos de Iglesia al movimiento de defensa de los derechos de las personas desahuciadas de sus hogares.
Para concluir este reportaje, reproducimos una carta recibida en alandar y firmada por Luisa Cogolludo que decía lo siguiente: “Os quiero contar un sucedido que yo misma presencié en la celebración de las primeras comuniones en la parroquia de Santa Edith Stein, en Madrid: llega el momento de la paz y el celebrante proclama: ‘que la paz del Señor esté con todos vosotros’. Los asistentes empiezan a darse la paz pero se ven interrumpidos por el cura: ‘Aun no tienen que darse la paz. No les he invitado a hacerlo’. A continuación él mismo da la paz a cada niño y después: ‘Ahora ya pueden darse la paz, pero solamente diciendo “que la paz sea contigo y ninguna otra cosa”. Así son los nuevos curas. ¿Pero no decían que para la libertad nos liberó Cristo?”.
Desahucios parroquiales
Soy suscriptor de Alandar y tuve el gustazo de participar en la celebración de vuestro aniversario en el Chaminade (¡Enhorabuena, de nuevo!). No soy muy dado a escribir en público (y debería cambiar ese chip, la verdad, porque compartir estas experiencias es enriquecedor). Hace un par de años pidieron al coro del que formaba parte en aquel momento, que tocara en las primeras comuniones de unos niños, en una parroquia de la zona norte. Cuando llegó el momento de comulgar, el oficiante paró la celebración y dijo a los asistentes que, a comulgar solamente fueran los que estuvieran preparados. ¿Preparados? Me quedé con ganas de levantar la mano y preguntarle «defina «preparados», por favor». No, no lo hice. Una mezcla de timidez y estar representando en ese momento a un coro, me impidió hacerlo. Obviamente no he vuelto demasiado por allí (no por ningún tipo de fobia, es que no estoy yo muy seguro de estar «preparado»).
En el otro plato de la balanza tengo que colocar una celebración hermosísima en la parroquia de Guadalupe de Madrid, en la que, hace cinco meses, cuatro chavales de entre catorce y dieciséis años, hacían su primera comunión (no, no me equivoco, tenían esa edad) acompañados de su familia, de los demás chicos de sus grupos de pastoral y de una buena representación de esa parroquia. El Espíritu en plenitud.
No es que una cosa borre la otra, y hay que evitar lo que vaya en la línea de la exclusión, pero conforta bastante constatar que no todo es rancio ni rígido. Limpiémonos, con pena, el polvo de las sandalias, y digámosles: «El Reino de Dios está aquí: convertíos» y busquemos, si podemos, otros aires más limpios, menos agobiantes.
Un saludo a todos,