“La calle mata pero la indiferencia de la gente contribuye a que queramos quitarnos de en medio”, espeta Bastian, o dice llamarse Bastian. Es un alemán de unos 50 años, lleva cuatro en nuestro país y llevaba una cómoda vida como director de marketing en una multinacional. Ingresó en el hospital por una grave enfermedad y, cuando fue operado y empezaba a ver la luz, su pareja le dejó y se llevó a sus hijos, sin ningún tipo de explicación. Fue un conjunto de traumas que provocaron su ruptura con todo. Inició un viaje por Europa y recaló en Madrid, “quizá porque creía que el clima iba a ser mejor”, argumenta. Ahora deambula entre la plaza del Dos de Mayo y la de Soledad Torres Acosta, en el centro, a escasos metros de la flamante Gran Vía. Va a comer y recibe ayuda de la parroquia de San Antonio de los Alemanes y de la de la Buena Dicha, ambas con bolsa de alimentos para las personas sin techo. Se resguarda en soportales, subterráneos y, cuando puede, consigue plaza en algún albergue.
Es uno de los más de 50.000 casos de personas que viven en la calle en las capitales españolas, según datos de la ONG Solidarios. Con más de 25 años de trabajo en Sevilla, Murcia, Granada, Jaén, Barcelona y Madrid, desarrolla un programa con decenas de personas voluntarias que hacen rutas cada noche para acompañar a la gente que está en la calle. Entablan conversación desde la igualdad, no juzgan y buscan que no sientan soledad. Los casos más crónicos son derivados hacia servicios sociales, eso en el caso de que las administraciones tengan algún tipo de personal específico. Hablamos de personas que están en la calle por una enfermedad. Así están considerados los trastornos mentales de casi un 30% de esta gente que, en muchos casos, se refugian en algún tipo de dependencias.
“Vuelve el estigma contra las personas sin hogar, criminalizando a la gente sin recursos, a los que se llega a acusar hasta de robar a los turistas comida de las mesas”, asevera Jesús Sandín, responsable del programa de Personas sin hogar de Solidarios y vocal de la Junta Directiva de FePSh (federación de entidades de apoyo a este colectivo). Normativas municipales como la de Benidorm o la más reciente del ayuntamiento de Madrid, multan por ejercer la mendicidad, por lavarse en la calle, por lavar la ropa en la calle, dormir en un banco. “Es totalmente indignante, se trata el tema desde la convivencia ciudadana como un mero asunto estético, no van a las causas, ni hacen nada para paliar la situación de estas personas, la vulnerabilidad de la gente en la calle ha crecido de forma exponencial, los ponen en el ojo del huracán y tienen miedo”, remata Sandín. “El colectivo que más ha crecido con la crisis es el que, teniendo techo, tiene una vivienda precaria. Lo que llamamos casas patera, chabolismo horizontal o chabolismo vertical. Es precisamente en este entorno dónde la feminización de la pobreza es altísima”, añade. Como entidades sociales exigen el acceso de todas estas personas a una ciudadanía plena. “Hay dos cosas por las que seguimos luchando y totalmente innegociables: el acceso a una vivienda digna adecuada a cada familia y el acceso al trabajo. Es necesario trabajar en planes específicos de inserción con grupos más desfavorecidos”, concluye.
La riqueza de unas personas, la exclusión de muchas
El pasado 17 de octubre se celebraba el Día Internacional para la erradicación de la pobreza. Un grito unánime de miles de personas en 40 ciudades españolas: “No a la riqueza que empobrece” ponía de manifiesto que son las personas más vulnerables las que están pagando las consecuencias de una crisis que sirve de excusa para recortar derechos y debilitar las políticas públicas.
A tenor de los datos hechos públicos por el Credit Suisse, hace unas semanas, el número de personas en España con un patrimonio valorado en, al menos, un millón de dólares (740.000 euros), ha experimentado entre mediados de 2012 y la primera mitad de 2013 un crecimiento del 13’2%, hasta un total de 402.000 personas. En opinión del secretario general de Cáritas Española, Sebastián Mora, quien intervenía ante los medios a propósito del demoledor informe que presenta la entidad como Observatorio de la realidad social, “¡la crisis les está sentando muy bien a unos cuantos!”. “No es de extrañar que la sociedad vaya asumiendo y naturalizando la pobreza como algo estructural. Es sintomático que, a diferencia, de otras coyunturas adversas, la gente ahora tenga incertidumbre y miedo al futuro”.
Organizaciones sociales, movimientos de Iglesia, asociaciones de jóvenes y ONGD, incluidas en la Alianza contra la Pobreza y la Cumbre Social, denuncian que los gobiernos y administraciones no están escuchando las alternativas que plantea la sociedad civil: la lucha contra el fraude fiscal y la erradicación de los paraísos fiscales. Según un informe de los Inspectores de Hacienda del Estado (IHE), en el país se van por el sumidero 90.000 millones de euros al año debido al fraude fiscal y en un 72% está protagonizado por grandes empresas y fortunas. La ciudadanía demandaba en las calles políticas públicas que protejan de una vez a las personas y no únicamente protejan a los mercados, reformas fiscales y redistribución de la riqueza.
El empobrecimiento no es exclusivo de algunos países o de zonas del mundo. Más de trece millones personas viven en riesgo de pobreza en España, lo que representa el 28’2% de la población. Esta es la cifra que se desprende del análisis de los datos de Eurostat relativos a pobreza y exclusión social realizado por EAPN (la red de entidades que trata de denunciar esta lacra). En los países de la Unión Europea (UE-27), la tasa de pobreza ha pasado de un 24’4% en 2007 a un 25% en 2012. Bulgaria es el estado miembro con la tasa de pobreza más alta, rozando el 50%, seguido de Rumanía, con el 41’7% de sus habitantes en situación de vulnerabilidad social. Estos incrementos demuestran, una vez, más la necesidad de un Plan Extraordinario contra la Pobreza y la Exclusión Social en España. No sólo con medidas paliativas, sino también con medidas activas para que las personas puedan afrontar el empobrecimiento generalizado que sufren. Un total de 25 millones de europeos y europeas se verán sumidos en la pobreza en 2025 si los gobiernos no abandonan las medidas de austeridad, ocho millones de los cuales estarán en España, lo que supone que el país aportaría uno de cada tres de los nuevos pobres de Europa. Este «panorama catastrofista» es el que dibuja el informe La trampa de la desigualdad, realizado por Oxfam Intermón en los distintos países europeos, cuyos datos se han presentado este miércoles en rueda de prensa y reflejan que la sociedad será más desigual. Antes de la crisis, el 20% de los más ricos ganaba 5’3 veces más que el 20 por ciento más pobre y en 2025 podría ingresar 18 veces más. “Es imprescindible un cambio de rumbo”, remata José María vera, director de la entidad. La República Checa y los Países Bajos logran que sólo un 15% de su población esté en riesgo de pobreza o exclusión social.
En el mundo 1.400 millones de personas sufren pobreza extrema y casi 1.000 millones sufren hambre y no tienen acceso al agua potable y otros servicios básicos como la salud y la educación. Quizá han sido las propias ONGD las más autocríticas con la división Norte-Sur de las últimas décadas, sin abordar el problema de manera global y denunciando la falta de voluntad política para abordarlo. Es María Sande, del Grupo de Comunicación de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España, (CONGDE), quien señala: “Hemos cometido el error de presentar las cosas que pasan en el mundo como si en realidad pasaran en mundos diferentes, aislados: uno el Norte, desarrollado, donde disfrutábamos de derechos y de condiciones de vida tan deseables que había que exportarlos al resto del mundo; y otro en el Sur, en desarrollo, que debía aspirar a algún día llegar a donde estábamos nosotros. Todo bienintencionado, pero muy contraproducente: en el imaginario popular hemos contribuido a crear una división ficticia, que ha hecho que se desvincule nuestra vida de los de “allá fuera”. Y que no seamos capaces de ver las clarísimas relaciones y causas últimas de la mayoría de lo que no funciona en el mundo”.
Más solidaridad y ciudadanía crítica que nunca
Aunque la foto fija de los desequilibrios sociales parezca inamovible es tiempo de redoblar los esfuerzos, la militancia y potenciar los mecanismos de solidaridad. “Tenemos que seguir haciendo camino, construyendo sociedad desde lo humilde y sencillo, cada uno implicado en su entorno, en contagiar a los demás con las decenas de causas que merecen la pena en la lucha contra la pobreza”, señala Merche Ruíz- Giménez, presidenta de la Coordinadora de ONG para el desarrollo. “No podemos generar riqueza empobreciendo o generando más desigualdades aquí ni en otros países a través de políticas comerciales injustas, deslocalización o de inversiones socialmente irresponsables”, afirma la presidenta de la Coordinadora. “Exigimos una coherencia en las políticas, dentro y fuera de España. Apostamos por la lucha contra la evasión, el fraude y la elusión fiscal. Son necesarias medidas que ayuden a frenar la especulación financiera, en particular aquellas que especulan con la vida de las personas. Exijamos ya un impuesto a las transacciones financieras que recaiga sobre los operadores financieros; principalmente sobre las operaciones más especulativas”. “Es urgente reforzar la confianza en el sistema político, ampliar los mecanismos de participación ciudadana y garantizar el acceso de la ciudadanía a la información de instituciones y organismos públicos”, concluye Mercedes Ruiz-Giménez.